domingo, julio 02, 2017

La capacidad de adaptación


Se habla mucho de la capacidad de adaptación al cambio, de ser flexibles con nuestro entorno para así poder fluir entre las situaciones. Vivir y trabajar sin bloquearnos ante el cambio, sino encontrando siempre el mejor camino entre las circunstancias que nos rodean.

Adaptarse al cambio es fácil, sobre todo cuando el cambio inicialmente parece que va a ser para mejor. Si ahora te dijera que vas a cobrar 3.000€ más al año o que vas a tener una semana más de vacaciones, seguramente no te costaría demasiado adaptarte al cambio ¿verdad?

El problema no es la adaptación al cambio, sino la adaptación cuando parece que las cosas se ponen peor, cuando te dicen que cobrarás 3.000€ menos o que en lugar de 4 semanas de vacaciones, este año sólo podrás tener 3.

El otro día escuchaba a un conferenciante decir con voz gritona (está demasiado de moda gritar para motivar) “tenemos que adaptarnos al cambio”, como quien da clase a un grupo de niños de primaria… Luego pensé: “Sí, que te comuniquen ahora que se han anulado todos tus proyectos para los próximos 3 meses y verás cómo a ti también te cuesta adaptarte al cambio”. Es algo humano, a todos nos cuesta, incluso a los que dicen que te adaptes al cambio.

ENTRENANDO LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN AL CAMBIO

Ser capaces de afrontar las circunstancias adversas con algo de entereza es difícil, especialmente porque a todos nos gusta crearnos expectativas, buscar una zona de confort en la que poder sentirnos seguros.

Quizás no podamos desarrollar demasiado esta capacidad, pero sí que podemos entrenarnos para cada vez fluir más con la vida, pase lo que pase.

La famosa conferencia de Steve Jobs en la que habla de “unir los puntos” es para mí una gran lección, en la que se nos invita a considerar el cambio, una oportunidad más, un pequeño punto en una larga línea que es tu vida.

En el momento en que nos ocurren no vemos el sentido de los cambios “aparentemente negativos”, sólo lo podemos ver desde la distancia, uniendo los puntos.

Claro, fácil es decirlo y difícil afrontarlo. Pero no queda otra, lo contrario es patalear. Aunque hay quien saca mucho partido al pataleo, cuando el pataleo es contra la vida misma no hay nada que hacer: o te aclimatas o te aclimueres.

Cada semana vivo circunstancias adversas, a unas me cuesta más adaptarme y a otras menos. En cada área de tu vida te vas a encontrar con unas u otras dificultades: salud, trabajo, finanzas, familia, hogar… Cada una de las áreas de tu vida va a sufrir cambios, unos te gustarán y otros en absoluto.

Para mí lo que marca la diferencia es cómo afronto lo que no me gusta, cuánto tiempo me quedo en el pataleo y cuánto tiempo tardo en rearmarme y decirme de nuevo ¡yo puedo con esto!

Creo que vendría bien cultivar un poco más esa actitud, la de “yo puedo con esto”, porque si me quedo pataleando estoy diciendo a los demás “esto puede conmigo”.

No sé tú, pero yo no he venido a la vida a sentirme víctima, sino protagonista. Voy a estar zarandeando la colmena para que ocurra todo lo que tiene que ocurrir, no quiero dejarme ni los créditos del final por ver, con canción y todo…

Si me bloqueo ante el cambio, viviré bloqueado. Si me adapto a éste, viviré viendo nuevas oportunidades, todas aquellas que aparecen después de un cambio, sea cual sea el color de éste.

Bien es cierto que ni tú ni yo lo tenemos fácil, nadie lo tiene fácil. Todos, independientemente de nuestra raza, religión, capacidad adquisitiva o familia de la que procedemos. Nadie lo tiene fácil, pues la vida no es fácil en sí misma, es vida y punto. Te puede gustar o la puedes odiar.

Dos personas afrontan un cambio negativo: una se queda agarrada a éste y se viene a menos. La otra lo ve venir, se sorprende, lo acepta y se viene a más. Las separa una actitud.

Haz que todos los cambios en tu vida sean el trampolín que te impulse a dar lo mejor de ti mismo/a.

Que tengas un gran día.

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