domingo, abril 14, 2013

¿Management Humanista, y eso qué es? (post-344)

Vale, sé que me pongo pesado con esto pero vuelvo a insistir. Es posible que el Management ya no tenga remedio, que lo hayan matado de tanta frivolidad, o que lo que busco tenga que llamarse de otra manera, pero me basta con saber que el mundo de la empresa y la gestión lo usa y cree en él para que yo quiera mejorarlo. De esto hemos estado hablando, entre otros temas, en nuestro último taller #Redca de consultores artesanos.
Así que ésta es mi cuarta entrega del seriado que estoy escribiendo sobre liderazgo humanista. Los que visitáis con frecuencia esta casa ya sabéis que es un tema que me interesa mucho, y al que estoy dedicando una parte de mi agenda de investigación de los últimos tiempos.
Todo empezó con un artículo en la web de eMOTools en el que propuse lo que son para mí ocho rasgos del liderazgo humanista, y que tuvo tan buena acogida que me animó a seguir explorando en esa línea. Eso me llevó a revisar el papel que están jugando en toda esta historia las instituciones que más forman a directivo/as y empresario/as, y de ahí salió el post: “Escuelas de Negocios y la profecía autocumplida del Homo Economicus”, donde traté de argumentar por qué creo que esas entidades necesitan renovarse a partir de un profundo ejercicio de autocrítica. Me di cuenta que hay fallos estructurales en su modelo educativo que podrían superarse si se tomaran en serio esta pregunta: “Por qué necesitamos más Humanidades en la formación empresarial”, que fue la tercera entrega del seriado.
Después comprendí, a partir de preguntas que me repetían en varios sitios, que tenía que volver a los orígenes de la reflexión para intentar definir lo que yo entiendo como “Management Humanista”, y sobre todo el apellido “humanista” que genera tantas dudas, algo que voy a hacer en este post sin ninguna pretensión de dar definiciones académicas, sino con el único fin de poner mis propuestas en su contexto.
Lo primero que quiero dejar claro es que el término “humanismo”, tal como lo utilizo aquí, no se refiere a ningún movimiento, ideología, partido o rama filosófica concreta de las que se han dado en Europa en distintos momentos históricos; sino en su sentido más genérico e integrador, es decir:
Humanismo: Búsqueda del desarrollo integral del ser humano, colocándolo como el valor y preocupación central por encima de todo lo demás.
De modo que “Formar integralmente” implica integrar además de aspectos curriculares, el aprendizaje de normas, valores y competencias que ayuden a lo/as directivo/as a aprender a pensar, actuar y vivir desde una perspectiva crítica ejercida con libertad y plena conciencia. Lo que estoy diciendo con esto en términos prácticos es que el yo-empresario es también yo-ciudadano, yo-persona y yo-comunidad, y debe haber una armonía sin dobleces entre esos roles para que el hombre pueda realizarse en su globalidad.
Salvador García y Ceferi Soler echan mano de la obra “The Human Side of Entrerprise” de  Douglas McGregor (1960)  para definir al directivo humanista como aquel profesional que, con el fin de dirigir personas y obtener resultados empresariales, aplica conocimientos derivados de las ciencias humanas, tales como la psicología social, la antropología, la ciencia política o la filosofía, entre otras. Con ello, según los expertos, hay un reconocimiento explícito de que “Las ciencias económicas son claramente insuficientes para saber dirigir personas y proyectos”, y que necesitan por lo tanto aliarse con otras disciplinas como las Humanidades.
Por cierto, un error habitual es confundir la formación “humanista” con la formación en “Ética” que aunque comparten ciertamente ámbitos comunes, el alcance de la primera es mucho más integral y abarcador que el de la segunda.
La Ética es la parte de la filosofía que trata sobre la moral de los actos humanos. Estudia el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana. Visto así, la formación en Ética que ahora se imparte en las Escuelas de Negocios (EN) tiene un objetivo práctico y concreto: establecer un marco de referencia que permita calificar las acciones y decisiones empresariales como buenas o malas. Pero si bien permite juzgar los actos y las intenciones, faltaría poner todo ello en un contexto más integral y profundo que nos lleva necesariamente a colaborar con otras disciplinas de las humanidades. Necesitamos líderes éticos pero que al mismo tiempo sepan desarrollar una nueva sensibilidad, trabajando con sus dos hemisferios cerebrales, tanto el analítico-racional (izquierdo) como el imaginativo-emocional (derecho).
Hay otro asunto que destaqué en un artículo anterior, porque que me parece crítico para sanear al Management, y es revisar el lugar que ocupa la DIGNIDAD, que es un concepto esencialmente humanista, en las prioridades del mundo corporativo. O como dijera Octavio Paz:
Una educación humanista hace comprender nuestra propia indigencia y nuestra apertura intrínseca hacia los demás; la responsabilidad que tenemos frente a los ‘otros’ que habrán de venir en el futuro, así como la dignidad compartida de todos los seres humanos”.
En un intento de resumen, creo que hay algunas características que pueden distinguir al Management Humanista, y son estas:

1.    Insiste en la centralidad de la persona frente al determinismo de lo económico.
2.    Concede una gran importancia al área afectiva, interesándose por el fomento de la autenticidad y el autoconocimiento.
3.    Ve a la empresa como una comunidad de personas, y por eso impulsa una reflexión antropológica desde dentro de ella.
4.    Promueve el sentido global y la visión de conjunto, para superar la obsesión productivista. Por eso invita a “abrir el zoom” para entender el contexto social, cultural, económico y político que condiciona las decisiones.
5.    Reconoce la diversidad como algo positivo, insistiendo en el respeto por la diferencia como una oportunidad (“cada ser humano es único e irrepetible”), y evitando la tendencia a estandarizar perfiles. Se basa en la idea de que “todas las personas son diferentes, y hay que ayudarlas a ser ellas mismas”.
6.    Explora constantemente nuevas vías de incrementar la libertad y la responsabilidad personal. Por eso la formación humanista se basa en modelos de aprendizaje significativo, que son co-gestionados por los propios alumnos con el fin de que puedan integrar a su personalidad los nuevos conocimientos y competencias de una manera natural  y reflexiva.
7.    Trabaja por la igualdad de oportunidades para todos, y lucha contra cualquier forma de discriminación. Guiado por los valores de la solidaridad y el bien común, el humanismo está comprometido con la tolerancia y actúa según el principio de “Trata a los demás como quieres que te traten”.

En realidad, lo que me planteo aquí es un nuevo Renacimiento”, una recuperación de la vocación renacentista que entendía a la educación de forma integral y promovía el estudio de ciencias ligadas al espíritu humano, con igual importancia que otros saberes más técnicos o utilitarios.

Para terminar, cito a Gabriel Castelló Taliani que invita a los nuevos economistas humanistas a “volver al hombre”, y lo explica así:
A nuestro parecer, la Economía debe fundarse y echar raíces teniendo como fundamento una concepción antropológica. La Economía debe basarse en lo que dicen otras disciplinas sobre el hombre para trabajar a partir de ellas, y no contra ellas como ocurre muchas veces. La falta de conocimiento que tiene la Economía del hombre hace que cuando se entremezcla una cuestión antropológica dentro de su campo de actuación (justicia, solidaridad intergeneracional, reparto de riqueza, el ocio como valor, el logro de la salud…), la actitud habitualmente sea de perplejidad o de disparate. Se debe mirar qué es el hombre para, a partir de ahí, inducir el comportamiento económico que genera (consumidor, inversor), sabiendo que dicho análisis estará fundado en un conocimiento sólido de la unidad esencial de la Economía que es el hombre”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario