domingo, octubre 30, 2022

Salud e inteligencia artificial: cómo domar a los dos jinetes del Apocalipsis

Entre las tecnologías que avanzan a un ritmo mayor que el que se esperaba están las relacionadas con las prestaciones sanitarias; la gran apuesta de este año de varias de las compañías de mayor valor tiene que ver con el bienestar.


 
En salud e inteligencia artificial se avanza a ritmo acelerado/ shutterstock – Shutterstock.

Se acerca fin de año y los periodistas y medios preparan las listas con “lo mejor y lo peor” de 2022. En el terreno de los futurólogos suelen enumerarse en diciembre los fiascos del año: aquellas predicciones que generaron mucho ruido en su momento y no resultaron finalmente como se esperaba. En la penúltima edición del panorama de Azeem Ashar, Exponential View, se dan pistas sobre dos de los candidatos en este frente: el metaverso y los vehículos automanejados vienen acumulando mucha cobertura de decepción.

En el otro extremo, hay tecnologías que están “adelantando los dividendos” más rápido de lo que se pensaba. Para el divulgador y médico cardiólogo Eric Topol esto está sucediendo en el campo de la salud y la inteligencia artificial. En un ensayo publicado día atrás, titulado El increíble poder de los ojos artificiales: los no anticipados dividendos del aprendizaje automático para la medicina, Topol menciona dos hallazgos de las últimas semanas que tienen que ver con la lectura algorítmica de imágenes de la retina para detectar Alzheimer con alta precisión, diabetes y problemas cardiovasculares. También hubo avances recientes y revolucionarios en la lectura computacional de electrocardiogramas para detectar desafíos que el ojo humano no puede ver, dice Topol.

Cuando se estudia finanzas públicas en la carrera de Economía y se ve el tema de las “fallas de mercado”, el de la salud es el sector estrella (junto con finanzas) para ilustrar estos problemas estructurales de incentivos, que hacen que los dividendos del cambio y la innovación sean, en potencia, mucho más elevados. No por nada, la gran apuesta de 2022 de varias de las compañías más valiosas del mundo (como Apple o Amazon) viene por el lado de la salud y el bienestar.

“La verdadera revolución está en los datos y en la combinación con la biología molecular”, cuenta ahora a la nación la bióloga Marina Simián, quien, junto a dos socias, trabaja con su proyecto Oncoliq, una startup que busca masificar un testeo en sangre para diagnosticar distintos tipos de tumores en etapas muy tempranas. “En el cáncer, todo se juega en el momento de la detección. Si se descubre un tumor al principio, antes de que haga metástasis, la posibilidad de sobrevida a cinco años es del 80%. Si es tardía, lo que sucede en la mitad de los casos, las chances a cinco años bajan al 20%. Y el 71% de las muertes de cáncer se deben a tumores en órganos que no tienen métodos generalizados de testeo, como los de próstata”, agrega Simián.

Oncoliq trabaja con moléculas de “micro ARN” (no son el ARN mensajero de las vacunas de Pfizer y Moderna) con las cuales en 2014 una socia del emprendimiento, Adriana De Siervi, se dio cuenta de que correlacionaban fuerte (primero en ratones y luego, en humanos) con distintos tipos de tumores. La iniciativa arrancó con un test para cáncer de mama (ya hay una patente en trámite en los Estados Unidos), sigue con cáncer renal. El objetivo es poder extenderla a 50 tipos de tumores.

Solo dos startups más están en la carrera con este tipo de tecnología. Una está en Japón y la otra, en Singapur. Y la referencia aquí es la empresa Grail, que levantó de inversores una suma de US$2000 millones y que ya comercializa un producto de detección temprana de cáncer que se llama “Galleri”, pero que parte de la secuenciación genómica, que es más cara y tienen una sensibilidad mucho menor.

En su libro de divulgación y ganador del Pullitzer El emperador de todos los males (aquí lo editó Debate), el oncólogo y autor Siddhartha Mukherjee cuenta una “biografía del cáncer”, que arranca con un tumor descubierto en una momia del Antiguo Egipto, pero que tiene su epicentro en el siglo XX, dado que se trata de una enfermedad muy asociada a la extensión de vida que se empieza a dar más marcadamente luego de la Segunda Guerra Mundial.

Mukherjee destaca que los grandes héroes de los avances con quimioterapia fueron, principalmente, estadísticos brillantes ingleses, que diseñaron las pruebas y los experimentos para determinar qué servía y qué no. Antes y ahora: la destreza con los datos en el centro de la revolución.

Aunque no fumaba, corría regularmente y no poseía sobrepeso, el emprendedor Mark Ramondt tuvo un ataque cardíaco severo a los 35 años. Por aquel entonces ocupaba un cargo gerencial corporativo estresante, que lo hacía viajar mucho y dormir poco.

Tiempo después, cuando visitó a su cardiólogo para chequear cómo evolucionaba su condición, en lugar de tomarle la presión, el médico Santiago Miriuka le contó sobre una idea para una empresa, que se transformó en MultiplAI, una startup con origen argentino, con base ahora en Londres, que usa inteligencia artificial para detectar problemas cardiovasculares con una muestra de sangre en la que se analiza el ARN. “Al contrario que el ADN, el ARN permite leer condiciones de ambiente y contexto: si una persona fuma, si está estresada, si duerme mal o si está expuesta a contaminación, eso no se refleja en el ADN, pero sí en el ARN”, explica Ramondt, de familia holandesa, nacido en México y residente desde hace 13 años en la Argentina.

Contrastes

En la presentación del proyecto, Ramondt menciona el caso de Winston Churchill, fumador y bebedor empedernido, adicto al trabajo, sedentario, con una jornada más que estresante y que falleció a los 92 años, en contraposición al de Jim Fixx, maratonista, gurú de temas de salud, que murió de un ataque cardíaco a los 53.

Tanto Oncoliq como MultiplAI apuntan a que con nuevas tecnologías se aumente el acceso a testeos de dos grandes grupos que hoy no los tienen: los países más pobres y los jóvenes, que presentan menos casos de estos desafíos, pero que, cuando lo hacen, llegan tarde por falta de detección.

