miércoles, noviembre 20, 2013

Los pilares del liderazgo están dentro de las personas

¿Qué es lo que nos convierte en líderes? La pregunta ofrece múltiples respuestas y genera tanta controversia como la del huevo y la gallina.
Basta con realizar una simple búsqueda en Internet para obtener más de 750.000 resultados inmediatos, con cientos de respuestas diferentes. El tema se ha instalado en el pensamiento colectivo, dado que es sumamente atractivo poder jugar con la idea de que todos podemos ser líderes.
El liderazgo está definido por un conjunto de competencias que una persona debe tener, en forma innata o también desarrollándolas. Ahora bien, ¿dichas competencias son suficientes para convertirse en un líder? Aquí es donde verdaderamente comenzaremos a comprender la génesis del liderazgo. Más allá de cómo han sido incorporadas dichas competencias, el hecho de tenerlas no nos convierte en líderes.
Todos contamos con el potencial para convertirnos en grandes líderes. Algunas personas nacen con características y habilidades naturalmente desarrolladas para este fin. Otras pueden desarrollarlas, por medio de la capacitación, obteniendo conocimientos y herramientas para potenciar esta competencia, o a través de la práctica quienes se encuentren en situaciones de liderazgo o se les atribuya tal condición.
Búsqueda profunda
Entonces la pregunta cae de madura... ¿Qué nos convierte en líderes? Desde una perspectiva más ontológica, creemos que la respuesta encuentra su fundamento en un lugar muy especial, dentro de nosotros mismos. Es el autoconocimiento la chispa que va a encender al líder que podemos llegar a ser, y éste "surgirá" por una necesidad imperativa o por la pasión que genera el alumbramiento de una visión.

Es una realidad que muchas personas, al enfrentarse a situaciones extremadamente críticas y de gran complejidad, despiertan habilidades dormidas que les permiten liderar a otros en pos de alcanzar el éxito deseado.
Existen cientos de ejemplos como el de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados en el yacimiento de San José de Copiapó en 2010. No obstante, este tipo de liderazgo situacional durará mientras el contexto que le dio lugar exista. Superado el mismo, nuestro comportamiento volverá a los parámetros habituales de nuestro perfil comportamental promedio.
Otra forma de desarrollar nuestro propio potencial de liderazgo es encontrándole sentido a nuestra vida. Cabe aclarar que un verdadero líder no se plantea como objetivo de vida ser un líder, más bien, esta atribución es una consecuencia de su actuar en pos del cumplimiento de un propósito de vida más significativo.
Una vez que hayamos encontrado el propósito que nos mueve, lo que le da sentido a la acción, nada podrá detenernos. Seremos nosotros mismos. A partir de aquí, de la construcción de nuestra propia visión, es donde surge la motivación, la creatividad, la determinación y convicción.
Dado que sabemos lo que queremos y vamos tras ello, honrando valores y principios éticos, inspiraremos a las personas que nos rodean. Ellas serán en última instancia quienes nos van a legitimar como líderes a través de su compromiso y lealtad. Y éste es un tipo de liderazgo de largo plazo que puede trascender cualquier contexto.
En conclusión, los líderes surgen o emergen más allá de sus habilidades natas o adquiridas.
Para ello debemos ser capaces de despertar esa capacidad, y el primer paso para que esto suceda es el conocimiento de uno mismo. Saber quiénes somos y qué queremos. 
Guillermo Grünewald. Director de la escuela de negocios de Idea.

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