miércoles, marzo 18, 2020

David Sekiguchi: "Hubo una transición de la mirada liviana del coronavirus a darse cuenta de que tendrá un gran impacto"

David Sekiguchi vive en Estados Unidos desde 1990. Ese año viajó para estudiar el doctorado en Economía en la Universidad de Chicago. Y desde entonces trabaja en el sector financiero. Primero hizo carrera en los bancos JP Morgan, donde fue Jefe de Estrategia para América Latina, y en el Deutsche Bank, donde se desempeñó como Managing Director y Jefe Global de Estrategia de Mercados Emergentes. En 2005 formó QFR Capital Management, un fondo donde maneja inversiones en mercados emergentes.

-¿Cómo ve al sistema financiaron global en este contexto de temor por la expansión del coronavirus?
-La economía mundial está ya hace mucho tiempo en un crecimiento entre débil y mediocre. El año pasado fue de mucha preocupación, en particular por la desaceleración en Asia y por la tasa de crecimiento más baja en China. Es imposible sostener una tasa de crecimiento tan elevada. Esto se estaba trasmitiendo a Europa, que tuvo una segunda mitad del año muy floja. La gran tendencia era la de una economía mediocre, con Estados Unidos liderando las economías avanzadas, pero con un crecimiento relativamente bajo, de menos de 2%. Tampoco había mucho margen de los gobiernos para generar estímulos fiscales. Esto llevó a problemas políticos en todos lados, con aumento del populismo de derecha o de izquierda. Como en la Argentina, esto lleva a que sea muy difícil generar consenso de políticas económicas. El bajo crecimiento había provocado el aumento de tensiones sociales y de las frustraciones de la gente al no cumplirse las expectativas. El ejemplo más claro en nuestro vecindario es Chile donde, si bien ha sido un éxito en cuanto a su rendimiento económico, se generó un nivel de frustración y de falta de apoyo político apenas comenzó a mermar el crecimiento.
-En este contexto irrumpe la expansión del coronavirus.
-No está claro cuál puede ser el peor escenario. Primero se intentó evitar la expansión y eso falló. Ahora se trata de mitigar y minimizar los costos en el futuro. No está claro cuánto durará, si es un shock temporario o más permanente. Las recesiones en 1998 y 2008 fueron básicamente industriales, del sector manufacturero, lo que permitió salir rápido, ya que el sector de servicios se mantuvo más o menos indemne. En las economías de nivel medio a alto, el sector de servicios es bastante más importante que el industrial. Esto permitió que las crisis hayan sido más acotadas, si bien hubo momentos malos para la economía mundial. Ahora hay dudas, porque más allá de una recesión más corta o más larga, del sector industrial, podría haber una recesión en los servicios, justamente por la naturaleza de los miedos que genera: la gente sale menos, consume menos, va a menos eventos sociales. Esa posibilidad es más preocupante. Aunque sea un shock temporario, puede tener efectos permanentes en términos de préstamos bancarios a restaurantes o a pymes, que tienen que cerrar porque los trabajadores no pueden ir a trabajar, como ha pasado en China. Si la persona o la empresa no pueden hacer el pago de intereses por algunos meses, ¿habrá algún plan de los gobiernos que permita no caer en préstamos morosos, que después tengan efectos sobre el sistema financiero? En Italia, por ejemplo, hay un sistema financiero con mucho estrés. Si empiezan a aumentar la morosidad, ¿qué pasará? ¿El Banco Central Europeo hará un programa para apoyar eso? El gobierno italiano tiene muy poco espacio para hacerlo. Son preguntas que empezaremos a ver cómo se resuelven en las próximas semanas. Esta incertidumbre misma es la que genera los problemas en los mercados financieros, que tienen su impacto en la economía real, como pasó con el petróleo.
-¿Cuándo arranca esta visión tan negativa de las proyecciones económicas?
-La ruptura del equilibrio entre los países petroleros fue muy importante. Es una de estas piezas del dominó que van cayendo. Pero toda la semana anterior habían sido de una volatilidad extrema, como no se veía desde 2008 y 2009. Esto ya venía tomando cuerpo, y en parte llegó a causa de la transición desde una visión un poco liviana sobre el coronavirus hacia el darse cuenta de que puede tener impactos más grandes, o de que no sabemos cuáles serán las consecuencias del Covid-19. En China da la impresión de que están teniendo éxito para terminar con la expansión del virus, lo que puede ser engañoso. El éxito de China dio origen a la versión de que se trata de un ciclo de dos meses, porque los primeros casos de coronavirus aparecieron en diciembre y el pico de contagiados se dio el 14 de febrero. A partir de entonces, comenzó a caer el crecimiento del número de nuevos infectados de forma bastante rápida, Y ahora la situación está mucho más bajo control. En el resto del mundo estamos entrando en el ciclo que tuvo China en diciembre. Probablemente tengamos estos sustos en todos los países. La semana pasada fue de concientización de que esto es un problema del cual no conocemos el límite, pero sí que excede a China.
-¿Se puede comparar esta crisis con 2008? Hay muchos países con mucho déficit fiscal, como Estados Unidos, ¿hay espacio para brindar asistencia económica?
