Quien habla de liderazgo habla de innovación. Quien habla de innovación
habla de ideas. Quien habla de
ideas habla de las conversaciones que permiten su creación y difusión. Hablemos de las conversaciones.
Ahora que nadie duda que la
innovación sea la clave de la competitividad empresarial, entonces se hace necesario
pensar en cómo gestionarla y esto consiste básicamente en gestionar
conversaciones.
Nuestra competitividad empresarial
depende de cómo provocamos que haya muchas ideas de excelente calidad, pero
sobre todo cómo aseguramos que se difundan y se hagan realidad.
Para ello deberemos dominar
las conversaciones que se producen en las organizaciones en los dos
tipos básicos de innovación que una empresa puede utilizar y que están
estrechamente relacionados entre sí.
Los dos tipos de innovación:
estructurada y difusa
La gestión de la innovación se ha
entendido tradicionalmente como la innovación basada en una idea que se
presenta de forma estructurada mediante un proyecto, que se evalúa mediante
unas matrices, a veces con un software, con comités y otras
herramientas y que finalmente acaba siendo un proyecto, un proyecto que suele
ser complejo y que requiere equipos y una adecuada gestión del cambio mediante
metodologías específicas como la del viaje de las ideas. Este es el primer
tipo de innovación con conversaciones estructuradas.
Pero hay un segundo tipo
de innovación, una innovación difusa o continua, que es la que
se produce todos los días en nuestras empresas de forma imperceptible, en forma
de conversaciones muy numerosas que afectan a todos los trabajadores de manera
cotidiana. Estas conversaciones contienen ideas (memes) que se trasladan
en pequeñas mejoras que se producen en cualquier puesto de trabajo. Son a
menudo imperceptibles, pero sumadas y miradas con perspectiva pueden ser muy
importantes.
La paradoja es que las
empresas, cuando quieren sistematizar su proceso de innovación, se olvidan de
este segundo tipo de innovación. No les importa tomar medidas que promuevan
la creatividad y la innovación continua, sólo potencian el primer tipo de
innovación estructurado, pues no creen en el poder innovador de las
conversaciones organizativas.
La innovación con conversaciones sistematizadas:
pensar dentro de las cajas
El primer tipo de innovación aún se
debe potenciar más. La capacidad que tiene una organización de
gestionar proyectos innovadores es limitada, pero muy superior a lo que la
mayoría de las organizaciones hace. La innovación más estructurada y
compleja tiene un enorme recorrido en nuestras empresas.
Todas las organizaciones deberían
contabilizar sus gastos en función de lo que Vijay Govindarajan, en su famoso
artículo Thinking inside the box denominó
tres cajas:
·
Caja 1: Proyectos y acciones que permiten
gestionar el presente.
·
Caja 2: Acciones y proyectos que de forma premeditada
abandonen el pasado.
·
Caja 3: Acciones que ayuden a crear el
futuro.
Las cajas 2 y 3 deberían tener
presupuestos asignados que se deberían ejecutar en función de la
importancia estratégica y el impacto en resultados de cada proyecto o idea.
Para ello las empresas deben crear procesos de gestión sistematizada: buzones
de ideas electrónicos, procesos de comité por comunidades de innovación,
personas cuya misión sea señalar ideas, procedimentar e implantar estas ideas:
agentes de cambio, integradores de ideas….
En la innovación sistematizada
podemos calcular el número de proyectos aceptados o rechazados, el coste y la
rentabilidad de los mismos, su éxito o retraso… Se producen
conversaciones dentro de estos procesos de innovación, pero con un protocolo
más “cartesiano” y preestablecido.
La innovación continua: gestionar
conversaciones desorganizadas
Cuando se habla de innovación
continua o difusa, la dificultad es establecer cómo provocamos que haya
muchas conversaciones con ideas, pequeñas ideas que cambian a la
organización de forma rápida e imperceptible, para hacerla más eficiente.
En este segundo tipo de innovación la
gestión es más compleja, no la podemos medir con la misma facilidad ni
sistematizar. De hecho, nuestras organizaciones ya cambian así, sólo se trata
de acelerar y hacer más eficiente el proceso.
Para ello hay que trabajar con las
denominadas culturas innovadoras, culturas que facilitan que las ideas
surjan más rápido y se implanten más rápido. Hay que establecer cómo es el
liderazgo transformador que es el que conoce que las culturas son
conversaciones y es capaz de controlar este proceso caótico.
En la actualidad es muy fácil crear
herramientas 2.0. que permiten facilitar el proceso y controlar más las
conversaciones organizativas, medirlas y analizar su impacto en el negocio.
Algunas de estas conversaciones y
microideas (memes) derivarán en “proyectos” que seguirán procesos
estructurados, pero la mayoría serán microcambios en actitudes, en pequeños
hábitos, en pequeñas tareas… Pero muchos microcambios sumados harán que
esa organización cambie e innove más rápidamente y sea más competitiva.
Pero este segundo tipo de innovación
continua suele ser la clave del éxito pues además de provocar
más cambio, mejora el proceso de creatividad de la innovación sistematizada
(primer tipo de innovación) y lo que es igual de importante, de su
implantación. Por ello se debe actuar en paralelo sobre los dos tipos de
innovación.
La cultura innovadora son
conversaciones
Tendremos que acostumbrarnos a un
nuevo lenguaje en el que se hablará de la optimización de la inteligencia
organizativa, de análisis de redes sociales, de hibridación de ideas, de
mecanismos de dinamización de la colaboración mediante culturas innovadoras.
Tendremos que conocer los secretos de la innovación, de la memética, de la gestión de las comunidades, pero especialmente la herramienta
básica de la innovación: las conversaciones.
La competitividad empresarial depende
del manejo de ambos tipos de innovación, por ello los líderes son los que dominan ambos
tipos de innovación, procesos demasiado estratégicos para dejarlos sin
gestionar.
Son líderes que conocen la naturaleza humana de sus colaboradores, que
los hace creativos y sociales, con ganas de compartir y mejorar si se establece
un adecuado marco cultural, pero que sobre todo dominan la principal
tecnología de la cultura: las conversaciones organizativas.