Ambos casos, el de los problemas cardiovasculares y el cáncer, son hoy los dos principales “jinetes del apocalipsis” en términos de muertes. Cuando se logren moderar, seguramente aparecerán otros: el Alzheimer se ubica en tercer lugar y hoy acorta la brecha, y un informe publicado días atrás advierte que en la próxima década habrá más muertes por calor extremo (debido al cambio climático) que por cáncer.

La buena noticia es que la tecnología, como dice Topol, también avanza a pasos agigantados. Hay que pensar que el procesamiento algorítmico de imágenes comenzó a desplegarse en 2012, luego de que se anunciara su descubrimiento en una ya famosa competencia en Toronto, Canadá. Fue hace casi diez años: a muchos de los hallazgos posteriores en inteligencia artificial todavía les falta escalar y masificarse en el mercado. Incluso en uno tan imperfecto y lleno de fallas como el de la salud.

Sebastián Campanario

jueves, octubre 27, 2022

Cómo tomar una decisión cuando todas las opciones parecen malas


Erika James, en KnowledgeWharton del pasado 14 de octubre, plantea que si lideramos una organización, una función o un equipo nos encontraremos ocasionalmente con situaciones de crisis en las que ninguna de las opciones que parece que tenemos es buena.

Cuando nos enfrentamos a decisiones difíciles como líderes, especialmente durante una crisis, necesitamos la ayuda de otras personas, ya que resulta complicado que una persona pueda contemplar todas las eventualidades, sean oportunidades o riesgos, de   las situaciones complejas, sin tener todos los ojos posibles en el problema. Esto ocurre porque como seres humanos caemos en prejuicios inconscientes o trampas cognitivas que facilitan el que minimicemos riesgos, lleguemos a las conclusiones equivocadas o nos atasquemos en una línea de acción cuando lo que necesitamos es probar un nuevo enfoque. Y, cuando hay mucho en juego, dependiendo todo de nuestras decisiones, debemos protegernos de este tipo de pensamiento para poder tener una visión lo más amplia posible, lo que implica buscar los consejos, las perspectivas y la experiencia del mayor número posible de personas.

Ante cualquier crisis tenemos que tomar decisiones críticas bajo presión, pero para prepararnos con antelación James sugiere que comencemos por hacernos una serie de preguntas. Entre ellas: ¿Cómo líder estoy abierto a buscar y a confiar en las opiniones de otras personas y acudir a su experiencia y conocimientos si es necesario? Si la respuesta es negativa debemos preguntarnos la razón. También podemos reflexionar sobre el tipo de situaciones de crisis que se pueden presentar y realizar algún tipo de planificación de escenarios, escanear nuestro entorno y pensar en el tipo de consejo o conocimiento que podemos necesitar si lo peor ocurre y dónde encontraremos a los expertos adecuados dentro y fuera de la organización.

Si la crisis surge la autora recomienda hacer lo siguiente:                                                                        

1.- Articular y comunicar la situación sinceramente y abiertamente al equipo y a la organización para que todos puedan tener un propósito compartido y generar confianza.

2.- Asegurar que la información fluya libremente por toda la organización en múltiples direcciones y pedir la opinión de aquellos con los pies en la tierra y con ojos en el problema, aunque no sean miembros del equipo directivo senior.

3.- Modelar una cultura de experimentación, innovación y colaboración donde cada idea es bienvenida y los fracasos son esperados y tolerados.

4.- Aprovechar y utilizar a los expertos procedentes de la misma organización como del amplio ecosistema de los grupos de interés.

5.- Ofrecer al equipo autonomía para dar un paso hacia delante, para ejecutar las decisiones con rapidez y para improvisar o modificar el curso al cambiar la situación.

Isabel Carrasco

domingo, octubre 23, 2022

El Mundial de los datos y de las chances: ¿es posible hacer predicciones?

Un breve muestrario permite ver cuáles son las cuestiones vinculadas con la esperada competencia de fútbol que están atravesadas por el azar, los datos y los algoritmos. 


 El Mundial de fútbol de Qatar comenzará el 20 de noviembre y se extenderá hasta el 18 de diciembre.

¿Goldman Sachs? Brasil. ¿UBS? Brasil. ¿ING? España. ¿Y Macquarie Bank? ¡España también! Eran los meses previos al Mundial de fútbol de 2018 y los principales bancos de inversión apelaban a la ya entonces disponible catarata de datos y algoritmos de inteligencia artificial para predecir el evento deportivo por excelencia, el que finalmente ganó…. Francia. “Sobre la base de 200.000 árboles probabilísticos y más de un millón de simulaciones...”, advierte uno de los estudios, intentando proveer una pátina pseudocientífica a su predicción, como si fuese la cataforesis, los verdes ensolves, o, más recientemente, el ácido hialurónico de las publicidades de la tele. Ciertamente, algún algoritmo o analista habrá acertado al ganador del mundial del 2018 y también lo hará para el caso de Qatar 2022, tal vez en el mismo sentido en el que una de seis personas que proponen números distintos –del 1 al 6– acertará el resultado de lanzar un dado.

Lo cierto es que las inhabilidades predictivas del Mundial y el pobre rol de los analistas munidos de big data y algoritmos hablan con elocuencia de las dificultades inherentes al deporte competitivo. Y, por extensión, del rol que tienen las chances, los datos y los algoritmos en otros eventos cruciales, como los económicos y los políticos. He aquí entonces un breve muestrario de cuestiones mundialistas atravesadas por el azar, los datos y los algoritmos, con ramificaciones que alcanzan al grueso del comportamiento social.

1. ¿Es posible predecir quién ganará el Mundial? Ya hemos dicho que no. Fundamentalmente, por la enorme complejidad del deporte competitivo, que involucra una gran dosis de comportamiento estratégico, en donde lo que un equipo o jugador haga está también determinado por lo que su rival haga o se crea que hará. A tal efecto, el reconocido académico español Ignacio Palacios Huerta estudió la performance de una enorme cantidad de arqueros y delanteros profesionales, y concluyó que es virtualmente imposible predecir qué ocurrirá en un penal: arqueros y jugadores profesionales patean con una fuerte dosis de azar, de modo que nadie gane nada con pasar horas viendo videos de YouTube de penales, buscando adivinar las supuestas estrategias. Y si es imposible predecir penales, una lógica similar aplica a partidos de futbol.

