miércoles, enero 26, 2022

Las habilidades del líder del siglo XXI

La transformación digital que están acometiendo muchas organizaciones, así como los desafíos que ha conllevado la pandemia del Covid-19 ha puesto en jaque al liderazgo empresarial, que ve cómo la necesidad de reinvención del perfil profesional también alcanza a la alta directiva. De este modo, en el marco de la llamada Cuarta Revolución Industrial, con un alto componente tecnológico, estas son las 14 habilidades que todo líder deberá tener.

Capacidad de comunicación, empatía, visión estratégica, habilidad para analizar datos, manejo de las nuevas tecnologías… Estas son algunas de las competencias que piden los reclutadores a los candidatos y candidatas a un puesto de trabajo. Sin embargo, estas habilidades son también claves en las posiciones de liderazgo.
Así lo confirma Forbes en un artículo, donde se asegura que el hecho de que la inteligencia artificial y la robótica estén cada vez más presentes en muchos lugares de trabajo, no significa que las habilidades de liderazgo humano no sean necesarias. De hecho, se apunta a que dichas competencias serán vitales para el éxito.
En esta línea, los expertos de Up Spain, empresa especializada en beneficios sociales para empleados, ahondan en las 14 habilidades de liderazgo que todo líder deberá desarrollar, si quiere seguir siendo empleable y hacer que la organización supere los retos que trae consigo el Covid-19 y la Cuarta Revolución Industrial.

1. Agilidad a la hora de entender y aplicar los cambios
Los líderes deberán ver las nuevas medidas, tendencias y procesos de cambio como una oportunidad para crecer e innovar y no como una carga. Por tanto, se aconseja los directivos abrazar y celebrar el cambio, el lugar de ‘luchar’ contra él.
2. Inteligencia emocional
La inteligencia emocional es clave para poder percibir, comprender y gestionar las emociones propias y ajenas, es decir, las emociones personales y las de los miembros de los equipos, mejorando así la gestión del capital humano que dirige, y más especialmente en un contexto social y económico tan duro derivado del Covid-19.
3. Humildad y confianza
Dos conceptos que, a menudo, parecen contradecirse pero que son plenamente compatibles. En este sentido los líderes del mañana deberán encontrar un equilibrio entre la confianza en sus propias habilidades y decisiones, y ser humildes acerca de su lugar en la organización, con el fin de impulsar -junto a sus equipos- y tener éxito en las iniciativas puestas en marcha, al tiempo que se hace brillar a toda la fuerza de trabajo.
4. Transparencia en la comunicación
Todo líder que se precie busca ganarse el respeto de su equipo. Una cuestión en la que la responsabilidad y la comunicación juegan un papel clave, especialmente ahora que, según Forbes, el futuro del trabajo pasa por la creación de organizaciones cada vez más transparentes y colaborativas. "En este entorno, es crucial que las acciones de un líder estén alineadas con las metas y los objetivos de la compañía”, añaden los expertos de Up Spain.
5. Visión de futuro
Además de la visión estratégica y global, un buen líder del siglo XXI debe saber anticiparse a las tendencias que llegarán a la organización para volver a cambiarlo todo. Asimismo, deberá ser capaz de entender cómo cada parte interesada, ya sea empleado, proveedor o accionista, se verá afectada por las decisiones que toman. “Esto requiere que un líder determine estratégicamente cómo satisfacer las nuevas necesidades de todas las partes interesadas de manera efectiva”, destacan desde Forbes.
6. Valentía para asumir riesgos y tomar decisiones
En un entorno VUCA, no caben los titubeos, aunque sí la reflexión en la toma de decisiones. Cuando no hay una hoja de ruta clara, los líderes deben tener el coraje de enfrentar lo desconocido y navegar por circunstancias difíciles.
7. Flexibilidad
La flexibilidad es vital para adaptarse a las cambiantes demandas de los trabajadores, las áreas de trabajo y las herramientas. También será esencial la adaptación a los nuevos tiempos, dejando así de ser complacientes. Y es que lo funcionó con éxito en el pasado no tiene por qué ser la fórmula para el éxito del mañana.
8. Conocimientos tecnológicos y pensamiento digital
Otra habilidad importante se refiere al uso de nuevas tecnologías. Por tanto, los líderes de hoy no solo deberán tener conocimientos técnicos, sino que también necesitarán entender, tener conversaciones y tomar decisiones relacionadas con el uso, aplicación e inversión en tecnología. “La capacidad de comprender lo que la tecnología puede hacer por una organización es esencial, y los líderes deben adoptar continuamente nuevas plataformas y herramientas tecnológicas en este contexto marcado por el Covid-19”, afirman los expertos de Up Spain.
9. Intuición y capacidad de escucha
Es necesario poder escuchar lo que no se dice y ver lo que no es visible. Este punto enlaza con otro anterior vinculado a la necesidad de anticipar las futuras tendencias que están por llegar.
10. Capacidad para la colaboración
Especialmente en un entorno con un ecosistema de trabajo diverso, compuesto por profesionales de hasta cinco generaciones, con características culturales muy distintas y un perfil profesional cada vez más heterogéneo.
11. Alta capacidad para aprender de forma rápida, continua y para toda la vida
Los líderes del siglo XXI necesitarán evaluar rápidamente una situación y aprender lo que necesitan para tomar decisiones efectivas. Junto a ello, deberán estar abiertos a la capacitación y el aprendizaje de los expertos de su equipo si quieren inspirar.
12. Capacidad de observación
El liderazgo efectivo también requiere que alguien con experiencia aprecie y aproveche las diferencias que cada individuo aporta al equipo desde sus perspectivas individuales.
13. Autenticidad
La autenticidad es esencial para construir mejores conexiones y generar confianza. En tiempos de incertidumbre como los que vivimos, los líderes deberán ser más auténticos que nunca, especialmente al gestionar situaciones de fracaso.
14. Atención a los detalles
Por último, un buen líder deberá mantenerse enfocado en los objetivos de la organización y proporcionar estabilidad a los empleados, incluso cuando la urgencia de los cambios modifiquen sus prioridades.


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