miércoles, agosto 01, 2018

Historias de bajo perfil: cuando ser "invisible" es un activo



Para muchas personas a quienes les va bien en sus emprendimientos, evitar ser conocidas es algo que valorado; la fama y el prestigio pueden no ser el camino a la felicidad.

En la tercera temporada de Billions, la serie de Netflix centrada en el conflicto entre un fiscal de Estado, Chuck Rhoades (el actor Paul Giamatti) y el multimillonario Bob Axelrod (Damian Lewis), hay una escena con Wendy Rhoades (psiquiatra, asesora del magnate y esposa del abogado, la actriz Maggie Siff) y un operador político, Black Jack Foley (David Strathairn). Ambos son maestros del "detrás de escena", hiperexitosos en lo suyo, pero sin aspiraciones a ser muy conocidos a nivel masivo. La fama no los seduce, sino que más bien, a lo estratégico, es una carga. "Un día estaba aconsejando a personas cómo moverse y al otro las estaba moviendo yo mismo", reflexiona el operador frente a la coach ejecutiva. De alguna forma, son una contracara de los dos personajes centrales de la serie, mucho más ambiciosos, ególatras y que buscan permanentemente la aprobación de terceros.

En las historias de éxito empresario existe lo que se conoce como "sesgo de supervivencia": los recorridos que salen a la luz son aquellos de los triunfadores (en el ámbito de los emprendedores, menos del 10% de los casos) y hay menos luz de atención pública sobre los fracasos mayoritarios.

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Hay otro sesgo, sin embargo, menos estudiado, que distorsiona la realidad y relativiza el valor de las historias de éxito conocidas: el de las personas que descuellan en lo suyo, pero a quienes no les interesa que su historia se conozca. Esta "invisibilización", término que en la actual agenda pública tiene una connotación negativa, es para ellos un activo, funcional a sus negocios y a su bienestar emocional.

"Es muy probable que mucha de la gente más 'exitosa' sean personas de las que nunca oímos hablar", explica Adela Sáenz Cavia, especialista en educación emocional y con una base de grado en ciencias políticas y filosofía. "Es muy positivo rescatar esta actitud y ponerla en valor. Son personas que entendieron que el bienestar emocional pasa por otro lado, que la fama y la riqueza no son esenciales para ser felices -dice Sáenz Cavia-. Hoy vemos todo lo contrario, si nos damos una vuelta por LinkedIn son todos 'oradores inspiracionales' o títulos por el estilo, como una forma de destacar socialmente (creo que si alguien es inspirador o no, lo deberían definir los demás)".

Diego Kerner, psicólogo, especialista en marketing y autor de Lunes Felices, tuvo su etapa de personalidad ultracompetitiva, que incluyó la búsqueda de fama y de querer ser el mejor, y hoy reconoce que ese camino le trajo más insatisfacciones que alegrías. "Depender en exceso de la mirada y del reconocimiento del otro puede ser un problema si para lograrlo sacrificamos ser quienes queremos ser. Cuando escuchamos más la 'voz social' que nuestra propia voz, pagamos un altísimo costo de no ser auténticos, lo cual redunda en una vida menos feliz", dice Kerner.

Quien aborda bien el tema es Ryan Holiday, autor de El ego es mi enemigo, Conspiracy y The Daily Stoic Journal. "Hay un número muy pequeño de historias de éxito que se popularizan y que están sobrerrepresentadas en relación con todo lo que ocurre", dice Holiday.

Hay infinidad de personas superexitosas (a nivel emocional y de riqueza) con mejor sentido para definir que 'esto ya es suficiente', o que se sienten cómodos operando entre bambalinas por amor al juego, y dejando que otros se lleven el crédito", dice Holiday. Como Wendy y Black Jack Foley en Billions. Holiday cuenta decenas de historias de CEO o figuras públicas famosas y exitosas en sus carreras que terminaron sus vidas en forma desdichada, o que en pleno apogeo no tenían disfrute. En un perfil sobre Sadam Hussein en la revista The Atlantic se cuenta que, en su pico de poder, uno podría pensar que el líder iraquí tenía infinidad de opciones en su menú, pero contaba con muy pocas, por lo mucho que estaba en juego. La jubilación de los expresidentes de EE.UU., dice Holiday, es un derrotero depresivo por publicar libros que no lee nadie e ir a entrevistas hostiles por radio y TV.

En el medio, la "economía de la felicidad" determinó que la riqueza tiene retornos decrecientes en el bienestar emocional: a partir de un cierto punto, el incremento de felicidad que agrega cada dólar adicional es muy bajo. Sáenz Cavia cita el estudio longitudinal más completo que se haya hecho hasta ahora sobre felicidad, realizado a lo largo de 75 años por un equipo que coordina Robert Waldinger, de la Universidad de Harvard. Con miles de entrevistas acumuladas a 724 personas durante décadas, se determinó que el bienestar emocional no tiene nada que ver con la fama ni con la validación social, sino con las buenas relaciones.

"Uno de los principales obstáculos para una vida más feliz es perseguir las 3P: prestigio/fama, poder y plata -dice Kerner-; si son la consecuencia de hacer algo que nos gusta, son bienvenidas. Pero si son a expensas de perseguir nuestro deseo son básicamente un error de programación en nuestro GPS personal".

Para la especialista en educación emocional, "tanto los millennials como las personas de más de 50 años somos mucho más parecidos de lo que creemos en este tema". La búsqueda de reconocimiento del otro no discrimina por edad. Según una encuesta de Clapit, una startup de talento social, la riqueza y la fama son los valores más deseados entre millennials, por sobre la familia o el amor. Uno de cada 12 jóvenes se mostró dispuesto a separarse de su familia a cambio de ser famoso y uno de cada 14, a hacerlo de su pareja. Las redes sociales potencian la necesidad de juicios positivos de terceros y minan la autoestima.

Holiday es un fanático de la filosofía de los estoicos, donde esta agenda se trató en profundidad. Las enseñanzas sobre bienestar emocional están presentes en la filosofía desde tiempos ancestrales. Lecciones como "no son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir, sino el diálogo interior expost, lo que nos decimos luego a nosotros mismos sobre esas cosas". O la importancia de distinguir entre factores que están bajo nuestro control o los que no.

Sáenz Cavia estudia la psicología asociada a la "exponencialidad", en la que se produce angustia por exceso: la que genera no poder abarcar todo lo que hay para aprender, conocer y hacer. En economía del comportamiento y de la felicidad esto se relaciona con la "paradoja de las opciones": tener un abanico amplio como menú puede conducir a la depresión, porque tendemos a sumar el costo de oportunidad de todo lo que nos perdemos o dejamos de hacer (en lugar de comparar la mejor opción con la segunda mejor). El autor de El ego es mi enemigo cita una máxima de Epicúreo, tomada por el ensayista Montaigne: "Para vivir feliz, vive oculto". Holiday está seguro de que el mejor lugar para ubicarse es justo antes de la cima, "con el éxito suficiente, pero no demasiado. Esa es la verdadera bendición".

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