miércoles, abril 05, 2017

Los jóvenes no sueñan con compañías


Carolina Borracchia es la CEO de Combo Employer Branding, una empresa que cuenta con 3 unidades de negocio -Combo Academy, Consulting y Agency-, además de especialista en Marca Empleadora, Speaker, docente universitaria y autora de 3 libros. Sin embargo, su bagaje en el mundo profesional no empezó desde el sector empresarial sino en el del diseño gráfico, especialidad que estudió en la Universidad de Buenos Aires. Esta profesional argentina, que también se interesó por el campo del marketing (programa que realizó a través del IAE Business School) y de los recursos humanos (el cual desarrolló en la Universidad Torcuato Di Tella), nos habla de la cómo han evolucionado las prioridades y deseos de los más jóvenes a la hora de proyectar su futuro. De hecho, la experta desvela como estas generaciones están desechando la idea de incorporarse a una gran empresa por la de innovar y crear sus propios proyectos. Y precisamente de estas y otras cuestiones hablará Borracchia en su próxima visita a España para dar una formación en Alicante.

Casi la mitad de los jóvenes no sueña con ninguna empresa, devela el valioso estudio de Compañía de Talentos. Esto es tanto o más revelador que conocer cuál es ese puñado de repetidas compañías que cada año lidera los rankings de empleadores favoritos.

La mayor oportunidad está en la conquista de esos jóvenes que no sueñan con el modelo de éxito que proponen las grandes compañías admiradas. La pregunta para ellos es: ¿con qué carrera sueñan? y la respuesta está en la noción de autoridad y de éxito que se han ido armando al crecer.

Estos jóvenes han crecido admirando otras cosas. ¿Por qué entonces esperamos que admiren lo que sus antecesores esperaban del mundo del trabajo? La noción de autoridad ha cambiado, estos jóvenes valoran a quienes no imponen su autoridad sino a quien se la gana. Admiran la humildad por sobre cualquier título, pero no son sumisos. Son personas que cuestionan lo que otras generaciones no se atrevían siquiera a pensar. Su relación con sus padres y profesores es ligeramente diferente a la de quienes los antecedieron. Ellos admiran la capacidad, no los altos cargos. Predican el altruismo en todas sus formas (solidaridad, medio ambiente, véganismo, justicia…) y rezan el claim "las cosas como son" antes que cualquier promesa de perfección que quiera venderles el marketing, al que saben desenmascarar más que cualquier otra generación. Tienen mayor acceso a la información que sus antecesores y pueden desasnarse sin la ayuda de los mismos, por sí solos, lo cual les hizo menos inocentes. Y no conciben procesos en donde se pierda el tiempo porque han crecido rodeados de tecnología capaz de reducirlos.

Las grandes compañías no los seducen, son el paraíso soñado de sus padres, no de ellos. Y de ellos mismos y de sus profesores se han armado su propia noción de autoridad y éxito. Para ellos, los profesores y docentes tienen sentido del humor, un espíritu jovial y proyectan cercanía, y en su imaginario las compañías son serias, estrictas, lejanas y viejas.

La gran oportunidad escondida no tiene un nombre popular ni aparece en el corte comercial: son los start-ups y las pequeñas empresas. Al ser ámbitos pequeños, se experimenta una mayor cercanía y la formalidad tiene menos espacio. Son espacios divertidos. Está más visible el propósito y el altruismo se vive lejos de la definición de la misión, visión y valores de las grandes compañías.

Del mismo modo, esta visión generacional explica por qué crece tanto el emprendedurismo y el crowdfunding, como respuesta a esa inexistencia de la compañía soñada. Si la sueñan, la crean: porque además son autodidactas, basta con ver cómo aprenden con YouTube. Y la empresa propia es claramente copada.

¿Por qué “no se ponen la camiseta” de una gran compañía? Porque se ponen su propia camiseta y su carrera es de ellos, no de la compañía.

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