martes, mayo 25, 2010

Tiempos de incertidumbre

Un interesante aporte de Gustavo Sarnari (Socio Titular de Grupo CoSMO y Estrategia & Negocios), en el cual se explica con gran claridad: el momento que nos toca vivir, cómo generar el cambio y salir adelante recuperando los verdaderos valores.

Desde hace mucho tiempo somos tildados de chantas. Y en muchos casos con razón. Basta con ver las actitudes de nuestros representantes políticos, la corrupción que además de estar enquistada en las altas esferas del poder también se encuentra incorporada en muchos ámbitos de actividad, y por supuesto, la viveza criolla que nos caracteriza como sociedad.

Pero, a pesar de todo creo que esta vez estamos cambiando. Como argentinos revalorizamos el trabajo y hoy estamos clamando por el. Uno ve una innumerable cantidad de gente talentosa y enormes ganas de salir adelante.

De cada experiencia negativa, cada una nos deja sus enseñanzas. Entender como y por que llegamos hasta aquí profundizará nuestra capacidad de aprendizaje.

En el libro El Futuro ya llegó, su autor, Guillermo Oliveto retrata la sociedad de esta manera:

Nunca vivimos tanto.

Nunca nuestro tiempo nos pareció tan corto.

Nunca fuimos capaces de generar tanta riqueza.

Nunca hubo tanta gente viviendo en la pobreza.

Nunca tuvimos tanto control sobre la naturaleza.

Nunca estuvimos tan amenazados por los desastres naturales.

Nunca tuvimos tanto dinero.

Nunca supusimos que una vez que lo tuviéramos seríamos iguales o menos felices que antes.

Nunca fuimos tan libres para elegir.

Nunca nos angustió tanto el no saber que hacer.

Nunca tuvimos tanto poder para cambiar las cosas….para bien, o para mal.

Para bien o para mal, dice el autor.

Desde que tenemos la capacidad de pensar como seres humanos y también la virtud de poder vivir en sociedad, hemos tendido lazos, creado acuerdos y dictado leyes vitales para el progreso humano. Pero en nuestra vida en sociedad siempre hay algo que se rompe. Desde la vuelta a la democracia nuestro país sufrió varias rupturas y crisis. Una ruptura implica exactamente lo que su nombre indica: se quebró. Se rompió. Y algo que se rompe ya no puede volver a su estadio o forma original. Ante una ruptura solamente se puede hablar de un antes y un después.

Y después de producirse una ruptura, tenemos la posibilidad de aprender de la experiencia negativa, canalizar esa experiencia para abrir la mente y cargarla nuevamente de significado. Esto implica reordenar nuestro pensamiento y nuestra forma de hacer las cosas hacia el futuro para reconstruir lo más rápido posible el sentido que nos oriente hacia un nuevo orden.

Ahora bien, ¿Cómo podemos reorientarnos para crear un nuevo orden? Simplemente aprendiendo de nuestro errores pasados.

¿Y como aprendemos para no volver a equivocarnos? Simplemente reconociendo que nos equivocamos, que no la sabemos todas como muchas veces creemos y dejar de lado la soberbia.

A más sabios, más humanos. La certidumbre que ha desaparecido en este contexto tan difícil que hoy nos toca vivir, la recuperaremos en la fortaleza de nuestro espíritu de lucha y constancia. El problema es que muchas veces cedemos ante el contexto hostil, bajamos los brazos y seguimos el caminito del sálvese quien pueda. Perdemos el equilibrio y caemos en un abismo.

¿Cómo podemos transformarnos nuevamente en una sociedad equilibrada?

El humorista argentino Rep en una de sus historietas nos presenta un personaje que dice: “Ni avión, ni yate, ni una casa en la colina, ni trescientos amantes, ni renovar el seguro de nada, ni comida étnica, ni sonrisita perlada. Todo lo que necesito es un bar y un diario.”

Tal vez sea hora de reconsiderar muchas cosas como seres humanos y sociedad, y preguntarnos:

¿Qué es lo realmente importante? ¿Qué me hace feliz? ¿Qué quiero? ¿De quienes me quiero rodear? ¿Con quién particularmente quiero estar? ¿Cuáles son los límites según mi conciencia? ¿Qué puedo hacer para estar mejor de lo que estoy ahora? ¿Cómo puedo planificarlo y llevarlo a la práctica?

Creo que como sociedad y particularmente argentinos tenemos muchas cosas positivas. Es cuestión de que volvamos a confiar en nosotros mismos. De recuperar nuestros verdaderos valores. Nuestros tatarabuelos y bisabuelos cruzaron el charco sin un cobre pero con ciertos valores que nos son muy propios y que muchas veces olvidamos que tenemos:

El valor de la familia

El valor de los amigos

El valor de la palabra empeñada

El valor de no aceptar cualquier cosa que muchos chantas, rastreros, cortoplacistas, buscadores y creadores del mango fácil nos quieren vender, o hacer ver como algo nuevo cuando lo único que hacen es llevarnos al atraso mental y cultural, a la pérdida de nuestros verdaderos principios y valores. Siempre estamos a tiempo de cambiar las cosas, de provocar una nueva ruptura que nos devuelva el camino a la certidumbre. En nuestra vida cotidiana podemos provocar una ruptura. Alejarnos de todo lo que no nos sirve, nos hace daño, nos aleja de nuestros verdaderos objetivos. Insisto, seguir nuestros principios y no alejarnos de nuestros valores.

Podemos hacer desaparecer la incertidumbre y recuperar como sociedad nuestra verdadera esencia. A mi particularmente hace muy poco tiempo y ante una dificultad que me tocó atravesar pude comprobar a través de la ayuda de gente que aprecio pero que verdaderamente nunca me vi obligado a pedir auxilio su amistad incondicional. Es aquí, en los momentos difíciles de atravesar donde podemos comprobar que no todo está perdido. Es donde resurgen nuestros valores escondidos. Lo único que tenemos que hacer es sacarlos a la luz en forma permanente.

Esta es, al menos así lo considero; una buena forma de generar el cambio.

Gracias por compartir este espacio conmigo.

Gustavo Sarnari (grupocosmo@arnet.com.ar)

No hay comentarios:

Publicar un comentario