Un breve muestrario permite ver cuáles son las cuestiones vinculadas con la esperada competencia de fútbol que están atravesadas por el azar, los datos y los algoritmos.
¿Goldman Sachs? Brasil. ¿UBS? Brasil. ¿ING? España. ¿Y
Macquarie Bank? ¡España también! Eran los meses previos al Mundial de fútbol de
2018 y los principales bancos de inversión apelaban a la ya entonces disponible
catarata de datos y algoritmos de inteligencia artificial para predecir el
evento deportivo por excelencia, el que finalmente ganó…. Francia. “Sobre la
base de 200.000 árboles probabilísticos y más de un millón de simulaciones...”,
advierte uno de los estudios, intentando proveer una pátina pseudocientífica a
su predicción, como si fuese la cataforesis, los verdes ensolves, o, más
recientemente, el ácido hialurónico de las publicidades de la tele.
Ciertamente, algún algoritmo o analista habrá acertado al ganador del mundial
del 2018 y también lo hará para el caso de Qatar 2022, tal vez en el mismo
sentido en el que una de seis personas que proponen números distintos –del 1 al
6– acertará el resultado de lanzar un dado.
Lo cierto es que las inhabilidades predictivas del Mundial y
el pobre rol de los analistas munidos de big data y algoritmos
hablan con elocuencia de las dificultades inherentes al deporte competitivo. Y,
por extensión, del rol que tienen las chances, los datos y los algoritmos en
otros eventos cruciales, como los económicos y los políticos. He aquí entonces
un breve muestrario de cuestiones mundialistas atravesadas por el azar, los
datos y los algoritmos, con ramificaciones que alcanzan al grueso del
comportamiento social.
1. ¿Es posible predecir quién ganará el Mundial? Ya
hemos dicho que no. Fundamentalmente, por la enorme complejidad del deporte
competitivo, que involucra una gran dosis de comportamiento estratégico, en
donde lo que un equipo o jugador haga está también determinado por lo que su
rival haga o se crea que hará. A tal efecto, el reconocido académico español
Ignacio Palacios Huerta estudió la performance de una enorme cantidad de
arqueros y delanteros profesionales, y concluyó que es virtualmente imposible
predecir qué ocurrirá en un penal: arqueros y jugadores profesionales patean
con una fuerte dosis de azar, de modo que nadie gane nada con pasar horas
viendo videos de YouTube de penales, buscando adivinar las supuestas
estrategias. Y si es imposible predecir penales, una lógica similar aplica a
partidos de futbol.
2. ¿Cuántos paquetes hacen falta comprar para llenar el
álbum de figuritas? Aquí interviene el azar, que se introduce en la
forma en la que se arman los paquetes de figuritas, en la existencia de unas
más difíciles que otras, en la ya experimentada escasez de paquetes, y en la
posibilidad de realizar intercambios. Claramente, ninguna respuesta certera es
posible, pero pensar este complejo problema tiene sus réditos, por las enormes
similitudes con otras cuestiones de estructura similar, que van de cuántas veces
es necesario mezclar un mazo de cartas a explicar cómo se desinfla la rueda de
un auto.
3. ¿Es posible, con datos y algoritmos, fabricar un
Maradona? Posiblemente no, pero un fascinante estudio de Martin Rossi
y Christian Ruzzier, de la Universidad de San Andrés, muestra que los datos y
la estadística sugieren que la “receta” para hacerlo tiene que incorporar
debidas dosis de consumo de carne y la existencia de bajos costos de
oportunidad, como los que lamentablemente “proveen” los países subdesarrollados.
El estudio en cuestión (que rápidamente escaló al primer lugar de los más
bajados de internet en todo el mundo) muestra puntillosamente que la
alimentación sobre la base de carne (traducida en las mejoras cognitivas y
estratégicas que demanda el fútbol de alta competición) y los bajos costos de
oportunidad, son un determinante clave detrás del éxito de muchos futbolistas.
En particular, 28 de los 59 ganadores del Balón de Oro provienen de entornos
familiares de bajos ingresos y de regiones de elevado consumo de carne.
4. ¿Qué rol juega el azar en el Mundial? Un rol
enorme, como en muchos aspectos de la vida. En Engañados por el azar, el
polémico Nassim Taleb argumenta con detalle acerca del espacio considerable que
ocupan las cuestiones fortuitas y de la inhabilidad de las personas en
reconocer esta dimensión. Peor aún, y a diferencia de lo que reza la letra del
tango Suerte loca (el de “al saber le llaman suerte”), parece estar de moda
llamarle saber al azar y, así, ganadores del Quini pretenden venderse como
“hábiles seleccionadores de números” y ofrecen charlas motivacionales para
empresas. Escondidos detrás de las “virtudes” del azar hemos sido testigos de
las habilidades predictivas del pulpo Paul, o, más recientemente, del cerdo
Mystic Marcus, que luego de una irrefutable sucesión de éxitos, prácticamente
terminó al horno y con una manzana en la boca luego de predecir incorrectamente
que Inglaterra le ganaría a Croacia en el mundial del 2018.
5. Y volviendo a Maradona, ¿qué tiene que ver el segundo
gol contra Inglaterra en 1986 con las tasas de interés? Visto desde un
helicóptero, el recorrido del mítico gol de Diego contra los ingleses es
prácticamente en línea recta. ¿Cómo puede ser que el gol más importante y
sofisticado de todos los mundiales siga un patrón tan simple? La respuesta
tiene que ver con que la diabólica habilidad de Maradona les hace creer a los
desesperados defensores ingleses que hará lo que nunca hace: moverse de derecha
a izquierda y eludirlos, y así es como, entre engañados y aturdidos, le “abren
paso” para que concrete tal vez la hazaña deportiva más grande de todos los
tiempos. En una recordada conferencia en 2005, Mervyn King, entonces a cargo
del Banco de Inglaterra, usó la naturaleza aparentemente contradictoria del
recorrido del gol de Maradona para explicar por qué muchas veces los
movimientos “homeostáticos” de la política monetaria pueden influir en la
economía con variaciones mínimas en las tasas de interés, si es que son capaces
de alterar y compensar las expectativas del mercado. La así llamada “teoría
Maradona de las tasas de interés” generó una gran polémica entre los analistas,
fiel al estilo mediático del más grande jugador de todos los tiempos.
Ya en 2014 los medios decían que “este será el mundial de
los datos y los algoritmos”; entonces, los términos big data, aprendizaje
automático e inteligencia artificial salían del circulo de “nerds” e invadían
los medios, las empresas y la oferta académica. Ocho años después, el Mundial
pone sobre la mesa las enormes dificultades que la sociedad tiene para procesar
eventos fortuitos, estratégicos y complejos. “La matemática del Mundial” es el
título de un provocador curso que el matemático Pablo Groisman (investigador de
Conicet y director de la flamante y exitosa Licenciatura en Ciencia de Datos de
la UBA), junto con el autor de esta nota, dictarán próximamente en el Instituto
Baikal, el cual, habiendo abandonado la posibilidad de realizar pronósticos
deportivos, se conformará con el más creíble objetivo de discutir por qué nos
cuesta tanto abrazar el azar. A la larga, para predecir quien se coronará en
Qatar 2022, ya aparecerán animalitos salvajes o domésticos realizarán
exitosamente esa tarea.
Muy cierta la explicación sobre todos estos datos.
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Trabajo en canales de comercialización