sábado, julio 17, 2010

Cómo desarrollar un liderazgo valiente

Todos podemos ser líderes, si es que de verdad queremos serlo y de hecho, pocas personas nacen siéndolo. Los demás, acaban por desarrollar una capacidad que se asienta sobre la defensa de sus convicciones y la voluntad de alcanzar sus objetivos o los de su empresa.

Como todos sabemos, hay muchas formas de dirigir, y mientras que algunas personas pueden desarrollar un liderazgo totalmente nocivo para su equipo, otras pueden transformarse en líderes valientes y apreciados. ¿Quieres saber cómo lo hacen?

Tus convicciones deben ser mayores que tus miedos

Un líder se caracteriza en primer lugar, por ser capaz de superar sus miedos. Podemos tener miedo a equivocarnos, a probar algo nuevo, o incluso a llevar la contraria a todo nuestro equipo cuando estamos convencidos de que somos nosotros los que llevamos la razón.

La mayoría de nosotros tenemos convicciones muy profundas, pero muchos se apartan a un lado cuando se trata de defenderlas públicamente, o cuando esas convicciones son desafiadas y puestas en cuestión. Tener éxito como líder es ser capaz de superar todos esos miedos.

Tu visión debe ser mayor que tus dudas

Un líder es una persona que entre otras cosas, tiene visión de futuro. Un líder tiene que desarrollar la capacidad para saber dónde se encuentra en cada momento, saber dónde quiere ir y luchar por ello. Aunque es normal tener dudas, en ningún caso pueden paralizar nuestro proceso de toma de decisiones hacia la consecución de nuestro objetivo.

Tu autoestima debe ser mayor que tu instinto de supervivencia

Todos necesitamos sentirnos protegidos, y luchamos por sobrevivir a diario contra las malas influencias, las personas equivocadas, las decisiones mal tomadas, etc. Sin embargo este instinto natural de supervivencia puede crecer a diario en detrimento de nuestra autoestima. Acabamos protegiéndonos de todo y de todos, tanto que ya no somos capaces de elevar nuestras ideas, llamar la atención o destacar.

Esta posición es justamente lo que un buen líder no puede hacer. Los líderes son capaces de escorarse hacia posiciones vulnerables, pero sus convicciones son tan fuertes que son capaces de sobrevivir frente a la crítica y el ataque personal.

La autodisciplina es más importante que la dispersión y el tiempo libre

El éxito, el verdadero éxito como líder rara vez puede llegar si no se basa en la autodisciplina. Es verdad que todos necesitamos tiempo libre para nosotros mismos, y que todos amamos estar con nuestras familias, disfrutar de unas buenas vacaciones e incluso holgazanear de vez en cuando.

Sin embargo hay algo que todos los grandes líderes tienen en cuenta: son capaces de sacrificar parte de su valioso tiempo libre por apostar por aquellas cosas que les permiten crecer física, mental y emocionalmente.

Es importante evitar la autocomplacencia

Aunque a veces es importante darse cuenta de que las cosas están bien como están, el líder es una persona que nunca puede estar 100% satisfecho con la situación en la que se encuentra, porque realmente siempre hay margen de mejora.

En este sentido, es importante saber alcanzar un equilibrio entre las cosas que se pueden/deben mejorar y aquellas otras que hay que aprender a aceptar tal y como son. Un exceso de complacencia con lo que ya tenemos impide nuestro progreso, pero si no aprendemos a aceptar lo que hay, nunca seremos felices.

Equilibrio, equilibrio, equilibrio

A nadie le gusta tener un líder desequilibrado, o alguien que sufre de pánico en cuanto las cosas se tuercen lo más mínimo. La forma en la que se comporta el líder cuando está bajo presión dice mucho sobre su carácter. Un buen líder es aquél que es capaz de mantener siempre la calma, incluso en la peor de las situaciones, trasladando esa calma al resto de su equipo.

Sin embargo hay que tener en cuenta que esa calma, si no viene acompañada de una buena toma de decisiones, de una llamada a la acción, puede ser igual de negativa que un ataque de pánico.

La importancia de asumir riesgos

Un buen líder se arriesga. Es un término que debería estar asociado al de liderazgo porque cuando todo el mundo espera que tome una decisión, no puede limitarse a decir una obviedad que ya está en la mente de todo el mundo que le escucha.

Los riesgos pueden ser mentales, emocionales, financieros, estratégicos, etc. Hay pocas decisiones de éxito que no requieran asumir algún tipo de riesgo, por pequeño que sea.

Más acción y menos racionalización

Aunque es importante racionalizar muchas de las decisiones que se deben tomar, un exceso de racionalización nos puede llevar directamente a la inacción.

La consecuencia más dramática es que al final no se avanza, ya que siempre se encuentran dudas, excusas o razones "perfectamente válidas" para no llevar a cabo una decisión que desde el punto de vista emocional tiene pleno sentido.

No podemos satisfacer a todo el mundo

Liderar supone tomar decisiones. Algunas serán populares y bien recibidas mientras que otras no lo serán tanto. El caso es que nunca conseguiremos progresar si lo que intentamos en conseguir que todo el mundo esté de nuestra parte. Liderar rara vez es fácil. A veces puede ser muy frustrante y normalmente nos granjearemos más de una antipatía o enemistad.

Sin embargo, desarrollar un liderazgo valiente supone respetar nuestras convicciones. Escuchando a los demás por supuesto, pero sin intentar complacer a todos, porque nunca lo conseguiremos.

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