sábado, abril 22, 2017

¿Puedes decirle a tu jefe lo que piensas de él?

La queja no puede cargarse de toxicidad y ha de tener contenido. 

Arranques de sinceridad, verdades como puños, simples desahogos... Piensa qué te conviene al hablar claramente a tu superior, y cómo y dónde decir lo que quieres.

Lo que algunos califican de vómito tóxico es lo que toda la vida se ha conocido como "despacharse a gusto"... Hablar con sinceridad total a nuestro jefe, diciéndole todo lo que pensamos, puede suponer un desahogo con mucho riesgo. Sobre todo si el arranque de sinceridad o la queja no tiene nada que ver con la asertividad, que es básicamente la capacidad de sincerarse buscando la forma, la manera y el lugar adecuado.

El impulso sincero se precipita por la falta de sintonía o por el conflicto permanente con un mando. Puede ser que tu jefe no te soporte, y que seas consciente de ello. Es posible que no cumplas sus expectativas, que te vea como una amenaza, o que permanentemente le cuestiones... Las estrategias son diferentes en función de los motivos. Una opción es marcharse directamente, pero se puede combatir ese rechazo fingiendo, resignándose y asumiendo la situación como si no pasara nada, sobreviviendo de la mejor manera posible mientras encuentras otro trabajo o cambias de puesto... Y la solución es quejarse o decir lo que se piensa realmente.

Lo cierto es que si en la empresa en la que trabajamos nos midieran real y exclusivamente por los resultados obtenidos, no debería preocuparnos ser muy sinceros con quien manda. Pero la sinceridad en muchas organizaciones termina convirtiéndose en sincericidio.

Aplicaciones como Yik Yak o Whisper han empezado a permitir a empleados de cualquier compañía quejarse acerca de lo que cobran, de cómo dirigen sus jefes o acerca de sus aptitudes para el mando. Otras, como Memo, hacen posible lanzar mensajes anónimos.

Hay quien no pone reparos en identificarse para dirigirse en público a su jefe: en febrero José Morán, un empleado de la compañía Tesla que trabaja desde hace cuatro años como operario de producción en la planta de Fremont, publicó un post en Medium, sugiriendo un intercambio de opiniones con el CEO de la compañía, Elon Musk, acerca de los horarios y la carga de trabajo en la organización.

El pasado mes de noviembre Elizabeth Wood, empleada de IBM, incluía un post en NewCo Shift respondiendo a una carta que su CEO, Ginni Rometty, había remitido al entonces presidente electo Donald Trump.

Criticar en internet... Por qué, cuándo y dónde

Las críticas o discrepancias en público pueden implicar serias consecuencias. Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, recuerda que "lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de criticar a un jefe o colega es que nunca debe hacerse en público. El feedback o las opiniones negativas se muestran en privado. Lo positivo, en público. Esta regla debe aplicarse con más rigor en el mundo virtual, que además de público es incontrolable".

Pérez añade que "si a pesar de todo, alguien quiere criticar en internet a quien le contrata, con el fin de mejorar profesionalmente, deberá centrarse en los errores objetivos y no en lo personal. Inmediatamente después debería proponer alternativas o soluciones propias a los supuestos fallos del superior".

También se puede dar un enfoque positivo a esas críticas, analizando si ese jefe cometió las equivocaciones lógicas de quien asume riesgos. Y cómo las resolvió.

Ortega cree que si un profesional transmite que está capacitado para ocupar un puesto pero demuestra falta de lealtad, posiblemente esto segundo tenga más peso que lo primero, y sugiere que "ante la duda, es mejor no criticar o hacerlo de tal modo que no se sepa quién es el protagonista y, además, extrayendo algunas lecciones. Si hay que contarlo, debe hacerse en un espacio profesional, como un blog o LinkedIn. Pero nunca en Twitter o Facebook".

Cómo hacer que la queja resulte algo provechoso

Lo fundamental cuando se produce la queja es que ésta no vaya cargada de toxicidad y esté vacía de contenido. Y que además sea concreta, porque el objetivo es que las cosas cambien. La decisión de ser totalmente sincero con nuestro superior lleva a que aquello que argumentemos se base siempre en hechos. Hay que huir de los juicios o de las interpretaciones, dejando claras cuáles son nuestras necesidades.

Pero, además, conviene saber qué necesita nuestro jefe y cómo se siente con nosotros. Se puede aprovechar la queja para enterarnos de qué quiere que hagamos.

Socializar en el trabajo... Cuidado con ser vulnerable

Hay determinadas circunstancias de socialización en el trabajo -con nuestro jefe o incluso con nuestros compañeros- que nos hacen especialmente transparentes y vulnerables. En esos momentos debemos tomar precauciones para no hacer o decir cosas de las que podamos arrepentirnos, tal vez porque hemos dejado demasiado visible un lado personal que habitualmente está donde tiene que estar cuando nos relacionamos profesionalmente con otros colegas de trabajo o con nuestros superiores. Todo esto puede afectar a la propia marca personal y es indisociable de la imagen profesional que mostramos.

Hay que tener en cuenta que hablar acerca de nuestra vida privada; de lo que hacemos durante el fin de semana; de nuestras finanzas personales, ya sea por defecto o por exceso; si padecemos algún tipo de enfermedad; e incluso si estamos pensando en marcharnos de la compañía o si hemos decidido crear una empresa propia, puede afectar a la faceta profesional. Conviene extremar la prudencia con la información no profesional que se ofrece, preservando siempre una zona privada.

La regla general es que ser auténtico (una virtud indudable) no implica ser totalmente transparente ni decir lo primero que se nos pasa por la cabeza.

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