2. ¿Cuántos paquetes hacen falta comprar para llenar el álbum de figuritas? Aquí interviene el azar, que se introduce en la forma en la que se arman los paquetes de figuritas, en la existencia de unas más difíciles que otras, en la ya experimentada escasez de paquetes, y en la posibilidad de realizar intercambios. Claramente, ninguna respuesta certera es posible, pero pensar este complejo problema tiene sus réditos, por las enormes similitudes con otras cuestiones de estructura similar, que van de cuántas veces es necesario mezclar un mazo de cartas a explicar cómo se desinfla la rueda de un auto.

3. ¿Es posible, con datos y algoritmos, fabricar un Maradona? Posiblemente no, pero un fascinante estudio de Martin Rossi y Christian Ruzzier, de la Universidad de San Andrés, muestra que los datos y la estadística sugieren que la “receta” para hacerlo tiene que incorporar debidas dosis de consumo de carne y la existencia de bajos costos de oportunidad, como los que lamentablemente “proveen” los países subdesarrollados. El estudio en cuestión (que rápidamente escaló al primer lugar de los más bajados de internet en todo el mundo) muestra puntillosamente que la alimentación sobre la base de carne (traducida en las mejoras cognitivas y estratégicas que demanda el fútbol de alta competición) y los bajos costos de oportunidad, son un determinante clave detrás del éxito de muchos futbolistas. En particular, 28 de los 59 ganadores del Balón de Oro provienen de entornos familiares de bajos ingresos y de regiones de elevado consumo de carne.

4. ¿Qué rol juega el azar en el Mundial? Un rol enorme, como en muchos aspectos de la vida. En Engañados por el azar, el polémico Nassim Taleb argumenta con detalle acerca del espacio considerable que ocupan las cuestiones fortuitas y de la inhabilidad de las personas en reconocer esta dimensión. Peor aún, y a diferencia de lo que reza la letra del tango Suerte loca (el de “al saber le llaman suerte”), parece estar de moda llamarle saber al azar y, así, ganadores del Quini pretenden venderse como “hábiles seleccionadores de números” y ofrecen charlas motivacionales para empresas. Escondidos detrás de las “virtudes” del azar hemos sido testigos de las habilidades predictivas del pulpo Paul, o, más recientemente, del cerdo Mystic Marcus, que luego de una irrefutable sucesión de éxitos, prácticamente terminó al horno y con una manzana en la boca luego de predecir incorrectamente que Inglaterra le ganaría a Croacia en el mundial del 2018.

5. Y volviendo a Maradona, ¿qué tiene que ver el segundo gol contra Inglaterra en 1986 con las tasas de interés? Visto desde un helicóptero, el recorrido del mítico gol de Diego contra los ingleses es prácticamente en línea recta. ¿Cómo puede ser que el gol más importante y sofisticado de todos los mundiales siga un patrón tan simple? La respuesta tiene que ver con que la diabólica habilidad de Maradona les hace creer a los desesperados defensores ingleses que hará lo que nunca hace: moverse de derecha a izquierda y eludirlos, y así es como, entre engañados y aturdidos, le “abren paso” para que concrete tal vez la hazaña deportiva más grande de todos los tiempos. En una recordada conferencia en 2005, Mervyn King, entonces a cargo del Banco de Inglaterra, usó la naturaleza aparentemente contradictoria del recorrido del gol de Maradona para explicar por qué muchas veces los movimientos “homeostáticos” de la política monetaria pueden influir en la economía con variaciones mínimas en las tasas de interés, si es que son capaces de alterar y compensar las expectativas del mercado. La así llamada “teoría Maradona de las tasas de interés” generó una gran polémica entre los analistas, fiel al estilo mediático del más grande jugador de todos los tiempos.

Ya en 2014 los medios decían que “este será el mundial de los datos y los algoritmos”; entonces, los términos big data, aprendizaje automático e inteligencia artificial salían del circulo de “nerds” e invadían los medios, las empresas y la oferta académica. Ocho años después, el Mundial pone sobre la mesa las enormes dificultades que la sociedad tiene para procesar eventos fortuitos, estratégicos y complejos. “La matemática del Mundial” es el título de un provocador curso que el matemático Pablo Groisman (investigador de Conicet y director de la flamante y exitosa Licenciatura en Ciencia de Datos de la UBA), junto con el autor de esta nota, dictarán próximamente en el Instituto Baikal, el cual, habiendo abandonado la posibilidad de realizar pronósticos deportivos, se conformará con el más creíble objetivo de discutir por qué nos cuesta tanto abrazar el azar. A la larga, para predecir quien se coronará en Qatar 2022, ya aparecerán animalitos salvajes o domésticos realizarán exitosamente esa tarea.

Walter Sosa Escudero 

miércoles, octubre 19, 2022

4 Preguntas para Detectar la “Renuncia o Abandono Silencioso”


Julie Winkle Giulionien SmartBrief on Leadership del pasado 13 de octubre plantea que la “renuncia silenciosa” , término acuñado por el economista Mark Bolger ya en 2009, no es un fenómeno reciente, aunque se está hablando mucho de él en los últimos meses para referirse a la caída de la ambición profesional.

El problema real es que con demasiada frecuencia las conversaciones se centran en los profesionales y en su falta de motivación su aparente ausencia de disposición para darlo todo por su organización, en lugar de que pueden ser los directivos y las organizaciones las que pueden estar inspirando esa desconexión y retirada de esfuerzos discrecionales.

Por tanto, es el momento de dejar de demonizar y de dedicar los esfuerzos a decodificar lo que está detrás de ese fenómeno para descubrir la forma de optimizar el compromiso de cada profesional. Para ello los directivos deben comenzar por hacerse las siguientes preguntas:

1.- ¿Cuáles son las razones que están motivando el cambio en el patrón mental o comportamiento del empleado?

Las investigaciones de la autora muestran que la motivación se puede encuadrar normalmente en una de estas dos categorías:

a).- Preservación. Las personas están agotadas, física, espiritual y emocionalmente y el burnout aumenta. La mera supervivencia requiere que salvaguardemos recursos vitales y volver a llenar reservas de energía exhaustas, por lo que cumplir las expectativas en el trabajo sin ir más allá es una respuesta válida a la situación.

b).- Protesta. Otros profesionales se repliegan en protesta por unas condiciones de trabajo que se han deteriorado aún más durante la pandemia y por unos salarios no actualizados con la inflación, a pesar de todos los esfuerzos que realizaron durante la misma. Por tanto, optan por moderar sus esfuerzos como respuesta.

