domingo, abril 01, 2018

Diferencias entre un líder y un robot



Como creo que sois conscientes existen mucho manuales para definir el liderazgo al margen de que este ha sido es y será un concepto también cambiante.

No me considero ningún experto en liderazgo, por lo que tengo que reconoceros que en este post lo único que pretendo es reflexionar sobre la actitud necesaria para ejercerlo con éxito en una época en la que incluso alguien puede llegar a pensar en la posibilidad de que los robots terminen desarrollando funciones directivas. Una posibilidad que algunos incluso pueden llegar a plantearse como “conveniente” en diversos contextos….como consecuencia de la baja capacidad de liderazgo de alguno de nuestros líderes.

Creo que es posible identificar a un líder por su capacidad para:

  • Estar/actuar al servicio de los demás. Hay personas que sirven para liderar y hay otras que nunca servirán por mucho que se lo propongan. Los líderes saben que su trabajo consiste en ayudar a los demás para que sean mejores personas y mejores profesionales. Tener ésta mentalidad de ayuda es un requisito imprescindible. ¿Cuántas personas con equipos a su cargo lo tienen? Por desgracia son minoría, porque casi todos piensan en sus objetivos y ven a los demás como un recurso que les ayuda a conseguirlos. El liderazgo no basado en esta premisa se caracteriza por el control y la supervisión, el egoísmo, la rigidez, la falta de confianza y la mediocridad. Y se ejerce sintiendo como una amenaza a todo aquel que pueda ser mejor.
  • Influir con el ejemplo, La diferencia clave entre las personas no reside no reside en sus conocimientos, capacidades e incluso experiencia, está en su manera de ser y ello supone hacer un trabajo y un esfuerzo por la mejora continua. El rol de un líder es el de influir, inspirar, transmitir, motivar y por eso tienen una manera de ser marcada por unos valores que impulsan a los demás. Y además saben utilizar la sonrisa.
  • Distinguir lo importante de lo que no lo es. Saben lo que es más importante en la vida. El requisito básico para que las personas trabajen bien es que tengan un objetivo compartido. Puede parecer una afirmación superficial o poco sofisticada, pero es una verdad como un piano. Vivimos en la sociedad de las prisas, del ya, del consumo, de lo artificial, del envoltorio, en la que a menudo, el parecer es más importante que el ser. Para que las personas se esfuercen en un determinado objetivo tienen estar involucradas.  
  • Motivar a sus colaboradores/equipos. Muchos trabajos se han convertido en una forma de esclavitud moderna en el que las personas ven sus actividades como una penosa obligación en la que no se divierten ni disfrutan, en la que se sienten tristes, quemadas, estresadas y tienen una taza con la frase “por fin es viernes”. Los líderes tienen la capacidad de motivarnos para que desarrollemos actitudes positivas.
  • Tratar adecuadamente a las personas. En todas las religiones, desde el cristianismo al budismo, pasando por el hinduismo, el judaísmo o el islam, absolutamente todas, se predica el siguiente corolario: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”. Puede parecer simple e incluso demagógico, pero es una verdad descomunal. La vida es simple, no fácil, pero simple; lo que ocurre es que muchas veces nos encanta complicarla en exceso. Seguro que hay sofisticadísimos modelos, pero liderar supone tratar a los otros con equidad. 
  • Confiar. La confianza es un elemento clave para el liderazgo. Por eso delegan en las personas que integran sus equipos. Las involucran, les preguntan, les hacen participar y logran su compromiso. Los líderes son pacientes y forman, los jefes son impacientes y deforman. Los primeros se concentran en buscar lo  bueno que tienen los demás, porque saben que lo tienen y a partir de aquí hacen que saquen lo mejor de sí mismas.

No parece que estos sean atributos que hoy pueda ejercerlos un robot por muchos algoritmos y mucha inteligencia artificial que se hayan utilizado en su desarrollo.


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