A veces no hace falta un gran evento (un asteroide, una mega erupción
volcánica, una cruda edad de hielo) para explicar la extinción de una especie.
Las teorías más recientes sobre la desaparición de los neandertales (los
últimos representantes vivieron en Gibraltar hace solamente 28.000 años) no
apuntan a un choque con los “homo sapiens superiores” (como se creía hasta
ahora) sino a una sucesión de pequeñas causas (endogamia, cruce de
ciertos umbrales de poca población) que, combinados con la dinámica de la
complejidad, derivaron en la extinción final.
Umberto Eco dijo una vez que “para cada problema
humano hay una respuesta clara, fácil, plausible y equivocada”. Con
las tecnologías de moda ocurre lo mismo: ¿qué pasa si les sobreviene un
“invierno” pero no por una disrupción drástica, sino por una sucesión de
pequeñas decepciones, problemas de timing, desinterés, etcétera?
A la par del entusiasmo generado en el último año con los
avances de la computación cuántica, que conllevan la promesa pronóstico de
ordenadores millones de veces más rápidos que los actuales en el mediano
plazo, varios científicos discuten la factibilidad de un “invierno
cuántico” si no se logra resolver el problema del “ruido” con los
qubits y todo queda en pronóstico incumplidos.
Los autores citan a uno de los máximos pesimistas en este
terreno, Mikhail Dyakonov, un profesor de física que da clases en Francia,
quien dice que “nunca tendremos una súper computadora cuántica”, y
deberemos conformarnos con algunos dispositivos “extremadamente caros” para
realizar algunas tareas específicas, operando en entornos de cientos de grados
bajo cero
Para Piekniewski, un investigador polaco especializado en
IA, como en Juego de Tronos, en la tecnología de moda
también “el invierno se aproxima”.
Para LeCun, un científico francés considerado una de las
máximas autoridades en el campo de la IA, hubo mucha exageración por parte de
distintos actores –algunos, verdaderas celebridades– en relacionar los avances
en este terreno con algo parecido al cerebro humano.
“La primera parte de un ‘sigmoide’ –una función matemática
con forma de ‘S’– también parece una dinámica exponencial, pero en algún
momento es probable que alcance un límite –económico, social, físico–, toque un
punto de inflexión y se sature. Soy optimista por naturaleza, pero
también realista”, dijo Le Cun en una entrevista.
En paralelo con la explosión del último año, el terreno de
la denominada Web3 (mundo cripto, internet basada en protocolos
descentralizados, etcétera) también sufre el embate de escépticos que hablan
de exageración de las promesas y de inversiones infladas.
Las críticas de más alto perfil fueron las de Elon Musk y
las del exCEO de Twitter Jack Dorsey, pero recientemente un programador menos
conocido fue más “al hueso” y planteó dudas más profundas y con mayor vuelo
técnico. David Rosenthal es un veterano del sector tecnológico (fue el cuarto
empleado de Nvidia) que afirma que los productos cripto “tienen raíces
profundas en la cultura libertaria de Silicon Valley, que se basa en ignorar
las externalidades, y esta no es la excepción”.
Rosenthal hace énfasis en el gasto energético (solo el de
Bitcoin equivale a todo el consumo anual de los Países Bajos) y no lo convence
el argumento de que se usarán energías alternativas: “Para empezar, casi no se
está haciendo; el mundo tiene déficit de energía y no está claro que la
sociedad vaya a tolerar para siempre este desperdicio de hardware y
energía”, explica.
El programador también remarca que los esfuerzos de
descentralización (por ejemplo, en minería de criptomonedas) están condenados
al fracaso, porque las tecnologías de información tienen economías de escala (y
dependencia del sendero) que hacen que pocos jugadores se queden con la mayor
parte de los beneficios. Y también es muy crítico con los aspectos de
seguridad, especialmente en los entornos de Ethereum, de finanzas
descentralizadas y contratos inteligentes en general. Rosenthal aclara que no
tiene dinero invertido en cripto (¡como si hiciera falta!), pero ahí hay un
buen punto: es difícil encontrar “observadores neutros” tanto en IA como en
computación cuántica o Web3, porque hay muchos incentivos a exagerar
optimismo por parte de quienes invierten en proyectos asociados.
Hay una posibilidad intermedia entre los extremos marcados
por el optimismo de los incumbentes y de los fondos de inversión y el pesimismo
de los expertos mencionados. Puede ser que, en efecto, los avances tecnológicos
tarden más de lo previsto en llegar, pero que incluso así siga siendo
buen negocio involucrarse, porque aún hay mucho para explotar sobre lo ya
descubierto. Esta es la visión de tecnólogos como Andrei Vazhnov y
Marcelo Rinesi. Por ejemplo, uno de los booms económicos recientes de la
inteligencia artificial anclado en el reconocimiento de imágenes, está basado
en una tecnología que se inició en Toronto, Canadá, en 2012. El ciclo de inversiones
tarda en aprovecharlo varios años. En este caso, si se aproxima, el
invierno podría ser benigno, con temperaturas agradables para seguir asomando
la cabeza a las tecnologías de moda.
Muy buena información.
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Te enseño ¿qué es el Repse?