jueves, agosto 09, 2012

La libertad de expresión aumenta la capacidad innovadora de las empresas

Propiciar una mayor participación de los empleados en el proceso productivo favorece el surgimiento de ideas brillantes.

Romper viejos esquemas e innovar es el objetivo de todo buen jefe. Siempre que el cambio sea en positivo, la empresa se verá beneficiada y la traducción de este proceso se hace en metálico. A menudo, se desafían viejas ideas y se apuesta por el cambio en procesos innovadores de producción, y es por ello que un buen ejecutivo siempre tiene entre sus prioridades dejar precedente con su gestión de logros en positivo.

Nada de lo anterior ocurrirá si el líder del equipo es “cuadriculado” y no da cabida a las nuevas ideas, que generalmente se producen tras el debate del grupo de empleados y la lluvia de ideas que estos aportan para mejorar el proceso de desarrollo de una empresa. Después de todo, quién mejor que su equipo para conocer las fortalezas y debilidades de su gestión.

Según Duane Dique, gerente de operaciones de entretenimiento en Disneyland California y responsable de dirigir a los cientos de talentosos cantantes, bailarines, músicos, comediantes y artesanos, se trata más bien de propiciar como gerente un ambiente de cordialidad en el que el equipo de empleados se sienta libre de expresar sus opiniones, siempre manteniendo códigos de respeto mutuo.

Innovar es invertir en futuro

Dique afirma, en un artículo difundido por el digital Management-Issues, que los líderes capaces de romper con viejos esquemas e innovar en nuevas formas de gestión en recursos humanos no son más que grandes gestores del mejor patrimonio de una empresa: el personal a cargo.

Para el experto, esto se traduce en una gran inversión a largo plazo, pues los cambios en positivo siempre traerán mejores resultados y un personal más satisfecho dentro de su lugar de trabajo.

Pero, ¿cómo se comportan los jefes que promueven la libertad de expresión entre los miembros de su organización y dan cabida a la lluvia de ideas?

Según Dique, el líder es el factor clave en el establecimiento de entornos propicios para el pensamiento innovador: “Los empleados con pensamiento innovador son lo que confían en sus compañeros y no los sienten sus enemigos. Ellos son dignos de su confianza, de apoyo”. afirma.

Para complicarle la misión al jefe, el experto asegura que, si bien la innovación es necesaria para la supervivencia, el día a día de las empresas debe continuar. “El desafío está en motivar a los operadores actuales, mientras que al mismo tiempo se estimula a la investigación y el desarrollo. A menudo, las personas que trabajan en las áreas de rutina de la empresa se sienten dejados atrás y fuera del centro de atención”, apunta.

Los directivos que fomentan las culturas innovadoras son buenos en la tutoría a los empleados y en promover que los empleados alcancen su potencial inventivo. Los líderes de alta inteligencia emocional son sensibles a las necesidades de los empleados, lo que les dota de la idea de conectar actitudes de estos, con el propósito único de beneficiar la organización.

“En virtud de los líderes emocionalmente inteligentes, la innovación se convierte en parte de su cultura. La innovación, entonces, será verdaderamente en una nueva forma de pensar, no simplemente una meta de productividad”.

El pensamiento conjunto promueve la innovación

Según el experto, la unanimidad de pensamiento dentro del equipo es fundamental, y para lograrla debe existir entre los empleados y el líder un ambiente de unidad, pero no sólo de criterios: la camaradería también es importante y el sentimiento de plena confianza en el gerente es primordial.

Lo importante no es cómo cultivar los ambientes favorables a la innovación, sino cómo entender el papel de un jefe en el fomento de los entornos o culturas en los que los empleados se sientan libres para pensar y experimentar.

“Las culturas son el conjunto de actitudes y creencias o la forma en que los miembros de la organización conciben sus entornos. La forma en que los jefes de empresa se asocian con una alta probabilidad de que se acepten ideas y nuevas formas de hacer las cosas. El comportamiento del líder positivo es el ingrediente principal en las culturas donde los empleados se identifican con ellos y su gestión. En estos entornos, los trabajadores suelen apoyar a sus empresas en su actividad, y comparten sus ideales de productividad”, afirma Dique.

En otras palabras, de cara al futuro resulta esencial fomentar la innovación, dedicar tiempo a investigar nuevos patrones que conviertan nuestra organización en una empresa verdaderamente más productiva y llevar a los empleados a entender el propósito de la organización. Todos estos puntos están íntimamente relacionados, y su denominador común es el comportamiento del líder.

Duane Dique cita en su artículo al Dr. Linus Pauling, quien ha afirmado que: "La mejor manera de tener una buena idea es tener un montón de ellas." Con esta idea se confirma que el propósito que debe tener dentro de su plan de gestión todo buen jefe ha de ser promulgar la confianza entre sus empleados, escuchar siempre a su equipo y por qué no, dejarse seducir por una siempre enriquecedora lluvia de ideas de sus empleados.

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