Los directivos que dediquen su tiempo a tratar a las personas como individuos únicos y exploren sus auténticas motivaciones conseguirán crear un entendimiento, sintonía, respeto y confianza. Contarán, asimismo, con el aplomo para preguntarse qué pueden hacer para motivar un mayor compromiso, que, por ejemplo, puede ser una mayor flexibilidad horaria, variedad o un rol distinto. Considerar a la persona como un todo es el primer paso para identificar formas de incrementar el compromiso.

2.- ¿El equipo o la organización ha experimentado un patrón de incremento de expectativas o de volumen de trabajo?

Muchas organizaciones han convertido en un arte el hacer más con menos. Una mayor complejidad y volumen de trabajo o presupuestos reducidos son factores comunes del mundo de los negocios actual. A lo que hay que añadir el esfuerzo adicional de lidiar con consumidores crecientemente escépticos que están frustrados ante los retrasos en los suministros, precios crecientes y otros factores añadidos. Esta situación provoca el que los trabajadores estén al límite y tengan que absorber niveles desconocidos de estrés psíquico.

Si la respuesta esta pregunta es afirmativa entonces estos trabajadores que muestran signos de “renuncia silenciosa” pueden ser considerados como un regalo y una oportunidad para revisar el entorno, los recursos y las cargas de trabajo para poder humanizar la organización, creando entornos no tóxicos.

3.- ¿Cada empleado tiene marcados unos objetivos que sean claros, justos y verificables?

Las expectativas definen lo que es un desempeño aceptable, pero resulta injusto que un directivo las establezca y luego valore al profesional por un estándar distinto/más elevado/invisible.

En los dos últimos años el caos generado por la pandemia junto a la transición hacia el trabajo híbrido, han resultado en un menor rigor en la fijación de objetivos en numerosos casos. En la actualidad los líderes para generar compromiso deberán fijar metas que inspiren a los empleados, que sean justas, verificables y factibles.  

4.- ¿Está la organización invirtiendo en desarrollo?

El desarrollo profesional es un factor clave para obtener el compromiso de los profesionales. Invertir en desarrollo ofrece a aquellos que están dispuestos a contribuir más la posibilidad de hacerlo. Cuando las tareas están conectadas a oportunidades de crecimiento, el trabajo inmediatamente adquiere un mayor sentido y las personas se sienten inspiradas para dedicar mayores esfuerzos.

Isabel Carrasco

lunes, octubre 17, 2022

Con el Nobel de Física y otros premios millonarios, la economía cuántica toma un nuevo envión

John Clauser, Alain Aspect y Anton Zeilinger, los tres ganadores del Premio Nobel de Física de este año. Archivo.

El 2022 venía tranquilo para las tecnologías cuánticas, con algunas novedades pero ninguna con la estridencia de la noticia de la “supremacía” o ventaja cuántica lograda en años anteriores, primero por Google y luego por un laboratorio chino: el momento en el que una computadora de este tipo pudo resolver un problema que todos los ordenadores tradicionales del mundo sumados hubieran tardado decenas de miles de años en resolver.

Con enormes desafíos ingenieriles por delante (algunas empresas de este rubro están prometiendo resultados prácticos recién para 2030 o 2035), la economía cuántica para muchos medios e inversores había salido momentáneamente del radar en los últimos meses. Pero todo cambió días atrás.

El martes 4 de este mes la Academia de Ciencias Sueca dio el Premio Nobel de Física a tres investigadores del campo de la mecánica cuántica: el francés Alian Aspect, el estadounidense John Clauser y el austríaco Anton Zeilinger. Según el comunicado oficial, lo obtuvieron “por sus experimentos con fotones entrelazados, al establecer la violación de las desigualdades de Bell y ser pioneros en la ciencia de la información cuántica”.

Un factor clave en el desarrollo de la mecánica cuántica es que permite que dos o más partículas existan en lo que se llama un estado entrelazado: lo que le sucede a una de ellas determina lo que le sucede a la otra, incluso si están muy alejadas. El austríaco Zeilinger comenzó a usar estados cuánticos entrelazados, y entre otras cosas demostró el fenómeno de teleportación cuántica, que hace posible mover un estado cuántico de una partícula a otra a distancia. Esto es fundamental para las nuevas comunicaciones, destacó la Academia Sueca.

Pero este no fue el único “premio-motor propulsor” que logró este tema en las últimas semanas. Días antes del Nobel, que otorga US$900.000 a los ganadores, se conocieron los galardones Breakthrough, que establecieron multimillonarios como el dueño de Meta, Mark Zuckerberg. Este premio le da tres millones de dólares a cada científico, y este año se lo llevaron tres “titanes” de los estudios sobre cuántica teórica y aplicada: David Deustch, Peter Shor y Charles Bennet.

“Shor, del MIT, en particular se hizo muy famoso porque logró armar el primer algoritmo cuántico que rompe muy rápido con la encriptación tradicional”, cuenta a la nacion el físico argentino basado en Londres Damián Galante. Desde el Kings College de Londres, Galante trabaja en un grupo de Física Aplicada (estudió esta carrera en Exactas de la UBA) y ganó recientemente una beca Stephen Hawkings para investigar por cuatro años más.

La encriptación tradicional se basa en la factorización de números primos muy altos, algo que la computación tradicional puede tardar años en decodificar. Pero los tiempos se reducen, demostró Shor, dramáticamente con la vía cuántica. “El potencial de la computación y la comunicación cuántica es inimaginable, el tema son los obstáculos para llevarlo a la práctica”, dice Galante.

“La teoría cuántica es tal vez la idea científica más exitosa jamás formulada. Nunca nadie la pudo falsear, es increíblemente predictiva, ha clarificado la tabla periódica de elementos, el funcionamiento del sol, el color del cielo, la formación de galaxias y mucho más. Sus tecnologías derivadas van desde computadoras hasta láseres o instrumentos médicos”, escribió el septiembre en el diario The Guardian el astrofísico y gran divulgador del tema quantum Carlo Rovelli.

