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El currículo es aún
el primer filtro para conseguir una entrevista laboral. Estos son algunos
consejos para hacerlo más eficiente:
Parece sencillo, pero no lo es. En un mercado tan
competitivo, el currículo es todavía una herramienta indispensable, el primer
filtro, para conseguir una entrevista laboral. Tenga en cuenta que los
reclutadores dedican apenas entre 10 y 15 segundos —un minuto como mucho— a su
lectura. De ahí la importancia de que el producto, usted, capture la atención
de la empresa. ¿Cómo conseguirlo?
“Lo más importante es orientarlo a cada oferta. Debe pensar:
cómo me vendo, en qué destaco y me diferencio del resto. Hay que ponérselo
fácil a la persona de recursos humanos, que criba centenares”, sugiere Salvador
Sicart, director de Hays Response en España.
Más que un listado de las
funciones desempeñadas, se recomienda
resaltar dos o tres logros y otras tantas
habilidades
La tendencia es incluir, después de los datos personales, un
resumen ejecutivo o perfil profesional de cuatro líneas. Un extracto que lo
identifique y deje claro por qué es un buen candidato. “Lo más difícil es saber
contar lo que uno ha hecho”, opina Pilar Llácer, profesora de recursos humanos
de EAE Business School. Por eso, “la presentación debe ser lo suficientemente
atractiva para que el lector se quede enganchado”, aconseja Dominique Cerri,
directora general de Infojobs.
Para Lluís Martínez-Ribes, profesor de neuromarketing de
Esade, es cuestión de sensaciones: “No es qué quiero decir, sino qué quiero
hacer sentir a quien lea mi currículo”. En ese primer párrafo recomienda el uso
de metáforas, narrativas o storytelling. “Cuando pongo en marcha mi ordenador,
me ilusiona sentir que mi trabajo sirve para mejorar la calidad de vida de las
personas en ciertos momentos, por ejemplo, en el de la compra”, reza la suya.
O, incluso, puede recurrir a un título o una frase de señuelo, apunta Delphie
Arnau, coordinadora del Career Starter de TBS Barcelona.
Para gustos, mil colores. Pero los expertos coinciden en una
estructura básica: datos personales, sustrato profesional, experiencia laboral
y formación académica. Debe ser claro, conciso (máximo dos páginas) y que
incluya su huella digital. A partir de aquí, los matices.
Lo ideal
Más que funciones desempeñadas, desde Infojobs aconsejan
destacar dos o tres logros alcanzados y habilidades. “Por ejemplo: alza de un
10% de la producción con un 5% de reducción de costes, o reestructuración de la
gerencia, obteniendo un ahorro de un millón de euros”, ilustra Cerri.
Mientras que Llácer, de EAE Business School, considera que
debe haber plena consonancia entre la información en papel y la de redes
sociales. “Un universitario tiene que tener ya un perfil en LinkedIn; ha de
incluir su blog o Twitter, si lo tiene, o Instagram si es un gran influencer.
Son datos diferenciales que van a aportar muchísimo valor al candidato”,
asegura.
Un currículo ha de ser conciso y
honesto,
e incluir la huella digital si no va en nuestra contra
En este punto, las opiniones varían. Es cierto que cobra
relevancia el perfil online, ¿pero hay que incorporarlos todos? Depende. “Si en
Twitter hablas solo de drones, puedes ponerlo; si incluyes más cosas y fútbol,
hace ruido”, difiere Martínez-Ribes, de Esade, que es partidario de que se
excluya Facebook también. No así Carlos Martínez, presidente de IMF Business
School, aunque avisa de los riesgos. “Facebook nos da un perfil más amplio de
sus aficiones, amistades, forma de vida y de si se ajusta a los valores de la
compañía. Pero muchas veces los jóvenes no son conscientes de sus repercusiones
a la hora de encontrar trabajo”.
Foco, diferenciación,
simplificación y sorpresa (gráfica, estética) son los cuatro elementos
esenciales al redactar un currículo, defiende Martínez-Ribes. “Es una
herramienta egocéntrica y hay que convertirla en altercéntrica. No es cuántos
diplomas tengo, sino para qué sirvo”, arguye.
Lo que sobra
Métaselo en la cabeza, las redundancias y tópicos
decepcionan. “La carta de presentación se pide cada vez menos, está en desuso.
A veces te envían unos tochos y el personal de recursos humanos no tiene tiempo
para releerlas”, avisa Sicart, de Hays. Por eso el extracto profesional ahora
se incorpora al comienzo.
En el caso de las
fotos, sentido común. “He visto auténticas burradas: uno llegando a la meta
en un maratón, como diciendo que es un ganador; hay gente que pone una de su
boda o con su pareja… Seamos serios. Una chaqueta, media sonrisa y ya está.
Nada de cachondeo, tampoco un funeral”, indica Sicart.
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currículum
El idioma es otra
metedura de pata frecuente. “Tengo un nivel medio de inglés y francés y bajo de
alemán, ¡es sinónimo de nada!”, advierte Sicart, y propone, antes que un
máster, perfeccionar una lengua determinada. “Con la crisis han aumentado las
exportaciones y en cualquier trabajo te piden un contacto con el extranjero,
que no es únicamente leer un correo, sino también coger el teléfono, hablar y
negociar”, subraya. La honestidad aquí es crucial.
ESFUERZO PARA NO
DISCRIMINAR
El currículo ciego
se extendió en los ochenta y noventa en Estados Unidos y Reino Unido para
evitar discriminaciones por género, nacionalidad o edad, cuenta Pilar Llácer,
profesora de EAE Business School. “Analizas con los menores sesgos posibles”,
cree Salvador Sicar, de Hays. Aunque los prejuicios pueden reaparecer en la
entrevista, avisa Delphine Arnau, de TBS Barcelona.
En España comienza a usarse. En julio pasado el Ministerio
de Sanidad firmó un acuerdo voluntario con 78 empresas para su implantación, y
fijó un plazo de tres meses para elaborar un protocolo. “La Administración,
incluidos autonomías y Ayuntamientos, lo utiliza cada vez más para la selección
de interinos”, confirma Carlos Martínez, de IMF Business School.
Pero aún queda camino. “Hay mucho que avanzar en diversidad
de género y edad”, avisa Llácer. En Infojobs dicen, sin embargo, que la medida
no es ágil y proponen “un cambio de mentalidad en las empresas”.
Para Infojobs, es irrelevante incluir referencias que nada
tengan que ver con el puesto; los datos de DNI, estado civil, número de hijos o
ciudad de nacimiento; las aficiones personales (algunos son partidarios de
agregarlas siempre que huyan del típico viajar); el sueldo deseado o
afirmaciones subjetivas: “Me considero una persona con grandes capacidades…”.
Otra moda es el envío del currículo por WhatsApp, no siempre
acertada. “Me parece demasiado invasivo, porque entramos en la intimidad del
reclutador. Es distinto si vamos a la cuenta de empresa de Twitter. Pero esto
solo puede ser un flash para que se profundice después”, cree Carlos Martínez.
Y ojo con las direcciones de correo electrónico
(soysuperfandelmadrid@) y competencias tan manidas como soy innovador,
proactivo, creativo, apasionado; mi principal defecto es que soy
perfeccionista, avisa el directivo de IMF Business School.