miércoles, mayo 10, 2017

3 hábitos de los líderes más productivos


La productividad no trata de conseguir el mayor número de cosas, sino la de cumplir con los objetivos marcados al final de la jornada. Sin embargo, lograr esta meta no siempre es fácil, aunque al hacerlo se demuestran virtudes organizativas, de liderazgo y eficiencia. De hecho, los grandes líderes no sólo buscan personas que sepan cumplir sus promesas, sino que son los principales referentes a la hora de imprimir este sistema de trabajo en sus rutinas.

La organización de tareas, su priorización y control del estrés son las tres pautas que todo líder empresarial y trabajador debe seguir si lo que busca es ser eficiente en su trabajo. Así al menos lo revela un artículo publicado por Entrepreneur, el cual desarrolla estas tres ideas, aportando una serie de consejos para lograrlo.

Lista de tareas pendientes. Al comienzo de la jornada es importante definir cuáles son las tareas que han quedado pendientes, las que hay que realizar en el día y aquellas a las que se le va a tener que dedicar un determinado tiempo, durante varios días.

Esta cuestión nos lleva a un segundo punto: la priorización según la importancia de los asuntos. Un consejo a aplicar es el de desarrollar las tareas más complicadas o tediosas al principio de la jornada, pues es cuando la energía se encuentra en su punto más álgido. A continuación, hay que abarcar las tareas por orden de prioridad, importancia o urgencia.

Asimismo, es importante que, en el caso de que vayan surgiendo nuevos asuntos a atender por el camino, si se trata de situaciones fáciles de resolver, se atajen cuanto antes, ya que una nueva reorganización de la agenda supone una pérdida de tiempo, siempre que ese plazo supere al de la realización de esa tarea. En caso contrario, lo idóneo es hacer una replanificación de los asuntos pendientes con el fin de optimizar mejor el rendimiento.

Finalmente, es vital controlar el estrés en el trabajo. A día de hoy las empresas valoran a los trabajadores que saben desarrollar su actividad bajo presión. En este sentido, lo idóneo es crear espacios dedicados a ralentizar el ritmo de la actividad o disponer de tiempos de descanso con el fin de reactivar la mente.

Es precisamente en esos tiempos de desconexión, los cuales deben durar entre 20 y 30 minutos, donde se puede aprovechar para interactuar con otros, tratando de evitar hablar del trabajo o redundar en el problema que haya surgido.

Trabajar la calma es tan importante como saber reaccionar ante una crisis y una cosa que suele ayudar es pensar que aquello en lo que se pueda intervenir, se puede cambiar, pero lo que no dependa de nosotros mismos, se debe apartar pues no está en nuestra mano modificarlo.

Y es que la productividad y la eficiencia a menudo se relaciona con lograr terminar un gran número de cosas, sin embargo, los grandes líderes saben que eso, en el mundo actual y pese a la ayuda de las herramientas tecnológicas disponibles, es casi imposible, por lo que se centran en marcarse unas metas y alcanzar los objetivos mínimos e imprescindibles, en el menor tiempo posible.

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