Descubre si tus
capacidades profesionales sirven para algo. ¿Crees que será posible un cambio
radical en tu carrera? La frustración de un puesto de trabajo, la que te
suscita tu empresa, tu jefe o tus compañeros; el hastío de una profesión o un
sector sin aparente futuro... La solución puede estar en irse y aplicarse a la
reinvención profesional... O no. También puedes quedarte en tu puesto o en tu
compañía y reinventarte dentro. Es posible hacer carrera, ganar más y adquirir
una nueva influencia.
Estás harto de tu trabajo, de tu jefe y de buena parte de
tus compañeros; vives frustrado porque tu profesión se ha quedado obsoleta, o
porque la empresa o el sector en el que trabajas no responden a lo que exige el
mercado laboral... Y tú mismo te quedas atrás.
Ante eso, puedes decidirte por el cambio radical, lo que
muchos expertos y asesores definen como la "reinvención profesional".
En realidad, tu carrera está en tus manos, no en la de los empleadores. Y hoy
la respuesta más eficaz a un mercado de trabajo que cambia casi cada día y que
es hipercompetitivo pasa por que te conviertas en un nuevo tipo de profesional,
desarrollando nuevas competencias y habilidades; tratando de ser más
emprendedor y creando valor añadido; diferenciándote del resto de candidatos...
No tiene nada de particular que busques empleo, incluso desde el puesto en el
que estás actualmente.
La reinvención profesional implica una búsqueda constante,
más aún cuando resulta necesario aplicar nuevas fórmulas de rastreo, ante la
evidencia de que sólo el currículo no vale, de que llegan nuevos agentes al
negocio de la selección...
Los expertos están de acuerdo en que siempre es buen momento
para cambiar de trabajo si hay razones para hacerlo. Pero también es posible
que el cambio no esté fuera. Quizá la solución esté en dar otra oportunidad a
tu empresa y a tu trabajo. No es un camino cómodo, e implica cambios, también
radicales. No se trata de una opción para los que piensan en quedarse sólo
porque no queda más remedio, por temor a no encontrar nada mejor. Los
profesionales aguantan más de lo que parece, pero la decisión de quedarse para
cambiar las cosas en el propio empleo implica esfuerzo y dificultad. El premio
ha de ser brillar más, aportar nuevo valor, ser más influyente, estar mucho
mejor considerado, ganar más e impulsar la propia carrera.
1.Tocar fondo... para
salir disparado
En ocasiones, tocar fondo en el trabajo que aborreces puede
llevar a una reflexión profesional muy productiva que te impulse a barajar
opciones diferentes incluso dentro de tu compañía.
Precisamente la experiencia frustante de un trabajo que
aborreces te puede llevar a buscar -y a encontrar- nuevos puntos de aprendizaje
y de desarrollo personal. Quizá esa frustración y el empeño por superarla es la
que te hace descubrir que esa actividad que aborreces potencia determinadas
habilidades y competencias que te servirán en el futuro. Tómalo como un reto y
trata de enfocar esa tarea para tratar de mejorarla.
2.Conviértete en un
profesional más valioso
Puedes seguir algunas estrategias para probar que te has
revalorizado y que puedes exigir recompensas profesionales o que te paguen más.
Para empezar, debes alinear tu marca personal con la de tu
empresa. Recuerda que no eres insustituible, pero sí singular, por lo que debes
demostrar qué diferencia aportas, cuál es tu singularidad profesional.
La clave está en buscar nuestra propia empleabilidad, y en
ese sentido las exigencias del mercado de trabajo hacen necesario que nos
vendamos (en este caso ante nuestra organización) como si fuéramos una empresa
o un producto. Debemos diseñar nuestra carrera pensando en quién podría
invertir en nuestro talento. Pero para eso hay que demostrar resultados y
asumir riesgos.
Conviene probar que somos cada vez más eficientes y eficaces
(generas más resultados), más ágiles, y que aportamos al equipo, al jefe, a los
compañeros y subordinados.