En un ya mítico discurso formulado en 1981, el Nobel de Física Richard Feynman propuso que computadoras con propiedades cuánticas podrían resolver en el futuro problemas imposibles para la computación tradicional. Pero, por décadas el desafío pareció imposible; los “qubits” (el equivalente a los bits) son tremendamente inestables y muy ruidosos en su cantidad de errores. Sin embargo, en los últimos años distintos avances permitieron alumbrar una “Segunda Revolución Cuántica”, como la describió días atrás el físico argentino Juan Pablo Paz (uno de los pioneros en este tema en el país), en una nota con el periodista especializado en ciencias Martín De Ambrosio para la nacion.

¿Qué avances hubo este año en este terreno? Aunque no tan rimbombantes como los de la “supremacía”, las novedades promisorias se multiplicaron. “La principales empresas que están trabajando en el tema anunciaron avances escalables y planes para llegar a computadoras con miles de qubits, como IBM, Microsoft, Intel o Google”, cuenta el físico Marco Di Tullio, investigador de estos tópicos del Conicet y de la UNLP. En este sentido, una de las grandes noticias del año en términos de “practicidad” para empezar a bajar a tierra la complejidad cuántica tuvo que ver con el anuncio del “primer chip cuántico de la historia”, un hallazgo de físicos australianos.

El descubrimiento se dio en la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sidney. Allí se anunció la invención de un “resonador dieléctrico”: un prisma de cristal que se sitúa sobre el chip de silicio donde están los qubits (la unidad básica de información cuántica) para controlar su orientación. Esto evita que las computadoras cuánticas tengan que incluir enormes cables y operar a cientos de grados bajo cero, como las que vemos en la actualidad.

“En los años 50, Feynman dijo que nunca entenderemos cómo funciona el mundo, cómo funciona la naturaleza, a menos que podamos empezar a crearlo a su misma escala”, dijeron los investigadores australianos a la revista Science.

En sintonía con las profecías de Feynman, buena parte de la avanzada empresarial en este tema viene por el lado de las “ciencias de la vida”: se esperan revoluciones en la medicina, en la química de materiales o en la genética. En Dinamarca, días atrás la Universidad de Copenhague, en conjunto con la Fundación Novo Nordisk destinó US$1500 millones a la construcción de una computadora cuántica funcional, con un programa que se extiende hasta 2034.

“El campo cuántico está ardiendo. Muchos colegas míos, que hasta hace pocos años pensaban en tener una carrera académica de por vida, se fueron a startups o a grandes empresas de tecnología que están ofreciendo salarios altísimos”, cuenta Galante, que divulga el tema desde su blog FisicaGalante.medium.com y que pronto expondrá un trabajo conjunto con artistas sobre temática cuántica en una galería de arte de Londres.

La gran complejidad del tema y sus consecuencias contra-intuitivas (que en su momento enfurecieron a Albert Einstein) llevan a tomar estas promesas, también, con mucha cautela, dice el biólogo y divulgador Diego Golombek, quien acuñó un término al respecto: la “cuanti-chantada”. De hecho, uno de los más famosos IGNobel (el premio que se otorga de manera sarcástica a las investigaciones más absurdas) fue en 1998 para Deepak Chopra, por su aplicación de la mecánica cuántica a la búsqueda de la felicidad.

Sebastián Campanario

domingo, octubre 09, 2022

Tecnología y medioambiente, los dos aspectos que moldearán a los contadores del futuro

El profesional del mañana va camino a emparentarse más al mix entre un data scientist (científico de datos) y un experto en negocios.


Los adelantos tecnológicos hoy permiten que la contabilidad se genere de manera automática. Getty Imágenes

Tal como ocurre en gran parte de las profesiones, los cambios de los últimos tiempos fueron moldeando nuevas demandas de conocimientos, modificaron el día a día y fijaron nuevos requisitos para desempeñarse con idoneidad. Los contadores, en este caso, no son la excepción.

Para empezar, desde el año 2001 hubo una gran irrupción de nuevas regulaciones para prácticas de interés público, como las auditorías. El nivel de escrutinio público que actualmente tiene esta profesión es único. Se ha convertido en una actividad híper regulada, algo similar a lo que sucede con los seguros y los bancos.

Muchas veces, la sociedad toma conciencia de la importancia que tiene la profesión a partir de errores cometidos, como fue la caída de Arthur Andersen tras el escándalo de Enron en los Estados Unidos. Es una profesión que se espera que tenga cero defectos. Y solo se recuerda el impacto que tiene cuando se produce algún error importante.

Nuevos negocios

Por otra parte, en los últimos 30 años se generó en el mundo una mayor sofisticación en los negocios. Eso hace que los contadores deban adoptar un rol más cercano al de un consultor en estrategias, procesos y temas vinculados con la tecnología.

De hecho, los adelantos tecnológicos hoy permiten que la contabilidad se genere de manera automática. Si se compra algo en una página de e-commerce, esa transacción ya queda registrada. Por eso, la profesión ha ido variando a la implementación de nuevas tecnologías o al tratamiento de esa información, en lugar de la producción.

Por tal razón, es importante la incorporación de habilidades vinculadas con la analítica y con big data. El contador del futuro va camino a emparentarse más al mix entre un data scientist (científico de datos) y un experto en negocios. Es decir, va a ser alguien que tenga un enorme manejo de los datos masivos y un dominio de la tecnología.

El rol del contador público es esencial para el desarrollo de una comunidad. Si un productor de paltas de la provincia de Misiones tiene cerca un buen contador, en el sentido de estar actualizado y con una mirada de negocios, se puede convertir en un exportador, obteniendo créditos, financiamiento, accediendo a nuevos mercados, etcétera, mientras que si el contador no está al tanto de todas esas posibilidades y no tiene una mirada de negocio, es probable que no logre desarrollar todo el potencial de la empresa.

Otra de las tendencias que ha irrumpido en la profesión del contador público es la sustentabilidad. Los contadores se han vuelto fundamentales para la medición de los resultados de las acciones relacionadas con el medio ambiente y la comunidad.

