viernes, enero 05, 2018

El líder directivo también puede tener un mal día


Al ejecutivo de hoy se le exigen resultados... y cercanía, carisma, ejemplaridad... La intensidad de su labor puede conducir a altibajos emocionales de los que debe ser consciente.

Para referirse a lo que siempre se ha conocido como jefe o mando superior, los libros de gestión hablan desde hace tiempo de líderes: personas que no solo tienen la responsabilidad de conseguir los objetivos marcados por la empresa dirigiendo para ello a un grupo de personas. Ahora, además, el líder debe ser inspirador, carismático, ejemplar, transparente y cercano. Casi un superhéroe que no puede permitirse un mal día. Pero no es así.

El líder de hoy tiene que asumir más aptitudes, pero las consecuencias de la responsabilidad siguen siendo las mismas. Según la última encuesta europea sobre las condiciones de trabajo de Eurofund, agencia de estudios de la Unión Europea, el 41% de los cargos de responsabilidad trabaja con plazos temporales muy ajustados, el 13% dice no tener nunca tiempo suficiente para cumplirlos (los que más de entre todos los diferentes tipos de profesionales), el 35% dice esconder sus emociones, o el 29% sufre interrupciones frecuentes en su labor. Además, son los que más trabajan en su tiempo libre, y casi el 40% de los directivos españoles dicen acabar el día exhaustos, según la citada encuesta. Estos perfiles disfrutan de mejores condiciones salariales, pero no se libran de sufrir momentos de bloqueo emocional. En definitiva, malas rachas.

“Es posible que estemos enviando el mensaje de que el líder tiene que ser casi un ser todopoderoso e infalible”, afirma Pilar Rojo, directora del HR Center y del programa de Coaching de IE Business School. Esta experta añade que los cambios que se están sucediendo en el entorno laboral, a nivel organizacional, digital o de plantillas, con una demanda constante de inmediatez, requiere de “líderes transformadores”, lo que eleva la presión sobre estos, pero cree que “las empresas son cada vez más conscientes de que pueden tener momentos de incertidumbre, de no saber cómo gestionar esa diversidad o esa velocidad”. Una incertidumbre que, describe Rojo, se traduce en síntomas conscientes como una sensación de falta de compromiso, de no estar a la altura, de no estar consiguiendo los objetivos de la manera más idónea, sentir que se trabaja por inercia o que le falta significado a la labor que realiza, quien también menciona los inconscientes: “Ahí, todo lo malo es por otros. No se siente parte del problema y no toma parte de la solución”.

Para la experta, las claves para superar estas situaciones son el autoconocimiento, para tomar conciencia de las emociones, y la autogestión. “No solo vale con buenas intenciones. Cambiar nuestras emociones requiere intención, esfuerzo y cambio de hábitos”, dice Rojo. Si el profesional no es consciente de su salud emocional, “puede sumirse en una espiral de negatividad que no va a saber a qué se debe, y si se trata de trabajos creativos, esos bloqueos pueden llegar a ser abrumadores”, describe Rojo, que aboga por que las empresas formen a sus líderes en competencias emocionales. “Creo que tenemos unos déficits en la formación del carácter de los directivos”, asevera, por su parte, el profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones del IESE Guido Stein. A su juicio, pasar por este tipo de baches tiene más que ver con una falta de educación en emociones que con la propia preparación profesional y tecnológica. Aspectos como la capacidad de sacrificio o el aguante están hoy, dice Stein, en desuso. “Conviene que las personas tengan pequeños fracasos pronto en su vida. Vivimos en tal época de inmediatez, de quererlo todo ya, que el hecho de esperar para satisfacer algo, como una promoción, o un reconocimiento, ya es un problema. Y al no cumplirse la expectativa, la gente se frustra”, añade Stein.

En su opinión, esto afecta sobre todo a los perfiles más jóvenes, que gozan de una formación técnica sobresaliente, pero no tanto en carácter. No lo ve así Pilar Rojo, que sí reconoce que requieren mucha celeridad en todo lo que hacen porque “para ellos todo es alcanzable”, son más dados al cambio, pero “no quiere decir que no estén preparados para el fracaso. De hecho, saben que son una generación que no van a vivir como sus padres, y cada vez son más conscientes de los problemas del entorno”.

MAYOR CONCIENCIACIÓN

La directora del HRCenter y del programa de Coaching de IE BusinessSchool, Pilar Rojo, explica que cerca del 70% de las compañías pertenecientes al Club de Benchmarking de Recursos Humanos de la escuela de negocios realizan procesos de coaching, lo que supone un crecimiento del 20% desde hace una década. En esta iniciativa participan cerca de 80 grandes empresas. 

Javier García Ropero

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