Nuestro valor aumenta si somos positivos, si damos ejemplo,
y mantenemos nuestro estado de ánimo y permanecemos estables ante los cambios.
A todo esto se une la experiencia, que resulta clave cuando
se trata de revalorizarnos. Se aprecia especialmente que sepamos sacar valor de
los proyectos en los que hemos intervenido.
La etiqueta de experto nos la ponen los demás, y seremos
expertos reconocidos cuando una masa suficiente de personas nos defina de esa
manera. Para eso hay que demostrar nuestra capacidad de resolver problemas.
En todo caso, has de tener en cuenta que la experiencia
puede dejar de ser la moneda de cambio en el mercado del talento, y que se
tenderá a seleccionar por actitudes y por cultura. Si la gente no tiene
experiencia, lo que se valora es la actitud, y el empleado con éxito destacará
por ello, por el entusiasmo y las ganas de aprender.
Y no olvides la polivalencia, el hecho de ser un empleado
capaz de trabajar en diferentes puestos; de ser un comodín y demostrar
flexibilidad funcional.
3.Puedes ser un
emprendedor interno
Comprueba que tu empresa está abierta a los cambios. Si has
decidido convertirte en emprendedor interno para salir de la frustración de tu
puesto, debes tener en cuenta que hace falta un caldo de cultivo que favorezca
la transformación y que sea receptivo a una cierta mentalidad start up que
cambia muchas empresas.
No serás intraemprendedor si tu organización no está
dispuesta a aprovechar el talento interno para que se puedan poner en marcha
ideas de negocio sin abandonar la compañía.
Si tu jefe es proactivo, puedes plantear tu reto bien
documentado y pedir una oportunidad. Propón tu proyecto y argumenta los
beneficios que puede aportar.
Debes tener en cuenta que no todo el mundo está preparado
para ser emprendedor interno. El intraemprendedor verdadero tiene prestigio por
haber demostrado buenos resultados y haber propuesto ya alguna idea.
Si aún no cuentas con esta fiabilidad, es hora de que te
centres en hacer bien lo que haces, en ser fiable para adquirir la influencia
que hace falta para que tus ideas y propuestas sean tenidas en cuenta.
Demuestra lo que vales y aprende a compartir los éxitos. Analiza
si admites bien las críticas y haces caso de los consejos, porque tus ideas han
de evolucionar para encajar con las exigencias de otros. Recuerda que si te
molesta que se metan con tu idea, quizá el intraemprendimiento no sea lo tuyo.
4.Cuidado ahí afuera...
no es oro todo lo que reluce
Hay que ser precavido con los modelos de "empresa
ideal" a los que aspiramos. No cabe duda de que hay empresas excelentes y
admirables, pero muchas de las que presumen de serlo no lo son en realidad.
Lo primero que debes hacer es rechazar de plano la obsesión
por tener un puesto ideal, o por estar en la empresa perfecta. Eso no existe, y
la frustración llega por empecinarse en vivir en un paraíso profesional que no
es real.
Recuerda que tu empresa tiene una reputación y una marca.
Puede ser que eso influya positivamente en tu buen nombre profesional. Engorda
y mejora tu currículo, y ese puede ser un argumento por el que te pueda merecer
la pena cambiar, pero dentro de tu empresa.
5.Saber qué tipo de
profesional eres
Decidas irte o quedarte y buscar un nuevo valor y una
visibilidad que antes no tenías, resulta fundamental que hagas un pronóstico
acerca de tu trabajo, de tu profesión o de tu sector de actividad. Te servirá
para reaccionar ante un mercado laboral cambiante y frente a la dificultad para
obtener consejo fiable y preciso sobre tu futuro laboral.