El desafío de lo sustentable

Si bien será un experto en ese rubro quien determine ciertas cuestiones técnicas, como la cantidad de mercurio que tiene el Riachuelo o la masa boscosa en el Chaco, el rol de los contadores es fundamental para garantizar que se implemente una metodología adecuada, ya que tienen la potestad de dar fe pública. Es decir, que se presume verdadero lo que respaldan, y la defraudación de esa confianza es un delito que puede ser pagado con una pena de prisión.

En el último tiempo, en la profesión ha sido necesaria la adquisición de conocimientos en materia socio ambiental; conocimientos que permiten desarrollar un plan de estrategia sustentable. Es fundamental el rol del contador público para informar y medir en casos como los de los ejemplos citados más arriba.

Naturalmente, para cumplir con esa misión el contador debe trabajar con especialistas en cada materia, conformando equipos multidisciplinarios de trabajo, pero será él quien brinde fe pública de ese número.

Este esquema es una creciente tendencia mundial que hace que los contadores públicos deban trabajar cada vez más en cuestiones ambientales y sociales, en adición a su tradicional rol de preparar o brindar seguridad sobre información financiera.

Frente a este escenario, muchos contadores están mutando en su rol y las áreas de sustentabilidad en las empresas tienen una gran influencia para que esto sea así. Inclusive, se hizo popular una frase que indica que los contadores pueden salvar al mundo, porque no puede cambiarse aquello que no se mide.

El autor es contador y fundador y presidente del estudio SMS Latinoamérica

Pablo San Martín


viernes, octubre 07, 2022

Los KPI de liderazgo

Hoy en día, los modelos de negocio sostenibles no solo se tratan de llevar la tecnología más nueva y la transición de una plataforma a un modelo de pago por uso, sino que se inclinan más hacia haber empoderado a las personas que están preparadas para el futuro; con una mentalidad resiliente para crear grandes experiencias para sus clientes.


En el futuro, se espera que las empresas sean más ágiles e impulsadas por la tecnología con propósito. Por lo tanto, qué tan bien administre el talento para impulsar sus modelos de negocio definirá su liderazgo en el mercado. Y un sistema efectivo de gestión del desempeño juega un papel fundamental en la configuración de la cultura, abarcando las narrativas de liderazgo. Aquí están los KPI de liderazgo clave si se practican correctamente, colectivamente tiene el poder de influir e inspirar a múltiples generaciones en el trabajo.



En general, las organizaciones que replantean y reevalúan proactivamente los KPI de liderazgo y los ponen en práctica pueden tener éxito en la construcción y retención de talento, lo que impulsa el liderazgo del mercado en cualquier negocio.

Entonces, ¿cuáles son sus KPI (Indicadores Clave de Personas) y los está midiendo a intervalos regulares?


KPI=

KEY PERFORMANCE INDICATORS

THE NEW LEADERSHIP


KEEP  PEOPLE INTERESTED

KEEP  PEOPLE INFORMED

KEEP  PEOPLE INVOLVED

KEEP  PEOPLE INSPIRED


Kaushik Das• 2ºVice President- Talent & Development Lead, Citibank, South Asia Leadership & OD

lunes, octubre 03, 2022

El exceso de control manifiesta un gran descontrol

La desconfianza que genera el intervencionismo provoca el verdadero círculo vicioso en el que se encuentra hace tiempo la Argentina.

 

La economía no se puede controlar. Pixabay

Cuenta la historia que un paciente recibe una mala noticia de parte de su dentista:

- Tendré que extraerle la muela.

- ¿Por qué?, pregunta el paciente, haciéndose el ingenuo.

- Porque si no lo hago, en un año le va a doler mucho.

- Ahhh, entonces tengo un año. ¿Sabe qué?, vuelvo cuando me duela.

Así estamos, esperando que nos duela mucho.

Convengamos que al menos los argentinos somos menos racionales de lo que creemos: sumábamos los números del boleto del colectivo para saber si tendríamos un día de suerte; arrojamos monedas a fuentes para que se cumplan nuestros deseos; somos capaces de pagar el triple con tal de conseguir paquetes de figuritas rápido; hacemos largas caminatas para conseguir trabajo; buscamos tréboles de cuatro hojas; nunca pasamos por debajo de una escalera y hasta elegimos para que gestionen nuestro dinero a dirigentes implicados en casos de corrupción y sin muchos antecedentes laborales.

Es por eso que no es extraño que las crisis económicas y sociales nos reflejen tal como somos: predecibles. Somos capaces de tropezar dos (o más) veces con la misma piedra y raramente lo reconocemos, porque además somos testarudos. Nos importa más tener razón en un debate, que buscar el éxito junto al otro.

Sin embargo, hay muchos que creen que la economía es algo susceptible de ser controlado y que, de hecho, todo lo que nos pasa está planificado o dirigido por empresarios, medios de comunicación o un grupo de iluminados asociados al poder de turno.

Esta creencia en las conspiraciones la utilizamos como excusa para no asumir nuestras culpas por la situación actual, entonces en lugar de buscar soluciones solo buscamos explicaciones y, como se dice habitualmente, “si uno asume la responsabilidad de sus errores puede solucionarlos, pero si uno busca excusas cada vez que falla, nunca lo hará.”

Cuando se regula en exceso, se genera más desconfianza, provocando una caída en las inversiones. Sin ellas, es imposible generar crecimiento.

La economía no se puede controlar. Ya lo intentaron Stalin, Hitler, Mussolini, Fidel Castro y Chávez, y fracasaron a pesar de tener un poder casi absoluto. Más bien, por el contrario, lo que nos enseña la historia es que nadie puede hacerlo: ni las personas ni las instituciones más poderosas.

En la década del 80, casi todos los países del mundo eran gobernados por dictaduras, ya sea de derecha o de izquierda, pero casi todos cayeron por falta de resultados, provocando que no solo nuestro presidente de pronunciadas patillas lograse privatizar las empresas públicas a principios de los años 90. Ya en 1989 cayó el muro de Berlín y en diciembre de 1991 el Soviet Supremo de la Unión Soviética reconoció la extinción de la unión y la disolvió. Hacia finales de ese año, todas las instituciones soviéticas oficiales habían cesado sus actividades y las repúblicas asumieron el papel del gobierno central, dando lugar al nacimiento de nuevas democracias capitalistas.

