jueves, diciembre 26, 2019

Del cerebro al ordenador: despega la 'bioelectrónica'

Los progresos en ingeniería aportan nuevos conocimientos sobre el cerebro.

Los 'enlaces neuronales' abren nuevas posibilidades para el tratamiento de enfermedades cerebrales y atraen a grandes inversores, incluido Elon Musk, el fundador de Tesla.

En la serie de novelas de ciencia ficción La Cultura de Iain M. Banks sobre el futuro de la sociedad, sus miembros tienen "enlaces neuronales". Desarrollados a partir de una semilla implantada en el cerebro en el momento del nacimiento, estas interfaces hombre-máquina se conectan a la inteligencia artificial y acceden a "universos de datos" de información. También pueden hacer una copia del cerebro al morir, subirla a una nube y permitir así que sobreviva la consciencia del portador.

Elon Musk, seguidor de la obra de Banks, se inspiró en estos enlaces cuando ideó Neuralink, una empresa de investigación médica que explora la frontera de la biotecnología. En una presentación, Musk explicó que a finales de año comenzarán las pruebas de los implantes de la compañía, cuyo fin es permitir la comunicación entre el ordenador y el cerebro.

Mientras novelistas como Banks exploran las implicaciones de la tecnología a través de la ciencia ficción, la neurociencia del mundo real podría permitir que en unas décadas haya en el mercado dispositivos que desafíen nuestro entendimiento de la humanidad y de las enfermedades.

Las pruebas con implantes de Neuralink, 
creada por Elon Musk, arrancan este año

A los profesionales médicos, no les importa tanto el potencial que dispositivos como los que está desarrollando Neuralink tienen para la comunicación hombre-máquina como para el tratamiento de diversas enfermedades como la parálisis o los daños del sistema nervioso. George Malliaras, un profesor de Tecnología de la Universidad de Cambridge, pone el ejemplo de un dispositivo que se comunica con una máquina para ayudar a una persona a hablar tras sufrir un derrame cerebral.

La bioelectrónica puede parecer algo nuevo, pero el marcapasos, un dispositivo electrónico conectado al corazón que ayuda a regular los latidos, es una tecnología madura desde los años 50, explica.

"Lo nuevo hoy en día es el énfasis en el cerebro", señala Malliaras. El cerebro determina nuestra personalidad y quiénes somos, explica, y plantea retos muy distintos para la privacidad y la seguridad que dispositivos como los audífonos, que llevamos décadas utilizando.

El progreso en la ingeniería ha abierto una "era de exploración", apunta Tim Denison, un profesor de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Oxford. Podría pasar una década hasta que dispositivos tan complejos lleguen al mercado, pero los recientes progresos en ingeniería están dando a los investigadores nuevos conocimientos sobre el cerebro.

Denison puso el ejemplo de un marcapasos cerebral que se utiliza para combatir la epilepsia. El dispositivo recibió la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU en 2013, y desde entonces ha dado a los neurocientíficos numerosos datos que les ayudan a entender cómo funciona el cerebro.

Estos conocimientos, sumados a los progresos en la miniaturización, la tecnología de baterías y la inteligencia artificial, abren la posibilidad de crear dispositivos que puedan comunicarse con el cerebro y ofrecer distintas formas de tratar numerosas enfermedades.


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