lunes, diciembre 15, 2014

Porqué deberías vivir más emociones en el trabajo

Vivimos en trabajos tremendamente racionales, lógicos e incluso me atrevería a decir casi matemáticos. Nuestra función es actuar según un programa predeterminado. Creo que la revolución industrial, además de muchos avances, y una forma de trabajar organizada, también nos trajo mucha racionalización, quizás demasiada. Así que en este post voy a hacer mi propio manifiesto de porqué es necesario que vivas más emociones en el trabajo…
"Decía Henry Ford, ¿Por qué cada vez que pido dos manos vienen con un cerebro incluido?"
Una perla de frase, vaya. Por entonces del corazón ni hablaba, la frase actualizada al día de hoy sería algo así como “¿Por qué cada vez que pido dos manos me viene una persona que piensa, y que además tiene sentimientos, ríe, llora, está triste, alegre….?” Le faltó añadir “¡Qué fastidio!”
Es obvio que nuestras empresas, sin necesidad de irnos a mediados del siglo XX, siguen haciendo esta escisión en lo que se espera de las personas. Ahora por suerte el cerebro sí que lo quieren, se dicen cosas como “necesitamos tus ideas”, “¿Qué piensas de esto?”, “¿Qué opinas?”… es decir se cuenta más con la parte mental de las personas. Sin embargo, creo que a día de hoy en lo que a emociones en el trabajo se refiere, estamos a años luz de lo que podríamos llegar a ser.
Con esto de las emociones en el trabajo no me estoy refiriendo a que todos seamos osos amorosos, no. Lo que estoy diciendo es que de nuestras cuatro dimensiones (mental, física, emocional, espiritual), la dimensión mental la tenemos excesivamente trabajada, de ahí todos nuestros problemas de estrés laboral, y por lo tanto nos haga falta cultivar las demás. Son dimensiones que dejamos de lado, y por lo tanto acaban creando un tipo u otro de sufrimiento, sobretodo porque el trabajo se ha metido en tu vida mucho más de lo que imaginas, y esto quiere decir que tu vida es mucho más racional que lo era hace unos años.
Qué ganaríamos con vivir más emociones en el trabajo
Estoy aburrido de la seriedad en el trabajo, de los comités de dirección con personas que se ponen una máscara y se sientan en una cómoda silla más tiesos que un palo. Recuerdo una directora de compras que al hacer un briefing sobre el programa de Inteligencia Emocional en el trabajo que querían contratar conmigo me preguntó, así con cara distante “¿En qué KPI´s influirá el programa?”… Aunque en seguida comprendí su preocupación, el primer instinto fue pensar algo así como “Esta mujer,  ¿dónde se ha dejado las emociones?”
No se le ocurrió preguntar si las personas iban a sentirse mejor, si habría más cohesión en el equipo, si notarían más alegría y una sensación mayor de bienestar entre personas… me preguntó por los KPI´s y se quedó tan ancha… Es una pequeña muestra de la racionalidad que vivímos a nivel directivo. Nos importa un bledo si fulanito se siente bien, pero si hay un KPI que nos dice que fulanito es más productivo, entonces saltamos de alegría.
“Una pregunta que hago a muchos directivos actuales es ¿Dónde te dejas el corazón cuando vas a trabajar?”
Por lo menos lo dejan en algún sitio. Lo peor de todo es volver a casa y tampoco recuperar tus emociones, vivir todo el día en una constante racionalización, pensando qué es lo mejor y lo peor, haciendo cálculos mentales, buscando razonamientos lógicos…. conozco a varias personas así, y puedes creerme si te digo que tendrán problemas muy serios: familiares, físicos, etc… de momento a nivel laboral son unos cracks. La muestra de que nuestra empresa es más racional que otra cosa, pero ¿vivimos un cambio de era?
Una queja de muchos directivos es la de que sus equipos son muy distantes a ellos, poco cercanos. Cuando entran en una reunión las personas parecen enmudecer, cuando se acercan a la máquina del café se hace un silencio desértico… La soledad del directivo no es algo natural, es algo que hemos creado porque nos hemos convertido en cabezas con patas.
"Siendo así, la pregunta es ¿Cómo no quieres quedarte sólo?, ¿quién narices va a querer estar contigo si es lo más parecido a estar con un robot?"
Y podríamos seguir haciendo preguntas:
  • ¿Dónde te has dejado tu lado humano?
  • ¿Qué máscara te has puesto y por qué?
  • ¿Qué piensas cuando llegas a casa después de un día agotador?
  • ¿Eres capaz de volver a poner tu corazón en el sitio al llegar a casa o tu familia también vive esa racionalidad absoluta que hay en tu puesto de trabajo?
  • ¿Qué precio estás pagando por vivir así?
  • ¿Eres feliz?

Incluir las emociones en el trabajo es hacer nuestra empresa más humana, más completa. Es gracias a variables y dimensiones emocionales que una empresa puede vivir intensamente la alegría, la bondad, la ternura, la compasión, el amor, la conexión, la sensibilidad, y unas cuantas otras. Tenemos una tarea pendiente con lo de la inteligencia emocional en el trabajo. Nuestra inteligencia es muy inteligencia, y poco emocional.
De ahí viene un buen clima laboral, compromiso, engagement y satisfacción del trabajador, eso que tanto quieren medir las encuestas de clima laboral.
También podríamos hablar de emociones menos “positivas” aunque no me gusta esto de categorizar las emociones. Sin embargo, las emociones como el miedo, la ansiedad, la rabia, y otras sí que están presentes en nuestros lugares de trabajo, qué casualidad, siempre nos olvidamos de lo bueno.

El otro día di una conferencia para un grupo de personas. Al salir muchos de ellos/as se despedían dándome la mano. Me quise centrar en las sensaciones, en qué sentía al tocar la mano de cada persona y mirarla a los ojos. Me dí cuenta de que hay un mundo de sensaciones agradables en nuestro trabajo, un mundo que pasamos por alto y lo vestimos de formalidad, de razones y de lógica. Sin embargo, en las emociones hay más vida, es todo más divertido, y nos sentimos mejor, porque conectamos con variables tan humanas y nuestras que nos hacen sentir en sintonía con lo que somos.
Me encanta mirar a los animales, perros, gatos y cualquier otro mamífero. Es mágico ver cómo viven en un mundo de sensaciones constante, en el cual hay poca razón y mucha emoción. A veces, pienso que para vivir una vida más completa deberíamos de incluir muchos de sus comportamientos en nuestro día a día: Jugar más, mostrar nuestro cariño más abiertamente, amar sin medida, y sin justificación, mostrarnos más vulnerables, llorar más abiertamente, enfadarnos con más énfasis incluso.
Voy a desayunar que ya estoy desvariando, que tengas un gran día, y que sientas, mucho.

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