Los ciudadanos se cansaron de las malas gestiones públicas, de esperar para tener un teléfono, de no tener ni luz ni agua y las comunicaciones empezaron a demostrar globalmente que había sociedades que funcionaban con una mejor calidad de vida. Casi todos los países, incluso los de la ex Unión Soviética, terminaron privatizando sus empresas de comunicaciones.

Ciclo global

Tampoco fuimos nosotros, fue un ciclo global que, a finales de los años 2000, cansados de una economía pujante, pero muy desigual, fue reventando burbujas, como la del sudeste asiático, la rusa o la de Brasil, hasta que nos pasó a nosotros en 2001. Sociedades que gastaban más de lo que producían.

En ese ciclo la mayoría de los ciudadanos del mundo optó por un Estado presente que regulase y arbitrase las desigualdades, fue el crecimiento sin inclusión el que generó esa necesidad de cambio y nosotros llegamos tardíamente a ese ciclo global. Surgió el dogma del “Estado presente”.

Pero lo excesivamente regulado trae siempre malos resultados. Aprendimos que, en el corto plazo, pueden poner precios máximos en el supermercado, a las tasas de interés o al valor del dólar, pero se elimina la competencia, dejando solo en pie al que puede soportarlo, al más fuerte. El supermercado se nutre de proveedores. El banco usa dinero de los ahorristas. Por eso, al que están castigando y postergando es al productor o al proveedor, o al ahorrista, o sea, a la clase media. Desalientan a producir o ahorrar más y sin ellos no hay crédito; sin crédito, solo crece el que ya tiene dinero, aumentando la desigualdad y, con ello, desaparece la movilidad social.

Es imposible, a mi gusto, generar un clima de inversión próspero sin tener en cuenta a los protagonistas de la producción, siempre sometiéndolos a millones de disposiciones burocráticas, mientras los que apuestan a la informalidad sacan ventaja. Se produce ahora una desigualdad jurídica. Finalmente no somos todos iguales ante la ley y eso representa un gran fracaso del desarrollo de las libertades individuales.

La economía no se puede controlar. Ya lo intentaron Stalin, Hitler, Mussolini, Fidel y Chávez, y fracasaron pese a tener un poder casi absoluto.

Cuantas más aclaraciones y parches necesita una regulación, más oscura luce; y cuando se regula en exceso, más desconfianza se genera, provocando una caída en las inversiones. Sin ellas, es imposible generar crecimiento, trabajo, consumo y rentabilidad para generar ahorros.

¿Por qué tiene que ser tan difícil interpretar a qué tipo de cambio puede acceder un ciudadano para reponer sus insumos o simplemente sus gustos? Cuando un empresario se ve obligado a leer antes el Boletín Oficial del día que sus reportes de evolución internos es que estamos en problemas. La desconfianza que genera el intervencionismo provoca el verdadero círculo vicioso en el que se encuentra hace tiempo nuestra querida Argentina.

Adaptando una frase de José Ingenieros, déjenme decirles que el emprendedor o empresario pyme quiere ascender hasta donde sus propias alas puedan elevarlo, mientras que el vanidoso regulador cree encontrarse ya en la cumbre del conocimiento como para imponer su saber a los demás.

El problema en la Argentina es cultural. Parece que por mucho tiempo alentamos modelos de negocios con más burócratas intervencionistas que con emprendedores dispuestos a arriesgar tiempo o capital.

El futuro

¿Podrá venir un ciclo algo más virtuoso en nuestro país? Para mí sí, aunque debo reconocer que uno tiende a confundir lo que quiere que pase con lo que puede pasar.

Me alienta creer que estamos en un fin de ciclo de esta forma de ver la economía. Por fin, entendimos que la riqueza no se obtiene del suelo, sino de quien invierte en él y del valor agregado que genera la inversión en conocimiento aplicado.

Por suerte, creo que por fin empezamos a cuestionar eso de un Estado presente cuando no es capaz siquiera de garantizarnos educación, salud y seguridad acorde a lo que pagamos por él. Por eso creo que el próximo ciclo volverá a ser uno donde la actividad privada vuelva a ser la protagonista.

Y éste es mi punto. Lo que estoy escribiendo me parece tan obvio que parece que, esta vez, si hoy plebiscitaran un plan económico, elegiríamos uno más acorde con el desarrollo privado, respetando las libertades individuales y de transparencia a la hora de la toma de decisiones.

La crisis no beneficia a nadie y, cuanto mejor nos va a todos, más consumimos y, por tanto, más ganan las empresas. Pensar que quieran quedarse sin consumidores es absurdo ¿Cómo les va a interesar una crisis financiera que impida que nos endeudemos para gastar?

Creo que es claramente contradictorio asignar a la economía un comportamiento racional tal como para ser posible que alguien la maneje a su voluntad. Solo respetando las libertades individuales vamos a dignificar el ímpetu emprendedor de cada uno de nosotros.

Ante este dolor de muela, ahora sí llegó la hora de ir al dentista.

Claudio Zuchovicki

domingo, octubre 02, 2022

Escala de Kardashev, cambio civilizatorio y un debate de ciencia ficción sobre el crecimiento económico

Muchos se preguntan qué sucederá cuando las máquinas adquieran un rol relevante en la producción de nuevas ideas y conocimiento.

 


Hay escenarios en los que la inteligencia artificial va reemplazando paulatinamente las tareas de los humanos en la producción de bienes y servicios. shutterstock - Shutterstock

¿Incremento en el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), en la construcción o en la utilización de la capacidad instalada? Chirolas. ¿Aumento del PBI a “tasas chinas” de doble dígito? Por favor: cambio chico. En el debate económico que cruza tecnologías exponenciales con crecimiento futuro hay quienes usan esquemas de medición algo menos convencionales, pero más potentes en varios ordenes de magnitud. Como la “escala de Kardashev”, que clasifica a las civilizaciones (terrestres o de otro planeta) de acuerdo a la energía que puedan capturar de estrellas cercanas o de toda la galaxia.

La escala fue propuesta en 1964 por al astrofísico ruso Nikolai Kardashev. Una civilización de “tipo 1″ en esta medición es aquella que puede capturar la totalidad de la energía que emite la estrella más cercana desde su planeta de origen, una de “tipo 2″ suma las de todo el sistema planetario y una de “tipo 3″, las de toda la galaxia. Actualmente somos una civilización de tipo “0,7″ (todos los días se aprende algo nuevo), podríamos llegar a una de “tipo 1″ de acá a entre 100 y 200 años, a una de “tipo 2″ en unos cuantos miles de años y a una de “tipo 3″ en un lapso de entre 100.000 y un millón de años, de acuerdo con una estimación del futurólogo y doctor en Física y Matemática, Michio Kaku.

