jueves, junio 21, 2018

Escuche a su cuerpo, controle su estrés y evite los impulsos


Ilustración de un hombre estresado que, metafóricamente, 
muestra en su interior una explosión de fuego y ansiedad.

Jack es conocido en su empresa por los resultados que consigue con equipos multifuncionales y de alto rendimiento. Allí donde otros tropiezan y se estancan, él fomenta la innovación a través de la colaboración. Pero, en estos días, si usted sale del ascensor en su planta, sentirá el miedo flotando por los pasillos. Jack lleva nueve meses en un nuevo puesto como líder de unidad de negocio y muchas cosas han cambiado. Hasta ahora, su gestión está marcada por una mala comunicación, pérdida de moral y resultados mediocres. Los encargados ya ni siquiera trabajan juntos: se retiran a sus esquinas y protegen su territorio.

Jack se enorgullece de dirigir con un estilo accesible y realista, pegado a la realidad. Siempre ha tenido una política de puertas abiertas. Defiende los altos potenciales. Juega en el campo derecho en el equipo de sófbol de la compañía. Pero este nuevo papel es un reto. Está trabajando más duro que nunca. Apenas duerme con tanto vuelo a horas intempestivas. Está frustrado porque la gente no se involucra con en su estrategia; conmocionado porque no puede conseguir que su impulso genere confianza. Jugador titular del equipo en el pasado, Jack se siente ahora aislado de casi todo el mundo a su alrededor.

Esforzándose tanto como puede, Jack no se da cuenta de que la presión le está afectando. No reconoce que está a la defensiva, que el agotamiento ha terminado con su optimismo y buen humor. En el pasado, la rutina de ejercicios de Jack aliviaba su estrés. Pero ahora está irritable y frecuentemente molesto, ciego ante lo que saltarse el gimnasio le provoca. Jack todavía se ve a sí mismo como un animador. No se da cuenta de cómo ha cambiado todo su mundo interior mientras todo el mundo que le rodea lo ve tan claro como la luz del día.

Buscando el entendimiento en todos los lugares equivocados posibles

Los dirigentes más experimentados tienen buen ojo para lo que ocurre a su alrededor. A gran escala, observan de cerca los mercados y los acontecimientos mundiales. Más cerca de su día a día, siguen los cambios en los valores del cliente que podrían impactar en su reputación y los resultados finales. En su propio patio trasero, juzgan los resultados de sus negocios y de las personas que los producen. Siempre están buscando los posibles bloqueos que pueda haber en sus carreteras.

Como Jack, de lo que muchos líderes no se dan cuenta es de lo que ocurre dentro de ellos mismos; un descuido que implica un gran coste. Hay una línea recta que une la vida interior de un líder con las acciones que toma, las relaciones que construye y el impacto que crea. No puede entender lo que pasa a su alrededor si no entiende lo que pasa dentro de él. ¿Qué puede hacer para alejarse de esta trampa común del liderazgo?

Cree su propio vigía

El primer paso para no tirarse piedras sobre el propio tejado es desarrollar lo que yo llamo un vigía o vigilante interior.

En el mundo, los vigías observan las cosas que podrían ir mal para alertar cuando haya problemas. Los vendedores son "vigías" de los grandes almacenes que tratan de pillar a los ladrones. Los guardias forestales son "vigías" en los bosques nacionales. Usted tiene un vigía incorporado en su mente, diseñado para vigilarle. En particular, su vigía presta atención a lo que sucede dentro de usted: la opresión en su estómago, la sorpresa cuando no se elige su propuesta, la alegría de hacer que su mentor se sienta orgulloso. Usted tiene pensamientos, emociones y sensaciones físicas todo el tiempo. En un día ajetreado, puede que no los note, pero aprovechar su vigía interior puede cambiar eso.

Si usted es como la mayoría de las personas, ya usa su vigía en ciertas situaciones así que sabe cómo funciona. Si un coche le corta el paso, su vigía siente la necesidad de "contraatacar" y usted no lo hace. Cuando recibe un mensaje de correo electrónico ofensivo, su vigia detecta la irritación y usted no responde. En casos como estos, su vigía reconoce sus impulsos antes de que se deje llevar por ellos, evita comportamientos destructivos.

