Ser Zen. Un profundo
trabajo de autodescubrimiento permite lograr la transición de líder tradicional
a consciente. Para ello es preciso aprender a detenernos, observarnos y actuar
con plena atención. El liderazgo desde la óptica de Mindfulness.
Rodrigo cuenta que está comprendiendo por fin cómo funciona
su empresa. En el marco administrativo-financiero siempre fue brillante, pero
no alcanzaba a liderar su proyecto de manera efectiva. Cuando creía estar
construyendo un equipo éste se disolvía, o renunciaba el encargado del personal
o alguna pieza importante, y entonces había que comenzar de nuevo. Algunas
conductas le eran extrañas, lo desorientaban y no alcanzaba a descubrir por
dónde tenía que gestionar el emprendimiento.
Luego de un período
de autodescubrimiento que incluyó la práctica de yoga y Mindfulness, llegó
a la promisoria conclusión de que él mismo “bloqueaba el flujo saludable de la
organización”. En realidad, el cambio debía comenzar por él y sólo después
guiar a su personal.
Una de las aplicaciones del Mindfulness (Atención Plena) a
las organizaciones es lo que llamamos el entrenamiento de “líderes
conscientes”.
Entendemos por consciente una cualidad del pensamiento y la
acción donde predomina la observación
atenta del contexto, la comprensión de la interrelación entre los distintos
componentes del mismo y una conducta asertiva y compasiva para con todos los
implicados.
¿Entonces esto quiere decir que existen líderes que no son
conscientes? ¿Un liderazgo sin conciencia? La verdad es que abundan los líderes
que llevan adelante organizaciones, empresas, proyectos, por el mero hecho de
detentar el poder o por portación de carisma solamente.
Hacer una transición
del liderazgo tradicional basado sólo en el carisma a un liderazgo consciente
es un desafío, y es inevitable atravesar un proceso intenso de cambios y
replanteos.
El liderazgo basado
en el carisma y las habilidades personales (skills)
Por mucho tiempo se abonó la idea de que el mejor líder es
aquel que decide con inteligencia y ejecuta con valor y capacidad esas
decisiones. Basado en sus habilidades personales principalmente (comprensivas,
disuasivas y asertivas), se instala en el imaginario institucional como el
héroe o guía que regula todo el proceso y toda la tropa debe alinearse tras él.
Este liderazgo vertical implica alguien que sabe y otros que
siguen. Implica lucidez y equilibrio personal para hacer lo mejor en el
contexto que se presenta.
Pero el problema que nos presenta es que no permite que el
resto del personal de la organización se empodere y asuma una actuación
“heterárquica” (poder distribuido) que alimenta saludablemente a todos. El
sentimiento de pertenencia y de “tener la camiseta puesta” sólo surge cuando yo
siento que soy parte de la construcción colectiva que llamamos Organización.
Qué cosas cambiar
para ser un líder consciente
Un profundo trabajo de autodescubrimiento nos permite
"transicionar" de líder tradicional a consciente. Para ello, aprender
a detenernos, observarnos (nuestro cuerpo, nuestros pensamientos y nuestras emociones)
es fundamental. En ese proceso de cambio personal, algunas habilidades
comienzan a emerger:
- Capacidad de atender
con curiosidad y mente de principiante a todo el contexto.
- Desarrollo del
autocontrol, entendido como la capacidad de regular las emociones y
balancear nuestra mente ante el estrés y la adversidad.
- Ética del corazón,
como la virtud de seguir nuestras convicciones más profundas y alinearlas con
el bienestar para los demás.
- Trascendencia,
como el sentido que le conferimos a nuestras acciones, yendo más allá de lo
inmediato y mirando con perspectiva profunda el para qué de nuestro trabajo.
El líder organizacional Debashis Chatterjee, de origen
hindú, dice lo siguiente: “los líderes conscientes actúan desde el fondo de sus
corazones. Su deseo de acción se vierte totalmente en el contexto inmediato de
la acción. El líder actúa aquí y ahora
con amor. De esta manera controla el deseo en lugar de estar controlado por él.
Si esta acción es total e instantánea, no produce actividad y agitación
nerviosa. Entonces el líder puede sostener que ha cultivado el primer hábito
del corazón, es decir, canalizar la energía del deseo hacia el camino de lo
deseable.”