martes, marzo 01, 2016

Liderar con el corazón es entender al otro y saber acompañarlo

En la vida de los líderes hay momentos que definen, para bien o para mal, su liderazgo futuro.

Para lograr una sinergia con su equipo, el verdadero líder conoce a las personas con las cuales se rodea. Las situaciones más exigentes y las crisis lo exponen a decidir si hacer o no un gran esfuerzo y compartir ese sacrificio con sus colaboradores.

La respuesta a estas circunstancias determina cómo es percibido, su conexión emocional con la gente y por lo tanto, cómo "conecta" con el equipo al cual lidera.

A menudo, los resultados son irreversibles. Aquellos líderes que sólo informan, que imparten instrucciones sin tener intercambio ni conocimiento de su gente, pierden influencia.

Los líderes auténticos conectan. Si usted quiere un equipo "con la camiseta puesta", conozca con quiénes trabaja, pregunte, pregunte y haga más preguntas: cuáles son sus sueños, sus intereses, qué habilidades tienen, su estilo de comunicación, sus costumbres, cómo es su familia. Olvide las barreras físicas entre usted y los demás y, especialmente, use siempre el lenguaje del otro para asegurarse de llegar mejor y ser entendido al ciento por ciento.

Los mejores líderes de todos los tiempos han tenido la capacidad de adaptar su lenguaje para estar en sintonía con la cultura de cada grupo. El buen líder, proactiva e intencionalmente, inicia el proceso de comunicación sin esperar pasivamente que sus colaboradores conecten con él. Por el contrario, los que se basan en su posición ejecutiva, basan su liderazgo en el lugar que ocupan en el organigrama y tienen la creencia de que la responsabilidad de conectar es de los seguidores. Basan su seguridad y su sentido de liderazgo en que los seguidores son los responsables de establecer contacto con ellos.

El error número uno es focalizarse en sí mismos, en lugar de hacerlo en los demás.

El papa Francisco, en un encuentro con obispos en Asia, expresó: "Para que haya diálogo tiene que darse la empatía. Se trata de escuchar no sólo las palabras que pronuncia el otro, sino también la comunicación no verbal de sus experiencias, de sus esperanzas, de sus aspiraciones, de sus dificultades y de lo que realmente le importa. Esta empatía debe ser fruto de nuestro discernimiento espiritual y de nuestra experiencia personal, que nos hacen ver a los otros como hermanos y escuchar, en sus palabras y sus obras, y más allá de ellas, lo que sus corazones quieren decir".

Comenzar a focalizarse en los demás es la clave para darle un sentido a la gestión. Antes de pedirle a la gente que se comprometa a ir en una determinada dirección, necesitamos hablarle al corazón. Esto se basa en el principio de que es necesario conectarse emocionalmente antes de poder hacerlo físicamente. ¡La gente no va a seguirlo hasta no llevarse bien con usted!

Muchos líderes fallan al no acercarse a donde la gente está, al no escucharlos, al transmitir poco interés por sus problemas. Sólo se dedican a comunicar cuál es "su visión", "su estrategia". No entienden que la gente no va a seguirlos solamente para servirles en la búsqueda de su visión y ambiciones, sencillamente porque tienen las suyas propias.

Lo que debe estar en nuestras agendas no es solamente adónde estamos llevando la organización; la prioridad es entender dónde está la gente hoy, cómo podemos escucharla y aprender de lo que comparte con nosotros, cómo podemos conectarnos con ellos.

Como afirma John Maxwell: "Para liderarnos a nosotros mismos, usemos la cabeza; para liderar a otros, usemos nuestro corazón". Recién en el momento en que podemos establecer una conexión auténtica comenzamos a mover a la gente en la dirección correcta.

Pablo Plá, Gte. Gral. de Ingredion y anteriormente de Alicorp Cono Sur y Coca-Cola

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