Cuando las apuestas suben, también lo hace la fuerza de la reactividad interna. En situaciones de tensión, la presión arterial y el ritmo cardíaco aumentan. Las hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol, inundan su cuerpo. El instinto de supervivencia entra en acción y envía oxígeno desde el cerebro hacia las extremidades para que usted pueda hacer una pausa. Todo esto hace más difícil pensar con claridad. La perspectiva se reduce. El número de posibles soluciones que piensa se hunde. Al mismo tiempo, emociones como la ansiedad se disparan. Puede que tenga miedo y quiera esconderse, puede que se sienta enojado y quiera pelear. Todo esto sucede en su interior, lo note o no.

Si no usa su vigía, seguirá estos instintos dondequiera que le lleven. Así es como termina uno en la cama, por la noche, preguntándose cómo las cosas se salieron de su cauce. Cuando usted esté calmado de nuevo, puede serle difícil imaginar por qué actuó de la manera en la que lo hizo. Si rara vez disminuye la velocidad y recupera el aliento, es posible que viva en ese estado con bastante frecuencia. Además, si su vigía es silencioso corre el riesgo de convertirse en Jack: un líder con una gran trayectoria, pero que no se da cuenta de que hierve por dentro y quema todo a su alrededor.

¿Por dónde empezar?

Cuanto más utilice su vigía, más notará las cosas (y más útil le resultará). Estos son algunos consejos para comenzar. Si escoge una práctica y la sigue durante 30 días, empezará a ver los resultados.

  • Haga un inventario. Una vez al día, haga una pausa en lo que esté haciendo y concéntrese en sí mismo. Pregúntese: ¿qué tengo en la cabeza? ¿Qué siento yo? ¿Mi cuerpo está calmado o agitado? ¿Qué sensaciones físicas noto?
  •  Identifique sus pensamientos y sentimientos. Una vez al día, sintonice con detalle sus pensamientos y emociones. Desconecte un poco de tener esos pensamientos y sentimientos, y etiquételos. Por ejemplo, si usted está pensando "las cosas como ésta nunca funcionan", podría colocar una etiqueta como "escepticismo" y "cinismo" a ese pensamiento, y otra como "desanimado" al sentimiento.
  • Escuche a su vigía. Una vez al día, haga una pausa durante unos minutos y prepárese para tomar notas (en su teléfono, en un papel, etcétera). Pregunte a su vigía: ¿qué notas ahora mismo sobre mí? Luego, anote las observaciones desde el punto de vista del vigía. Por ejemplo, este podría decir: "pareces aburrido" o "estás emocionado con el nuevo cliente y te estás consumiendo a medida que desarrollas el plan del proyecto".
  • Ejercicios como estos se insertan en la perspectiva del vigía. Esto le permite a usted observar y notar su experiencia interna en tiempo real. Practicando en momentos en los que el estrés esté bajo, perfeccionará las habilidades de su vigía. Entonces, cuando las apuestas suben y los motores se calientan, su vigía se dará cuenta de lo que sucede y le avisará antes de que haga cualquier cosa de la que se pueda arrepentir luego.
  • Usted reacciona a las cosas, grandes y pequeñas, porque es humano. Estas reacciones incluyen pensamientos, emociones y respuestas físicas. El problema no es reaccionar, sino no notar esas reacciones. Si no ve lo que sucede dentro de usted, actuará por impulsos y, a veces, destructivamente. Como Jack, dañará su reputación o incluso su negocio. En vez de causar estragos, puede aprender a salir de ese camino. Desarrolle su vigía poco a poco, y llámelo cuando sea importante.

Erica Ariel Fox es autora del best-seller del New York Times Winning From Within: A Breakthrough Method for Leading, Living, and Lasting Change. Es socia fundadora de Mobius Executive Leadership y enseña negociación en la Escuela de Derecho de Harvard. 

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