domingo, enero 15, 2017

Líderes, espartanos y círculos de seguridad


Reflexionando sobre el último libro de Simon Sinek (“Los líderes comen al final”), un optimista a prueba de todo cuya conferencia (‘start with why’) es la segunda más vista en TED, comparto una idea poderosa que se puede aplicar tanto a los equipos de alto rendimiento (EAR) en el deporte como, por supuesto, en la empresa. Me refiero al concepto de ‘círculo de seguridad’ como la responsabilidad que tiene el líder de crear un espacio privilegiado en el que sus colaboradores se sientan a salvo, importantes, reconocidos y valiosos, de manera que puedan enfocarse en el ‘nosotros, juntos, nuestro’ en lugar de en el ‘yo, mío, mi’.

Recoge el libro una historia de Esopo (s. VI A.C.) en la que cuenta cómo un león solía acechar en un campo en el que pastaban cuatro bueyes. Muchas veces intentaba atacarlos, pero siempre que se aproximaba, los bueyes se ponían rabo con rabo, de manera que, independientemente de por donde se aproximara el león, se encontraba con los cuernos de uno de ellos. Sin embargo, al final acabaron peleándose entre ellos, y cada uno se fue a pastar a solar en una esquina del campo. Entonces el león los atacó uno por uno y pronto dio buena cuenta de todos.

Lo cierto es que el mundo que nos rodea está lleno de peligros acechándonos. No es nada personal, así son las cosas. En todo momento hay fuerzas incontroladas que, incluso de forma inconsciente, actúan para obstaculizar nuestro éxito y desarrollo. Lo realmente preocupante para un líder es que dentro de su propia organización también existen fuerzas muy peligrosas y amenazadoras que, a diferencia de las externas, sí debería controlar.

Cuenta también en el libro que, según afirma Steven Pressfield en su relato de la batalla de las Termópilas (en la que se basa la película 300), el crimen más grave que podía cometer un espartano durante una batalla era la pérdida de su escudo. “Los espartanos perdonan sin castigo alguno al guerrero que pierde su casco o su coraza en la batalla, pero castigan con la pérdida de sus derechos de ciudadanía al hombre que pierde el escudo”. El motivo era sencillo: “Un guerrero lleva el casco y la coraza para su protección, pero lleva su escudo para proteger a toda su cohorte.”

De igual manera, la fortaleza, la productividad y la sostenibilidad de una compañía no depende exclusivamente de la calidad de sus productos o servicios, sino del grado de cohesión, cooperación y compromiso que muestran sus integrantes. El ‘círculo de seguridad’ resulta imprescindible para poder defendernos juntos ante los desafíos y los peligros externos que muchas veces no podemos controlar, confiando cien por cien en que disponemos de los escudos de nuestros compañeros para protegernos en la batalla, que nadie nos apuñalará por la espalda ni nos abandonará indefensos ante la adversidad o frente al enemigo.

Los líderes necesitan co-crear dentro de sus organizaciones una cultura sólida basada en un conjunto de valores, principios y creencias compartidas que proteja a sus integrantes de los peligros internos, tales como humillaciones, intimidaciones, faltas de respeto, abusos, aislamiento o la generación de sentimientos de incompetencia, estupidez o inutilidad, ya que, sin un ‘círculo de seguridad’ poderoso, las personas se ven obligadas a dedicar demasiado tiempo, recursos y energía a defenderse de sus propios compañeros, en lugar de atender a los retos y amenazas externas.

Necesitamos líderes capaces de crear ‘círculos de seguridad’ que cuiden de todos los miembros de la Organización, no únicamente de los más cercanos o de unos pocos elegidos, sino de todos pues, sin la protección del ‘círculo’, aquellos que estén alejados del líder se ven obligados a trabajar solos y abandonados a su suerte o en pequeñas tribus, y así se van formando camarillas, deja de fluir la información, la comunicación se hace inexistente y aparecen las relaciones y conversaciones tóxicas, la desconfianza y la inseguridad, todos ellos síntomas evidentes de la falta de compromiso. Como los bueyes de Esopo, condenados al desastre.

Entiendo que las empresas que están afrontando grandes dificultades o que únicamente aspiran a cumplir con unos objetivos anuales o, sencillamente, a mantenerse vivas, no vean como una prioridad anteponer el cuidado de las personas a los resultados económicos, pues las amenazas que vienen de afuera son demasiado grandes para preocuparse por cómo se sienten los de adentro… pero se equivocan.

Los líderes transformadores saben que las personas merecen ser tratadas como seres humanos a los que hay que proteger, en lugar de como recursos a los que hay que explotar, y son muy conscientes de que, como los espartanos, la fuerza de sus equipos no proviene únicamente de la agudeza de sus lanzas sino, sobre todo, de la voluntad de sus integrantes para ofrecer a sus compañeros la protección de sus escudos, de crear ‘círculos de seguridad’ poderosos que les ayuden a afrontar juntos, como un verdadero Equipo de Alto Rendimiento, los complejos y exigentes retos a los que deberán enfrentarse.

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