viernes, julio 16, 2010

Desde la oficina del presidente

Como asesor de cuatro Presidentes de los EEUU, David Gergen ha tenido el privilegio de observar personalmente a algunos de los líderes más poderosos del planeta. En esta entrevista realizada por Chris Stanley y exclusiva con HSM, Gergen – ahora Analista Político Senior de CNN – habla sobre algunas de las lecciones que aprendió de su época trabajando en la oficina Presidencial y nos ofrece su perspectiva sobre algunos de los desafíos clave que enfrenta el actual Presidente, Barack Obama.

Usted prestó servicios bajo el mandato de cuatro presidentes diferentes. ¿A quiénes considera más admirables desde el punto de vista del liderazgo?

El líder más admirable para el que trabajé fue Reagan. Fue un político de convicciones al estilo de Margaret Thatcher. Tenía creencias y principios profundamente arraigados que lo guiaban. Tanto el país como su equipo sabían lo que en última instancia él trataba de lograr. Carter que fue su antecesor no tenía personalidad. Nunca se sabía de un día para el otro qué dirección tomaría. Reagan era muy diferente en ese sentido, como habían sido Thatcher y otros. Al mismo tiempo, en la lucha por esos principios, podía ser bastante flexible en los medios que utilizaba. Podía cambiar de izquierda a derecha para lograr su objetivo. He llegado a creer que “la constancia en los principios y la flexibilidad en los medios” es un aspecto muy importante del liderazgo. Más allá de eso, Reagan tenía un optimismo contagioso que era muy importante. Aún si uno no estaba particularmente de acuerdo con sus políticas, brindaba una sensación de seguridad, que íbamos a lograrlo.

¿Qué importancia le otorga al carisma en un líder en comparación con su intelecto?

Estoy persuadido por el análisis de Jim Collins que el liderazgo carismático a nivel corporativo está sobreestimado. Pero creo que tiene un papel importante en la política. Toda la teoría de Good to Great es que las personas que no son muy carismáticas, que son humildes y modestas pero muy estables, constantes y sólidas tienden a hacer mejor líderes corporativos. Si agregamos a esto las teorías de inteligencia emocional, tenemos el material para un buen CEO. Yo pienso, sin embargo, que en política algo de carisma hace diferencia. Los políticos que han sido más efectivos a lo largo de los años también han sido aquellos con algún grado de carisma.

También considero que en la política, como en la vida corporativa, el intelecto es importante. Creo que hay que tener una comprensión del trabajo. La curiosidad es la base del intelecto. George W. Bush tenía una mente que le funcionaba perfectamente bien pero no era muy curioso. De modo que no empezó a hacer muchas preguntas sobre cómo funcionaba el mundo hasta que asumió su cargo. Se esforzó por aprender, pero se capacitó en el trabajo. Considero que los mejores líderes son aquellos que han estado trabajando y formulando preguntas desde hace mucho tiempo y que son más experimentados al momento de asumir sus funciones. Su padre, por ejemplo, era una persona mucho más curiosa sobre el mundo. Entendía muy bien cómo funcionaba el mundo antes de ocupar su cargo y por lo tanto fue un muy buen líder en política exterior.

Lo que creo no obstante que es peligroso es poner todo el énfasis en el intelecto y no en la personalidad. Pienso que la personalidad sigue siendo el fondo de la cuestión. Los dos presidentes más listos para los que trabajé se vieron desechos completamente por sus defectos de personalidad como es el caso de Nixon, o parcialmente desechos como sucedió con Clinton. Nixon fue el mejor estratega que conocí en mi vida. Tenía una capacidad extraordinaria de poder mirar 20 o 30 años al futuro y actuar consecuentemente. Clinton tenía una mentalidad muy diferente, muy táctica, una mente que no era tan imaginativa. Era muy bueno integrando cantidades y cantidades de información. Tenía conocimientos muy sólidos sobre política. Pero obviamente tenía algunos defectos en su personalidad y lo derrotaron. No llegó a ser lo que podría haber sido. Creo que un líder también necesita ser ambicioso. Es necesario tener un fuego interior. De modo que para mí los tres elementos principales del liderazgo son idoneidad profesional, personalidad y un nivel de ambición y fuego interior que haga posible alcanzar las metas.


Bill George habla de la necesidad de un nuevo estilo de liderazgo para el siglo XXI. ¿Diría usted que los líderes corporativos requieren diferentes habilidades hoy que hace 30 o 40 años?

Creo que el contexto es importante. Y si creo que el siglo 21 tiene necesidades diferentes. Pero también creo que hay algunas cosas que no cambian a través del tiempo. De lo que he estado hablando es de las cosas que no han cambiado. La personalidad es tan importante en el siglo XXI como lo fue en los siglos XIX o XX. Creo que hay algunas cosas que son perdurables. Pero también hay cosas que han cambiado. El siglo XXI requiere una capacidad de trabajo en equipo mucho mayor que en el pasado. Si no se tiene un buen equipo que lo acompañe, como líder y como empresa, uno es un tonto.
También creo que un líder hoy en día necesita más que nunca un mayor sentido de la perspectiva internacional; ya sea del lenguaje como de la apreciación cultural. Por cierto, requiere un deseo de vivir en un mundo más transparente con mayor responsabilidad. Hemos pasado de la cima hacia abajo, a un modelo donde el poder es forzado dentro de la organización, y el líder conoce todos los modelos. Se pide a la gente, especialmente a los trabajadores del conocimiento, que sean más independientes y que produzcan ideas en vez de reprimirlas. Se trata más de un modelo de influencia.

