viernes, mayo 17, 2019

¿Son la movilidad laboral y el trabajo colaborativo un obstáculo para la implantación de un modelo ‘Agile’ de organización?

Con motivo del desarrollo tecnológico, las empresas han comenzado a transformarse internamente con el objetivo de adaptarse a las tendencias del mercado, lograr que sus negocios sigan siendo competitivos, ganar eficiencia y mejorar su productividad. Para ello, además de digitalizarse, han comenzado a hacer cambios estructurales en la organización, adoptando nuevos modelos, y en su cultura de trabajo, fomentando dos principios que son los que ahora rigen la forma en la que se desempeñan los profesionales: la agilidad y colaboración. Pero, ¿son antónimos estos dos principios?

Francisco Vázquez, presidente de 3G Smart Group, afirma en un artículo publicado por el diario El País, que las tendencias que antes apuntaban hacia una mayor movilidad laboral y colaboración, haciendo que los despachos y la jerarquía organizativa desaparecieran en las empresas, podrían haber generado cambios en las oficinas que ahora son necesarios recuperar, con motivo de ese metodología de trabajo que parecen querer implementar las empresas: el modelo ‘Agile’ de organización.

Siguiendo con esta nueva filosofía de trabajo, cada proyecto se divide en pequeñas partes y, por tanto, se desarrolla de forma individual, para después juntarse y encajar en poco tiempo, dando respuesta así a las necesidades del negocio o del público objetivo al que se dirige cada iniciativa, producto o servicio. Y aunque esta modalidad encaja con el trabajo en equipo que, hace unos años, las empresas buscaban fomentar, la creación de espacios abiertos de trabajo no parece ser una opción que facilite esa agilidad que persiguen ganar las compañías.

Hasta hace algún tiempo estaba de moda fomentar la movilidad en la oficina para impulsar el trabajo colaborativo y ahora lo moderno es la metodología agile, que surge de lo colaborativo pero requiere mucho trabajo individual, lo que implica recuperar los espacios cerrados”, explica Vázquez, que añade: “Modas como eliminar despachos o no asignar puestos que son muy peligrosas, porque todo tiene que tener un por qué y un para qué y, a menudo, las empresas se quedan cortas o se pasan de frenada porque no están preparadas culturalmente para estos cambios”.

De este modo, el experto pone de relieve la necesidad que las organizaciones tienen de nuevas sedes, con espacios flexibles de trabajo a los que se le pueda dar diversos usos. De hecho, destaca que se ha pasado de implantar tecnología por doquier, a invisibilizar dicha tecnología en las salas y recuperar corchos y paredes donde dibujar, planificar y diseñar estrategias, ideas y nuevas formas de innovación. Por tanto, según el País, el reto ahora está en “la singularidad y la co-creación, que se trasladan a la cultura organizativa y se centran en que la persona esté a gusto, en que elija su forma y lugar de trabajo”.

De hecho, Mónica Soto, Directora de cuentas de 3G Office, asegura que lo que buscan las empresas es crear ambientes de trabajo que incentiven la creatividad en los profesionales, así como el desarrollo de un pensamiento divergente que permita la innovación constante y la competitividad de los negocios a largo plazo. Algo que pasa por proporcionar a los empleados ese espacio de trabajo que necesitan para ello. De este modo, la personalización de las oficinas a las necesidades de los trabajadores se prioriza por encima de tendencias o modelos específicos.

En este sentido, el artículo de El País recoge algunos ejemplos de compañías que han comenzado a adaptar sus espacios de trabajo a las necesidades de sus plantillas. Es el caso de Steelcase, que ha reformado su sede, haciéndola más abierta, sin despachos y con espacios comunes de descanso, de reunión, de concentración y de innovación, donde cada quién elige dónde trabajar, al tiempo que ha eliminado el uso de papel en la oficina. “Ahora trabajamos por proyectos, buscando la colaboración de los empleados y mejorando la productividad”, detalla su Presidente, Alejandro Pociña. Es un cambio de cultura que supone que el trabajador se responsabilice y se organice por su cuenta”, añade.

Otro caso expuesto es el de CLH, que también ha implantado una nueva cultura para que la colaboración tuviera lugar. Esto ha llevado a la transformación de su estructura jerárquica, que se ha vuelto más plana, y a la reforma de sus oficinas, donde se han derribando las barreras físicas y se han creado espacios flexibles para la realización de reuniones. De hecho, según explica Juan Rafael Bonilla, director de transformación de la compañía, ahora, “solo hay una sala de juntas y un despacho, el del presidente”.

También han implementado cambios Cepsa, que en su sede en Madrid ha implantado una nueva forma de trabajar basada en los principios de” agilidad, transparencia, colaboración y trabajo en equipo”, según Marta Salcedo, responsable de diseño e implantación de nuevos espacios de trabajo; y Repsol, que ha dado un vuelco a sus oficinas, llegando a crear un centro tecnológico y ha habilitado varias plantas abiertas en las que la gente trabaja por proyectos en un entorno colaborativo, sin puestos fijos, según explica al País, Verónica Pastor, gerente de innovación.


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