viernes, diciembre 23, 2016

Que el espíritu navideño nos acompañe… cuanto más, mejor


Estamos a las puertas de otras Navidades. Otro año que se nos ha ido escurriéndose y filtrándose entre nuestros quehaceres diarios, alguna que otra aventura, algún plan fallido,  risas y por qué no, seguramente alguna lágrima. Llegados a este punto, casi sin proponérnoslo y de manera totalmente casual, nos es inevitable hacer balance y pensar en los propósitos de fin de año, que sospechosamente coincidirá en un 80% con los propósitos del año anterior.

Sin embargo, terminar un buen año de la mejor manera posible nos ayuda a ser más optimistas y a plantearnos retos más desafiantes. Además, el espíritu navideño, tantas veces invocado, es un catalizador indiscutible de energía positiva, buenos sentimientos y dinámicas energizantes que deben ser aprovechadas a todos los niveles de nuestra vida.

¿Y por qué no en el trabajo? Es más, ¿Y por qué no a nivel corporativo? Las dinámicas de grupo son una herramienta muy utilizada para crear sinergias y favorecer comportamientos positivos, pero si esas dinámicas se bañan de “Paz y Amor”, ¿podrían dan mejor resultado?

Actualmente la mayoría las empresas premian a sus empleados con cestas navideñas y  cenas de empresas. Estas actividades son una manera de capturar parte de la alegría creada e introducirlo en el ámbito corporativo. El problema es que al final estas iniciativas se toman como derechos adquiridos, nos acomodamos y dejan de ser ilusionantes.

Si nos fijamos en los más pequeños y en la ilusión que les genera la Navidad, podemos observar que la receta es una mezcla de magia, de fiesta y de recompensa. Con lo que, rápidamente y sin pensarlo dos veces, podemos inferir que lo que se nos está escapando es sin duda la magia.

Es cierto que la magia es complicada de crear. Esa euforia que nos hace ser mejores personas y que nos llena de ilusión no se compra, ni se crea con dinero, aunque está claro que si queremos plantar su semilla en nuestra organización, vamos a necesitar destinar un presupuesto.

Según las características de nuestra empresa y por supuesto, de nuestros empleados, podemos ver qué actividades pueden generar el ecosistema necesario para que el espíritu navideño nos inunde. Además, tenemos que valorar si queremos que esa experiencia dure unos meses, o hacerla extensible a todo el año.

Por ejemplo, si nos dedicamos a la consultoría y a los proyectos, podemos proponer la creación de un grupo de empleados que durante dos meses vayan a dedicar tres horas semanales de su tiempo laboral a dotar infraestructura  informática a un centro de acogida de refugiados.

Su labor no solamente será llevar a cabo su misión, sino poner en común con sus compañeros sus vivencias, los resultados obtenidos y cómo esta acción ha mejorado la vida de sus semejantes.

No hace falta que todos los empleados contribuyan en estas acciones, tampoco deben ser tareas impuestas, pero si propiciadas por el departamento de RRHH y que de una manera u otra, lleguen a todos los empleados.  En este último punto, la comunicación interna es muy importante para lograr nuestro objetivo.

Todos los años por Navidad, el departamento de RRHH puede proponer a nivel corporativo ciertas acciones solidarias. Serán  los empleados, mediante votación, los que elijan en qué buena obra van a invertir durante el año próximo.  Además, las personas que participen en los proyectos, a su finalización, serán galardonadas con alguna distinción especial que puedan atesorar conjuntamente con la satisfacción de haber ayudado a alguien.

Este tipo de iniciativas crean empresas más unidas, que abandonan los intereses propios por la consecución de un bien común. Crean empleados comprometidos con la empresa y con la comunidad, que ven como su granito de arena ayuda a crear una sociedad más justa. Y además, ayudan a que el espíritu navideño se quede con nosotros más tiempo.

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