domingo, febrero 05, 2017

Dime cómo pides las cosas y te diré quién eres

El acto de pedir implica que por cuestiones de tiempo, de rentabilidad, de conocimiento, de contactos, o de cualquier otra índole, necesitas la ayuda de otra persona para alcanzar tus objetivos. Puedes ser el jefe más alto o el cliente más importante, pero el hecho es que por el motivo “x” que sea, recalco, necesitas ayuda.

Lo advierto desde el principio para dejar claro que en mi opinión lo que nunca debe faltar a la hora de solicitar algo a alguien es… humildad.


Después de cuatro años de prácticas en el máster de paternidad, puedo afirmar por lo que veo en mi entorno y por mi propia experiencia que es cierto eso que se rumorea de que los niños de hoy en día están sobreprotegidos. No tenemos tantos hijos como en las generaciones anteriores y por tanto cualquier pequeño se convierte rápidamente en un ser a venerar dentro de su ecosistema familiar. De ahí a que se conviertan en déspotas de cuatro palmos puede ir un paso, así que uno de nuestros mayores esfuerzos con mi hijo es que aprenda a pedir las cosas con educación… y de momento, con alguna que otra excepción, lo estamos consiguiendo, lo que me llena de orgullo y satisfacción como si fuera un monarca en Nochebuena.

Tratar a la gente con respeto y educación es sin duda tu mejor carta de presentación en la vida

Por eso opino que saber pedir las cosas es tan importante y por eso he decidido escribir un post al respecto.

No hay mejor manera de identificar a un cretino en el entorno profesional que por su modo de pedir las cosas. Todo el mundo puede tener un mal día o un mal momento, pero cuando alguien sea reiterativo en el mismo tipo de comportamiento reprobable, no lo dudes, es un cretino… o necesita ayuda urgente en su plan de desarrollo.

No hay nada que justifique la mala educación dentro de un entorno profesional colaborativo (ni fuera de él). Construir es más importante que competir, y es mucho más valioso cuidar las relaciones que los egos. Así que si quieres saber cómo es alguien en tu oficina, coge cualquier petición suya al azar en tu entorno de trabajo y examina si ha sido planteada de manera constructiva.

Aparte de estos conceptos básicos de humildad, respeto y educación, la forma en que planteamos nuestras peticiones puede decirnos mucho más. Es un termómetro claro sobre la calidad de nuestras comunicaciones.

El problema más extendido es la falta de coherencia entre lo que pedimos y lo que pensamos que deberíamos pedir. En algunos casos se puede deber al fenómeno contrarío al que habíamos descrito hasta ahora, exceso de humildad. Aunque la mayoría de las veces esta incoherencia procede de un miedo, bien sea interno o bien sea causado por una amenaza (real o imaginada) del entorno. La consecuencia inminente es siempre la misma: decepción con los resultados o los entregables que acabamos por cosechar.

Cuando somos conscientes de nuestro exceso de prudencia la situación se puede solucionar, pero por desgracia, suele ocurrir que estos miedos llegan de forma inconsciente , y por tanto en lugar de situar la responsabilidad de la mala comunicación en nuestro lado, la colocamos en la del receptor, con lo que la solución se torna complicada.

Por eso saber pedir bien las cosas, en primer lugar con educación y en segundo con un alto nivel de coherencia con nuestros pensamiento, es fundamental. Es una de las conductas que mejor sirven para identificar a un buen profesional. De hechos una de las debilidades de la mayoría de los procesos de selección es que se pregunta demasiado al candidato y no se le coloca en situaciones donde tenga que pedir o simplemente inquirir. Se le adjudica un rol pasivo donde se tiene que preocupar por dar respuestas, pero donde no tiene que evidenciar desde dónde construye su relación con el entorno.

Pedir bien las cosas es tener más de la mitad del trabajo hecho, porque una buena petición suele además tener la propiedad de generar en el receptor un compromiso con la repuesta. Si además la respuesta es satisfactoria, y así se hace saber, esto aumenta el nivel de motivación. Con lo que a través de una buena petición podemos llegar a construir un círculo virtuoso de colaboración, algo que, no cabe duda, es deseable en cualquier organización.

Aprendamos a pedir bien y seamos intransigentes con quien pide mal.

Quizás, mejor que tanto otros cursos con nombres rimbombantes, sería buen incluir uno llamado “El arte de pedir” en nuestro catálogo de formación.

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