-La tasa de interés es de casi 0% o incluso negativa en la mayor parte de los países desarrollados. Esto permite que se pueda tomar deuda a costos muy bajos. Probablemente el Gobierno destine programas a apoyar situaciones como la de un restaurante que no tiene clientes y que, por lo tanto, no puede pagar el alquiler. Después habrá que ver qué tan efectivos son esos programas, pero hay consenso respecto de que se justifica una expansión fiscal relativamente grande. La política monetaria no necesita pasar por el Congreso, está muy concentrada en los bancos centrales y se termina usando casi por falta de opciones. No es una política que resuelva problemas de crecimiento de largo plazo y mucho menos problemas epidemiológicos. Si la gente no quiere ir a un restaurante o a un cine, una política monetaria expansiva generará muy poco impacto.
-¿Cómo afecta todo esta situación a la Argentina? La crisis encuentra a la bolsa de Estados Unidos en niveles récord, pero nuestro país está en recesión desde hace dos años.
-Hay un tema que tiene que ver con el precio de las commodities. Por ejemplo, para Vaca Muerta, la caída del valor del petróleo es un golpe durísimo, porque era una de las promesas de generación de recursos más importante para los próximos años. La demanda en general hizo bajar también los precios de los granos. Hay que ver cuánto dura la caída del consumo. Y también está el efecto financiero, en un momento en el cual los mercados de crédito están bajo mucha presión.
-¿Cómo impacta esto en la reestructuración de la deuda?
-Por un lado será más difícil tener un exit yield -rendimiento después de la reestructuración- más bajo, y eso aumenta el valor presente para los inversores que quieren entrar en la reestructuración. Por el otro lado, el exit yield ya subió y bajaron los precios de los bonos de la Argentina. Al hacer esto, no está claro que el efecto neto sea tan negativo para la reestructuración en sí. El Gobierno se ha tomado tal vez demasiado tiempo en definir una estrategia. La demora en la reestructuración ha sido muy costosa, pero hay espacio para llegar a un acuerdo. Todavía la mayoría de los tenedores de la deuda argentina tiene bastante interés en llegar a un acuerdo, a diferencia de lo que en su momento había sido un mercado en el que tenían más peso los fondos más litigiosos.
-Si sigue cayendo la cotización de los bonos, ¿pueden entrar los fondos más litigiosos o fondos buitres, como se les dice en la Argentina?
-Sí, aumenta el atractivo. El punto es que en la parte económica, el impacto no es ambiguo, es negativo por todos lados. Para la reestructuración de la deuda es un poco más ambiguo, porque si se hace una oferta más razonable, la caída de precios puede ayudar a que entren más inversores. Lo que está pendiente es una propuesta o un plan económico más concreto del Gobierno, que tal vez lo guarden como algo estratégico para negociar, o tal vez no lo tienen definido.
-¿Cuáles son las ventajas de no mostrar el plan económico?
-No sé cómo lo piensa el Gobierno, pero puede ser que piensen en un escenario en el que se muestre más limitado en cuanto a las medidas o a los esfuerzos, para aumentar así las chances de que los inversores acepten una quita más grande y una postergación del pago de la deuda para dentro de unos años. Eso es una estrategia posible en una negociación. Creo que hubo algunos errores durante la negociación, como la forma en que se planteó la deuda de la provincia de Buenos Aires. Esta demora creo que también ha tenido un costo. El Gobierno tenía una muy buena posibilidad de renegociar, incluso antes de tomar el poder el 10 de diciembre, y esta demora lleva a estar en situaciones mucho más inciertas como ahora.
-¿Por qué cree que hubo una demora? ¿Podría tratarse de que, al ser una coalición gobernante tan disímil, deben negociar primero internamente?
-Eso pasa a ser un análisis político y no soy la mejor persona para hacerlo. Vemos que hay algo que se da en todo el mundo, pero que es muy característico de la Argentina y nos ha costado muchísimo: la falta de capacidad para generar consensos. Como país, se puede tener la capacidad de decir a qué demandas se les dice que no, pero todas las demandas parecen ser de vida o muerte; nada se puede conceder, todos los sectores tienen posiciones muy fuertes y con poca capacidad de ir haciendo negociaciones y vayan cediendo un poco para llegar a soluciones que sean las mejores para todo el país. Eso ha sido un problema argentino de muchos años. El tema de la deuda es un ejemplo más de eso.
-¿La Argentina podría volver a crecer luego de la reestructuración?
-No alcanza con eso. Si vemos el pasado, ni siquiera es una condición necesaria. Se ha dado un crecimiento rápido con deuda en default, pero el tema de la deuda es solo una parte pequeña. La Argentina ha decidido, como sociedad, tener un estado mucho más grande, que hace más difícil el crecimiento. Hace más fácil la redistribución, pero el sector público crece más lento que el sector privado en casi todo el mundo. La discusión sobre el crecimiento va más allá de la reestructuración de la deuda.
¿A qué personajes del siglo XX admira?
  • Norman Borlaug, agrónomo (Estados Unidos)
  • Jacob Bronowski, matemático (Polonia)
  • William James, filósofo (Estados Unidos)
  • Martina Navrátilová, tenista (República Checa)
  • Obdulio Varela, futbolista (Uruguay)
  • Jawaharlal Nehru, exprimer Ministro (India)


No hay comentarios:

Publicar un comentario