¿Qué tiene que ver la escala de Kardashev con la actual dinámica del crecimiento económico? Volvamos por unos párrafos al planeta Tierra y a la actualidad, o al menos al futuro cercano.

El artículo sobre el impacto de la inteligencia artificial (IA) en el crecimiento más citado hasta ahora en el campo académico fue publicado en 2018 en la oficina nacional de estadísticas de Estados Unidos (NBER), y sus autores son Philippe Aghion, Benjamin Jones y Charles Jones, de LSE, Northwestern y Stanford, respectivamente. Se titula “Inteligencia artificial y crecimiento económico”, y recorre la literatura de innovación de procesos disruptivos de los últimos 200 años (Acemoglu, Restrepo, Nordhaus y otros economistas) para preguntarse si, como creen muchos “tecnooptimistas”, “esta vez es distinto” y podremos acelerar en algún momento del siglo hacia algo parecido a la “singularidad”. En términos económicos, un camino nunca visto hasta ahora en la historia.

 


Existen diversos campos donde la IA ya “descubre” e “inventa” territorios nuevos: shutterstock - Shutterstock

Para especular con estas cuestiones, los autores analizan escenarios en los que la inteligencia artificial va reemplazando paulatinamente las tareas de los humanos en la producción de bienes y servicios. Y, más crucialmente, qué sucederá cuando las máquinas adquieran un rol relevante en la producción de nuevas ideas y conocimiento científico-tecnológico.

Reelaborando sobre este marco teórico, semanas atrás el economista Matt Clancy, especializado en innovación del IFP (Instituto para el Progreso, con base en Washington), se puso a especular sobre qué pasaría si pudiéramos automatizar el proceso de invención y de descubrimiento científico. Esta es una fuerza que opera en dirección inversa a otras dos directrices seculares que tienden a frenar el crecimiento en la actualidad: el avance poblacional cada vez más lento y la dificultad creciente de los problemas que enfrentamos, que hace que los resultados en términos de innovación y nuevos avances sean cada vez más complicados de lograr (este es un resultado que ya tiene mucha evidencia en el campo de la economía de la innovación).

Al menos de manera parcial, no se trata de una pregunta de ciencia ficción, sino que existen diversos campos donde la IA ya “descubre” e “inventa” territorios nuevos: desde la predicción de formación de proteínas de Alpha Fold (de Deep Mind) hasta los textos complejos generados por GPT-3, pasando por las imágenes que crea Dall-E, (y pronto también videos a partir de palabras), las pruebas automatizadas de teoremas matemáticos y varias avenidas más.

Y aquí entra la idea del astrofísico ruso Kardashev de 1964. Clancy toma esta escala para correr el modelo de Aghion, Jones y Jones y ver qué sucede. Para tener una idea de dimensiones: las diferencias entre una civilización de “tipo 1″ y una de “tipo 2″ o “3″ son gigantescas. Una de “tipo 2″ consume unas 1010 veces más energía que una de “tipo 1″, y una de “tipo 3″, 1010 veces más que una de “tipo 2″. Clancy supone que toda la población del planeta se dedica a inventar (este supuesto no es crucial, puede ser un porcentaje menor), que la población crece al 0,7% anual y que la innovación es cada vez más trabajosa: cada aumento del 0,1 en la escala de Kardashev requiere el doble de horas de invención que el anterior.

Si se parte de un grado bajo de automatización del proceso de invención, como el actual, y se asume que se llegará a un 100% de automatización en algún momento, entonces aparece la magia de la exponencialidad: tardaríamos 20 años en llegar al 0,8 en Kardashev; luego cuatro años para ascender de 0,8 a 0,9; y menos de un año en ser una civilización de “tipo 1″. ¿Cuánto se tarda del nivel 1 al 3 intergaláctico? ¡Menos de tres meses!

Pero la predicción más interesante del modelo es que si hay una parte del proceso de invención no automatizable (aunque sea muy pequeña, del 1%), que sigue dependiendo crucialmente de los humanos y sus limitaciones, las velocidades “locas” de crecimiento no emergen. Clancy cree que este es el escenario realista para el siglo XXI: uno en el que la AI le gane la pulseada al bajo crecimiento poblacional y a la dificultad cada vez mayor en el margen de innovar, pero sin arribar a una singularidad en la cual las máquinas realicen todo, “que siempre estará a la vuelta de la esquina, pero nunca llegará”.

Meter a la escala de Kardashev en un modelo económico es un condimento que sin duda remite a la ciencia ficción, pero lo cierto es que este tipo de debates sobre tasas de automatización mayores a las previstas, productividad y crecimiento figuran cada vez más en el mainstream (corriente principal) de la discusión económica.

Y lo mismo sucede en las distintas ramas de cambio y transformación: en la discusión sobre envejecimiento, los escenarios de prolongación radical de la vida ya no son parte de una conversación marginal, sino que están presentes como algo dentro del horizonte de probabilidades a mediano plazo de cualquier biotecnólogo o médico que hoy trabaje en temas de frontera de las ciencias de la vida. No es algo seguro, obviamente, pero tampoco imposible, y ya no “resta” puntos a nivel académico si uno se pone a investigarlo (por ser algo “poco serio”), sino todo lo contrario. Se invirtió el esquema de incentivos.

Algo similar ocurre en el área del cambio climático: un metaestudio publicado el 10 de agosto por un equipo de la Universidad de Lut (de Lappeenranta, Finlandia, donde se filmó la serie Sorjonen) halló que la cantidad de investigaciones académicas que consideran que se puede llegar a 2050 con una matriz energética global 100% basada en renovables crece al 27% anual desde 2010: se pasó desde un duro escepticismo en ese entonces a una corriente principal que ya lo da por muy probable. Ni el astrofísico Kardashev en su juventud moscovita del 64, en la Unión Soviética de Leonid Brezhnev, hubiera soñado con semejantes aceleraciones.

Sebastián Campanario