Jornada en Galicia, entre A Coruña y Vigo. Por la mañana y hasta las 5, reuniones de Coaching en la ciudad en la que nadie es forastero. Tren de A Coruña a Vigo (pasando por Santiago de Compostela, Vilagarcia de Arousa y Pontevedra) que en dos horas te acerca a la capital del sur. Ayer, Cine Fórum APD con Santiago Vázquez (R), Senén Ferreiro (Valora) y Ramón Bermúdez de Castro (Televés) y animada cena posterior en el Lois de Marineda. Y hoy, Cine Fórum APD en los Cines Gran Vía (c/Miradoiro, 2) de Vigo. Muchas gracias a Santiago Sesto y a todo el equipo de APD Noroeste por impulsar la Calidad Directiva.
He estado leyendo FOCUS. Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia, de mi buen amigo Daniel Goleman (coincidimos por primera vez precisamente en Galicia, a mediados de los 90). Se trata de una visión muy innovadora (con lo último en investigaciones) del talento más escaso y posiblemente más subestimado de la sociedad actual: la atención. Los profesionales de la empresa, de las artes o del deporte destacan precisamente cuando cultivan la visualización, la focalización o la meditación inteligente (pocos pueden hacerlo sin coaching).
La atención es una facultad sutil que requiere de comprensión, memoria y aprendizaje. Es un valor poco conocido y reconocido, que los neurocientíficos Michael Posner y Mary Rothbart definen como “el mecanismo que subyace a nuestra conciencia del mundo y a la regulación voluntaria de nuestros pensamientos y sentimientos”. O como dijo el maestro Yoda: “Ten muy presente que tu enfoque determina tu realidad”.
Como ahora los adolescentes reciben unos 100 mensajes de texto diarios, concentrarse es algo raro. Sin embargo, escribe Goleman, “los ingredientes de una relación se ponen en marcha cuando dos personas comparten el mismo foco, lo que provoca una sincronía física inconsciente, generadora a su vez de buenos sentimientos”. Así es la química. En un océano de distracciones, quien aprende a estar atento gana la partida.
- Anatomía de la atención. La atención es la “toma de posesión, por la mente, de un modo claro y vívido, de uno entre varios objetos o cadenas de pensamiento simultáneamente posibles” (William James). Hay dos tipos de distracciones, sensoriales y emocionales. El límite del foco de atención se ha considerado desde los 50 que era 7 más/menos dos piezas de información. Y parece (según Clay Shriky) que en la actualidad se ha reducido a 4. Fluidez: parece que el 20% de la población entra en ese estado de ánimo al menos una vez al día (óptimo paretiano) y un 15% jamás. El placer y la absorción son para un@s poc@s.
Goleman nos habla de dos mentes en simultáneo: ascendente (rápida, involuntaria, intuitiva) y descendente (lenta, voluntaria, esforzada). Para Daniel Kahneman, la mente descendente es “un personaje secundario que se toma por protagonista”. “Relajarse y hacer el amor son actividades que funcionan mejor cuando permitimos que sucedan sin forzarlas”. Así es, Daniel. Como el marketing ha descubierto, las personas somos “fundamentalmente inconscientes”. La resiliencia emocional se refiere a la mayor o menor prontitud con la que nos recuperamos de un contratiempo.
- Conciencia de uno mismo. “Es la capacidad de interpretar los mensajes internos que nuestra mente nos susurra”. Antonio Damasio llama “marcadores somáticos” a las sensaciones corporales que nos advierten de lo adecuada o no que es una decisión. “El autoengaño es un rasgo fundamental de la atención”, advierte Goleman. Y necesitamos metacognición, “conciencia sobre nuestra conciencia”. El autocontrol es esencial (el autor cita el famoso experimento de Walter Mischel).
- Leyendo a los demás. La empatía cognitiva, emocional y la preocupación empática (acción). “El lado oscuro de la empatía cognitiva aflora cuando alguien la utiliza para descubrir la debilidad de otra persona y aprovecharse de ella”. La preocupación empática es “cuenta conmigo”.
- El contexto mayor. Tenemos “ceguera sistémica” (no podemos comprender el sistema, el todo).
- La práctica inteligente. Mi parte favorita del libro: “el mito de las 10.000 horas” (no basta con practicar 10.000 horas si es repetición mecánica y no ajustamos una y otra vez nuestra meta). “Anders Ericsson descubrió que los expertos se entrenaban, guiados por un maestro, con plena concentración, en mejorar un aspecto concreto en su ejecución”. “La práctica óptima requiere de una concentración óptima”.
¿Qué estaremos haciendo, si todo va bien, dentro de 10 años? “Hablar de sueños y metas positivas estimulan centros cerebrales que nos abren a nuevas posibilidades. Pero si la conversación cambia a lo que deberíamos corregir en nosotros, esos centros se desactivan” (Richard Boyatzis). Es lo que Richard llama “los efectos contrapuestos del coaching” (del mal coaching, diría yo). Las preguntas negativas activan las áreas cerebrales de la ansiedad, la tristeza y el conflicto. No es lo mismo pensar –y trabajar- las oportunidades de mejora que las carencias. El “efecto Losada” revela un ratio de 3 emociones positivas por cada negativa (Barbara Fredrickson fue colaboradora de Marcial Losada). Hemos de partir en el coaching desde los sueños iniciales y en positivo.
El Mindfulness activa –según el neurocientífico Richard Davidson- la red clásica de la atención, situada en la región frontopariental del cerebro, que cumple con la función de dirigir la atención. El mindfulness se está imponiendo en el entorno laboral.
- El líder bien enfocado. “El liderazgo gira en torno a la necesidad de captar y dirigir la atención selectiva”. “Los mejores líderes poseen una conciencia sistémica que les ayuda a responder a la continua pregunta de hacia dónde y cómo debemos dirigir nuestros pasos”. El triple foco del líder es inspirar, aprender constantemente y hacer equipo. “El juego se asemeja a la confianza, un espacio en el que las personas pueden asumir riesgos. Solo asumiendo riesgos conseguiremos abrirnos a ideas nuevas y más valiosas” (Tim Brown, DG de IDEO).
- La gran imagen: liderar el futuro.
Buen libro. Gracias, Daniel, por compartir las últimas investigaciones sobre la atención, la serenidad y el mindfulness.
Juan Carlos Cubeiro
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