¿Como hacen los líderes corporativos para restablecer la confianza en su propio liderazgo y en la empresa en su conjunto?

Van a tener que ser extremadamente prudentes en su comportamiento. Aun mientras están construyendo la empresa, tienen que asegurarse que las personas son remuneradas de manera adecuada y competitiva. Tienen que ser muy concientes que si pagan mucho dinero, están arriesgando que el gobierno los busque de alguna manera - ya sea para azotarlos o para tratar de subirles la carga impositiva. Creo que deberán tener mucho cuidado para tratar de mantener no solo buenas ganancias en el trimestre sino también la marca corporativa y la reputación. Mire lo que le pasó a Goldman Sachs. Es raro ver una empresa que haya caído tanto y tan rápido en términos de su reputación corporativa. Eso no quiere decir que no puedan salir de esto – y yo creo que lo lograrán – pero uno puede ser golpeado muy rápido y muy duro por cosas simbólicas.

¿Como calificaría el desempeño en el cargo del Presidente Obama hasta el presente?

Creo que hay una decepción generalizada en la comunidad de negocios. Existe la preocupación que vamos a tratar de compensar las diferencias del déficit sacando dinero de las corporaciones y de los inversores. Se verá un aumento de los impuestos sobre dividendos, de los impuestos a las ganancias de capital. Las tasas de impuesto a las ganancias se incrementarán y habrá un gran impulso para aumentar los derechos de los sindicatos. De modo que si bien los empresarios se verán aliviados de la carga que representan los costos de los seguros de salud, se encuentran en un entorno que está en desacuerdo con la Administración en un cantidad de temas. Existen algunas corporaciones que están trabajando de una manera constructiva por si no se encuentran soluciones – un número de empresas de electricidad por ejemplo. Pero en general, la Cámara de Comercio que representa a una amplia franja de empresas en este país desembolsará una tonelada de dinero para poder derrotar a los Demócratas este año en las urnas.

¿No es acaso el tomar estas decisiones difíciles lo que cualquiera en un papel de liderazgo tendría que haber hecho dada la situación a la que nos enfrentamos?

Esta es una pregunta interesante. Actualmente el país se encuentra bastante dividido. Hay un número significativo de individuos del lado progresista, especialmente los jóvenes, que están muy contentos con Obama; piensan que Obama está haciendo lo que es necesario y lo que es socialmente deseable, por ejemplo en términos de la reforma del sistema de salud. Después de todo, nosotros éramos el único país industrializado sin un seguro de salud completo. Pero lo hizo de tal manera que existe muy poca confianza en la comunidad de negocios si va a poder controlar los costos. El proyecto de ley no aborda esto demasiado. La Administración sostiene que tiene medidas para controlar los costos, pero existe un desacuerdo al respecto con la comunidad de negocios. Hay un temor real sobre estos déficits. El nivel de gasto ha sido prodigioso.


¿Es acaso su relación con la comunidad de negocios algo que el deba reparar? ¿Cómo podría hacerlo?

Esta es la primera Administración que yo recuerde que no tiene un liderazgo empresarial en el poder. Y creo que esto es un error. No hay CEOs importantes en esta Administración. Aun en la Secretaría de Comercio que es el bastión donde se colocan empresarios. Tiene economistas que son muy fuertes, pero yo creo que ese es uno de los problemas. Jamie Dimon de JP Morgan Chase se ha convertido en una especie de embajador para la comunidad de negocios – la comunidad bancaria por cierto – ante la Casa Blanca. Pero aún él tiene problemas.

¿Tiene usted algún indicio que esto es algo que Obama vaya a cambiar?

Por el momento no. Si algo se puede decir, la Casa Blanca está utilizando una cierta cantidad de retórica popular. Creo que esto será verdad hasta las elecciones de otoño. Pero creo que después de las elecciones de otoño es posible que veamos un traspaso de un número significativo de bancas a los Republicanos; va a tener que gobernar más hacia el centro. Y eso tal vez sea algo bueno. También creo que no hay duda que después de este año van a tener que esforzarse seriamente para lidiar con los programas de asistencia social. Considero que si se frena el crecimiento de los beneficios sociales resultará en un aumento de los impuestos. Pienso que es casi una certeza que habrá un impulso por aumentar los impuestos. La conversación más frecuente en la Casa Blanca es la de un impuesto al valor agregado. A los conservadores les gusta este impuesto. Pero la preocupación es que habrá un impuesto al consumo además del impuesto a las ganancias ya existente en lugar de uno que lo reemplace.

Fuente: HSM

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