sábado, agosto 12, 2017

Cómo afrontar una conversación difícil

¿Qué es una conversación difícil? Creo que una respuesta genérica válida sería “aquella que no nos apetece tener”.

Lo digo de antemano para que, si alguien tenía alguna duda, quede claro que la dificultad no estriba necesariamente en el tema a tratar, ni la persona con la que conversar, ni en ningún aspecto exterior a nosotros.

La batalla más importante que tenemos que ganar para poder mantener una conversación difícil se libra en nuestro interior.


El temor a la reacción de nuestro interlocutor o nuestro propio orgullo son los elementos que más dificultan esa conversación que sabemos que debemos tener, pero no terminamos de afrontar.

Podemos hacer caso a esos miedos (¡no!) o podemos entenderlos como una señal que nos indica que tenemos que prepararnos bien para tener esa conversación (sí)

¿Qué debemos saber para afrontarlas?

  • No hay que dejar pasar el tiempo. A medida que dejamos pasar el tiempo se incrementa nuestra sensación de pereza y nos resulta más fácil alimentar nuestras excusas para no mantenerla. El tiempo es un factor crucial puesto que dota de sentido nuestras palabras. Cuando obligas a alguien a recurrir a la memoria a largo plazo concedes libertad a su cerebro para rellenar los huecos que tenga con la versión que mejor le convenga. Si estás pensando que debes tener una conversación, no la demores, afróntala en cuanto la hayas preparado… y prepárala pronto.
  • Toda conversación importante requiere una preparación. Lo de hablar con el corazón es muy bonito, pero a veces ordenar un poco nuestro argumentario viene bien. ¿Cuál es el objetivo de la conversación? ¿Qué ideas queremos trasmitir a nuestro interlocutor? Si somos capaces de escribirlas en un papel, como las chuletas antes de un examen, nos ayudará a asentar el mensaje en nuestra cabeza. Si no eres capaz de expresar las cosas claras… ¿qué puedes esperar de tu interlocutor?
  • Debemos centrarnos en hechos no en juicios: Los juicios nos bombardean todo el rato dentro de nuestra cabeza, es difícil desprenderse de ellos, pero absolutamente necesario. Remítete a los hechos no a la película que tu mente ha elaborado a partir de ellos. Sigue la norma del SCI (Situación, Comportamiento, Impacto) para describir lo que te preocupe. No centres la conversación alrededor de la persona sino de las acciones que ha cometido.
  • Tenemos que ser asertivos: Puedes manifestar tus opiniones, cómo no, pero hazlo de manera asertiva. Comunícalas junto a tus sentimientos, dales el carácter de percepción, no de verdad absoluta. Intenta que el interlocutor se ponga en tus zapatos, si lo consigues tendrás mucho ganado.
  • No hace falta competir: Ni las discusiones, ni mucho menos las conversaciones se pierden o se ganan. Trabaja en pro de tus objetivos y no de darle satisfacción a tu ego. Las relaciones se gestionan como carreras de fondo, y es mucho mejor entrar en la meta de la mano.
  • Debemos ser honestos: He estado a punto de no añadir este punto porque me parece obvio. No puedes tratar de resolver un conflicto o gestionar una situación ampulosa desde la falta de honestidad. A corto o a largo plazo tu interlocutor descubrirá las grietas de tu discurso y por ellas se irá la poca o mucha confianza que tenga en ti. Ojo con eso.

Apóyate en estos consejos y vence los miedos que tienes en el interior. Una conversación difícil en muchas ocasiones es la única manera de operar sobre un tema que, si no se trata, corre el riesgo de gangrenarse y generar males mayores. No quiere decir que sea la panacea, pero, en el peor escenario, si el resultado va a ser la amputación, mejor saberlo cuanto antes, ¿no? Así que no te apoyes en la pereza o las excusas, no hay razones para no tenerla. Por muy difícil que te resulte, conversa.

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