Es conveniente saber lo que estarás haciendo dentro de cinco
años, porque esta ventaja que te permite desarrollar nuevos conocimientos y
competencias que te llevan más cerca de donde quieres llegar. Has de diseñar un
plan de carrera y ser consciente de tus puntos débiles y fortalezas. Y aunque
decidas quedarte, tienes que ser un experto acerca de qué está buscando el
mercado.
6.De profesional
invisible a influyente
Quizá puedas beneficiarte de que tu organización entienda
que es necesario que haya también profesionales que sean influyentes y que
tomen decisiones importantes siendo invisibles. Es posible que tu empresa haya
aprendido a motivar y reconocer a este tipo de profesionales. Ese es otro
argumento para quedarse.
Recuerda que sin poder reconocido y sin ser jefe también es
posible ser influyente en tu organización. Puedes generar un nuevo interés
hacia ti y hacia tu trabajo, y eso hace que crezca tu valor dentro de la
compañía.
La influencia como poder informal generará un cambio
positivo en todo lo que haces. Además, si no tienes cargo pero quieres influir,
puedes convertirte en experto. Para eso debes hacer un benchmarking de lo que
tiene que ver con el negocio de tu empresa; comparte conocimientos; y deja una
huella personal, sin olvidar tu presencia en las redes sociales.
Y no olvides que la capacidad de influencia tiene que ver
con la credibilidad, algo que se gana a lo largo de tu trayectoria, y que exige
capacidad de relación, porque te convertirás en alguien con quien los demás
quieren compartir ideas e información.
7.Hacer marketing de
uno mismo
De nada sirve ser útil y fiable si eres invisible. Hay
buenos profesionales que se quedan estancados y hay otros mediocres que
ascienden con rapidez. Debes saber hacer visibles tus logros, porque esto
genera sensación de confianza.
Haz marketing de ti mismo. Esto no significa ponerse
medallas sin más, sino más bien hacer una promoción de lo que aportas realmente.
Somos lo que nuestros amigos creen que somos, y en esto
tienen mucho que ver las redes sociales. Cuida tus interacciones, la imagen que
conforma tu reputación profesional y el valor real que tiene todo esto.
Debes ser capaz de gestionar de manera adecuada tus perfiles
sociales y eso te ha de llevar a crear una marca personal sólida, real y
efectiva.
Hay que tener en cuenta que dominar las redes sociales
implica una capacidad para que muestres la verdadera calidad de tu trabajo. Que
los medios sociales sean la correa de transmisión de lo que haces y eres
realmente.
8.Qué te motiva
realmente para quedarte
Los expertos calculan que la motivación extra que
proporciona un aumento de sueldo dura tres meses, y es ya conocido el estudio
de la Universidad de Princeton que asegura que, "a partir de unos ingresos
anuales de 75.000 dólares, no hay mayores consecuencias en términos de
felicidad, estrés, disfrute o frustración".
Debes tener en cuenta que, aunque el elemento económico
sigue siendo uno de los principales cuando se habla de motivación, su impacto
es a corto plazo, y termina por interiorizarse o por olvidarse.
El reconocimiento verbal podría ser otra opción, pero
tampoco llena del todo. Queda el consuelo de la carrera profesional, pero has
de asegurarte de que tu empresa puede ofrecerte una que te satisfaga realmente.
Puedes buscar nuevas oportunidades de trabajo y la
posibilidad de embarcarte en proyectos innovadores que te hagan sentirte
diferente porque enriquecen tu actividad cotidiana.
Recuerda que hay motivaciones extrínsecas e intrínsecas. Las
primeras son externas: hago algo y me pagan por ello. Cubren unas necesidades
básicas, como el dinero para vivir o el afecto. No motivan, pero si carecemos
de ellas nos quedamos frustrados.
Las verdaderas motivaciones son intrínsecas. Se trata de
recompensas que nos damos a nosotros mismos, del tipo "siento que estoy
aprendiendo", "creo que formo parte de un grupo exclusivo",
"soy útil en la organización, y que me siento reconocido"...
Tino Fernández