viernes, noviembre 15, 2013

Fingir poder para sentir poder

Julia Hanna, editora asociada de HBS Alumni Bulletin, en  Working Knowledge  de Harvard Business School , plantea que si “fingimos” una actitud con intensidad  podemos llegar a conseguir que surja con naturalidad. Este hecho puede tener fundamentalmente  importantes implicaciones para las personas que tienen baja autoestima.
Se centra, para hacer tal afirmación,  en que según las investigaciones de la profesora de Harvard Business School, AmyJ.C.Cuddy,  el mantener posturas asociadas al poder durante cortos periodos de tiempo puede facilitar el que las adoptemos cuando las necesitemos. Entre los conceptos claves se incluyen:
1.- Mantener el cuerpo en posturas expansivas asociadas a alto grado de poder, durante dos minutos, al menos, estimula la producción de niveles altos de testosterona y más bajos de cortisol.
2.- Las posturas de poder conducen a un aumento de la sensación de poder y a una mayor tolerancia al riesgo.
3.- Las personas son influenciadas más por cómo se sienten con respecto a nosotros que por  lo que estamos diciendo.
La investigación, "Power Posing: Brief Nonverbal Displays Affect Neuroendocrine Levels and Risk Tolerance", muestra que la forma de comunicar un mensaje es importante y que en las ocasiones  que requieren transmitir dominio de la situación y cierta sensación de poder, como pueden ser una entrevista de trabajo o una presentación importante ante una audiencia escéptica, éstos  se puede conseguir con un poco de entrenamiento previo. Por ejemplo podemos sonreír durante un tiempo y terminar sintiéndonos mejor.
En el estudio a los 42 participantes, de ambos sexos, se les asignó de forma aleatoriamente la pertenencia a un grupo con alto nivel de poder o a un bajo nivel del mismo. No se les informó previamente del objeto de la investigación, sino que creían que tenía que ver con la colocación de los electrodos para realizar un electrocardiograma por encima o debajo del corazón. 
A los miembros del grupo más poderosos se les recomendó que adoptasen dos posturas expansivas durante un minuto cada una: primero colocar las piernas sobre la mesa y las manos apoyadas detrás de la cabeza y luego de pie, apoyar las manos sobre una mesa. A los del grupo menos poderoso se les asignaron dos posturas restrictivas: la primera consistía en sentarse en una silla con los brazos juntos y las manos dobladas y la segunda mantenerse de pie con las piernas y brazos cruzados apretados. Muestras de saliva tomadas antes y después de la prueba se utilizaron para medir los niveles de cortisol y testosterona. Para evaluar la tolerancia al riesgo a los participantes se les entregaron dos dólares y les dijeron que si querían podían apostar para ver si ganaban 4 dólares. Finalmente a los participantes se les pidió que valorasen el grado de 1 a 4 en que se sentían poderosos y que controlaban la situación.
Los resultados mostraron que los niveles de cortisol descendieron aproximadamente un 25%, mientras la testosterona aumentaba en un 19 % en el grupo con alto poder, tanto en el caso de los hombres como de las mujeres y se sentían que controlaban la situación y tenían poder, junto con una mayor tendencia a arriesgar y apostar (el 86%), frente al 60% del otro grupo. Por el contrario en  los pertenecientes a este último  grupo con bajo poder el nivel de cortisol se incrementó en un 17€ y la testosterona descendió un 10%.

Los cambios hormonales registrados en el curso de este experimento avalan la hipótesis de que estas modificaciones se pueden producir independientemente del rol que se tenga, de la situación que se esté viviendo o  de cualquier pensamiento consciente sobre el poder. La postura física es suficiente. 

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