sábado, octubre 01, 2016

¿Qué convierte a un jefe en un buen líder?


El trabajo que desarrollan los líderes supone algo más que dirigir equipos. Implica tomar decisiones, convertirse en un guía para los trabajadores con los que colabora y en un impulsor de sus talentos, capacidades y habilidades. Sin embargo, no siempre se cumplen estos parámetros generales. Un error si atendemos a los resultados de algunos estudios que apuntan que motivar a los equipos, aumenta su productividad y compromiso con la empresa. La práctica de buenos hábitos de liderazgo pasa por desarrollar una actitud abierta, comunicativa, respetuosa, comprensiva y apartada de los egos personales, entre otros aspectos.

Aprender qué es lo que convierte a un jefe en líder nos permite, más allá de si nuestro puesto de trabajo implica la colaboración directa o indirecta con otros equipos, adquirir habilidades que pueden ser vitales para, por un lado, ascender profesionalmente, y, por otro, aumentar nuestro valor como profesional. Además, la obtención, retención y práctica de estos buenos hábitos de dirección nos permite contribuir a la creación de un ambiente de trabajo agradable y en continua evolución.

Tras conocer algunos de los beneficios que el buen liderazgo es importante definir qué características generales lo definen. Por ello, Forbes ha publicado un artículo con las diez prácticas que todo buen líder debe desarrollar durante su trabajo y, especialmente, en la forma de gestionar los equipos dentro de una empresa, con el fin de mejorar la motivación en las plantillas de trabajo y, por tanto, en su productividad.

1.El respeto mutuo. El respeto debe adquirir una doble dirección, del jefe hacia los empleados y de la plantilla al directivo. La falta de respeto, sea en la dirección que sea, supone un desgaste del ambiente laboral y, por tanto, un notable descenso de la productividad y del espíritu de trabajo. Además, la eliminación de este sentimiento en el equipo de trabajo, tanto si es en las altas esferas como en la base de la empresa, supone un desgaste extra de esfuerzos y rendimiento.

2.La comunicación bidireccional. La comunicación también ha de ser recíproca. Hablar y expresar las opiniones sobre un tema es tan importante como escuchar lo que se tiene que decir sobre él. Esta comunicación, además de respetuosa, debe ser fluida y sin caer en la intimidación, ya que menoscaba la confianza de los empleados a la hora de dirigirse a un alto mando, y sin posibilidad de comunicar, desaparece la opción de resolver las cuestiones o problemas que se puedan plantear.

3.Evitar las luchas de poder. El jefe es el encargado de tomar la decisión final y si durante el proceso de escucha de los nuevos planteamientos, objetivos y objeciones del desarrollo de un trabajo, los integrantes del equipo se ven inmersos en una “lucha personal”, debe tomar las riendas y atajar el problema antes de que vaya a mayores.

4.Sueldos equitativos. Un buen trabajo debe ser recompensado con una buena remuneración. Ahorrar en incentivos para aquellos empleados que desarrollan con eficacia un trabajo, a largo plazo, repercutirá en su motivación, productividad y, por tanto, en los resultados finales de los futuros proyectos desarrollados por él en la empresa. Además, éstos deben ser ecuánimes entre los miembros de los equipos que desempeñan tareas similares, ya que la distinción salarial podría crear un conflicto laboral.

5.Guiar a las personas. Un buen líder debe transmitir su visión, proyectos y objetivos para, después, permitir que los empleados hagan su trabajo sin entrometerse, incluso aunque cometan errores, porque forma parte del crecimiento laboral individual.

6.Disculpar los errores y reconocer los logros. La tendencia, tal y como destaca Forbes, es que los directores de equipo de hagan dueño de los logros globales y descarguen los fracasos sobre el equipo específico. Algo que no favorece de ningún modo a la motivación y productividad en la empresa.

7.La igualdad en los equipos. Siempre hay personas que destacan dentro de los equipo, de hecho, un buen líder genera líderes dentro de su área de competencia y eso significa que está haciendo un buen trabajo. Sin embargo, no deben de haber favoritos o, al menos, no se deben notar ya que la idea de esta proyección personal que debe impulsar el líder en todos los componentes se verá afectada si, de principio, se observa algún favoritismo.

8.Mantener la distancia sin ser “distante”. Hay que marcar cuál es el rol empresarial de cada persona, independientemente de su edad, experiencia y formación. La mezcla o superposición de unos con otros generará conflictos personales y laborales innecesarios.

9.Convertirse un "modelo a seguir". Una de las características que deben tener los jefes es que han de predicar con el ejemplo. Las acciones siempre son más elocuentes que las palabras y esto será percibido e imitado por el resto del equipo de trabajo.

10.La confianza recíproca. Confiar en los empleados y en cómo desarrollan su trabajo fomentará su actitud positiva a la hora de encarar un proyecto, ya que tratará de estar a la altura de las expectativas. Si este aspecto se convierte en rutina diaria dentro de la empresa acabará convertida en un elemento que se trasladará de los trabajadores al directivo y del directivo a los empleados.

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