domingo, abril 01, 2012

El desierto de Arizona


Los que ya me conocéis sabéis que me gusta acudir a metáforas para ilustrar mis disertaciones. Antes de continuar recopilando conclusiones de la conferencia del jueves, quiero aportar una nueva analogía que sirva para reforzar el concepto explicado en el comentario de ayer.

Necesito que os pongáis en el siguiente escenario. Estáis en una carretera del desierto de Arizona con vuestro vehículo parado en el medio y medio. No circula nadie. Veis una larga y desierta carretera delante de vosotros que se cuela por el medio de las colinas al fondo. Os habéis gastado un dineral en unos prismáticos de largo alcance, con visión nocturna y además trajisteis un mapa de carreteras para saber que hay más allá del horizonte que veis. De repente observáis que asoma a lo lejos un trailer de gran tonelaje y tenéis claro lo que hay que hacer: apartarse hacia un lado.

Cuando queréis encender vuestro vehículo comprobáis con pavor que no tenéis la llave en el contacto, que el depósito de combustible está vacío y que tenéis dos ruedas pinchadas. ¿Qué sucederá? El camión os llevará por delante.

Esta imagen pretende representar a un director de una empresa, sentado en su sillón directivo (el coche) observando el horizonte (visión del negocio) con todas las herramientas necesarias (prismáticos, mapa). Le han costado un dineral todas estas herramientas, por cierto. Cuando ve que se aproxima una recesión (camión de gran tonelaje)  y decide tomar las medidas oportunas para que no se lo lleve por delante (apartarse del camino), comprueba que no se ha preocupado lo suficiente por el propio estado del vehículo (mala gestión de recursos y capacidades) y no tiene ninguna posibilidad de realizar la maniobra necesaria para apartarse del camino. El camión le manda directamente al desguace.

Cambiemos algunos elementos del escenario. Estáis nuevamente parados en el medio y medio de la carretera pero os preocupáis de que todo esté en regla dentro del coche: llave en el contacto, ruedas con su presión correcta, depósito de combustible a rebosar, freno de mano quitado, dirección desbloqueada… En esas condiciones ya podéis nuevamente otear el horizonte y, al igual que antes, veis venir de frente un camión de gran tonelaje. La decisión es la misma: moverse hacia un lado para librarse del golpe.

Ahora sí que estáis en condiciones de poder hacerlo: tenéis pleno control del vehículo y todos los elementos funcionan adecuadamente a vuestras órdenes. Lo que podría pasar en el peor de los casos es que el camión fuera más ancho de lo previsto y, a pesar de haberos apartado hacia un lado, os provocara un arañazo en el lateral. Pero de eso a acabar en el desguace hay una diferencia tremenda.

Huelga volver a dar explicaciones, pero sí quiero remarcar el mensaje importante. En este caso, antes de ponerme a vigilar el horizonte (visión de futuro), me preocupé de que el vehículo estuviera en plenas condiciones de maniobrabilidad ante cualquier eventualidad que surgiera (buena gestión de recursos y capacidades). ¡¡Solamente así!! podré tener bajo control la situación y siempre conservaré la capacidad de maniobra ante los imprevistos que me depare el futuro. Mi supervivencia en la carretera depende específicamente de esta buena gestión, de saber dirigir lo que me traigo entre manos.

Espero que con esta metáfora haya quedado más claro por qué la fortaleza de las empresas depende fundamentalmente de una buena gestión interna y porqué nuestros primeros esfuerzos deben estar encaminados a ello. Solamente después de haberlo logrado podremos empezar a invertir en herramientas que nos ayuden a trazar una buena estrategia de negocios de cara al futuro.

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