domingo, julio 26, 2015

A no confundir lealtad con compromiso, dos conceptos muy diferentes

A pesar de que las encuestas dicen que los jóvenes sí se comprometen con su trabajo, tienen otro concepto de lealtad, que no incluye obedecer ciegamente a sus empleadores.

"Una nueva investigación de la American Management Association (AMA) titulada Is Employee Loyalty Still Valued? ("¿Se sigue valorando la lealtad del empleado?"), revela que tras casi dos décadas de recortes, reestructuraciones, cambios organizacionales y abrumadores cargas de trabajo, uno de cada dos jefes, el 52%, ve a sus empleados menos leales que hace cinco años. Después de todo, el concepto de empleo de por vida ya no es factible para muchas organizaciones.

Ésta es la síntesis que Elena Gisbert realiza sobre un artículo de Sam Davis en Workforce Magazine, que es muy interesante porque pone sobre la mesa una virtud que se ha considerado prioritaria durante mucho tiempo y parece que va en camino a la decadencia, no sin motivos. Tal vez sea por esto de que hay una tendencia a reclamar "compromiso", en vez de "lealtad", y aunque parezca una sutileza semántica a la que no habría que darle mucha importancia, dice mucho a la hora de ejercer los liderazgos de hoy.

En principio, explica los resultados tan visibles de las nuevas generaciones que, actores o espectadores de tantas lealtades quebradas por parte de las empresas durante las décadas pasadas, llegaron a la lógica conclusión de que no merece la pena poner todas las expectativas, actuales o futuras, en la misma canasta (entiéndase, en la misma empresa). Aves de paso, se detienen donde encuentran alimento y migran inmediatamente cuando descubren otra fuente más prometedora. Surfean, como lo hacen con Google frente a la computadora.

Haciendo un poquito de memoria, podemos recordar el best seller de Spencer Johnson, "¿Quién se ha llevado mi queso?", de 1998, donde el mensaje explícito del infantil relato era que había que estar buscando siempre nuevas oportunidades donde hubiera "más queso". Naturalmente, Johnson lo escribió como elemento motivador para que los empleados estén abiertos a nuevas posibilidades del mercado y vuelquen sus iniciativas dentro de la compañía. El efecto, tal vez no deseado, es que la idea se convirtió en "¿por qué me voy a quedar acá si hay un lugar mejor para mí?", fue la pregunta disparadora y se echaron a volar.

Por supuesto, los que tenían más posibilidades se fueron, se siguen yendo, y es en ese punto donde se inicia la desesperada caza de talentos. ¿Cambiar de trabajo es un acto desleal? Hay muchas respuestas, tantas como dirigentes en este mundo. Una de ellas puede ser que un empleado al que "se le da trabajo", frase inadmisible como pocas, aunque muy popular, es una especie de traidor si se va, muy especialmente si, para colmo, es valioso para la organización. La American Management Association define la lealtad como "perseverancia, constancia y dedicación hacia algo o hacia alguien más allá de uno mismo". Bajo la mirada de la juventud de nuestros días, parece algo excesiva. Implicaría una entrega total, como lo fue en otras épocas y que las nuevas generaciones, en su mayoría, se niegan a aceptar.

Pero hay otras versiones del término "lealtad" en el caso que nos ocupa, que evitan la confusión con la obediencia ciega o hacer todo lo que el jefe diga. Es leal aquel que ejerce un pensamiento crítico a favor de la empresa y quizás en contra de los mandatos consolidados. El que cuestiona, respetando a subordinados, pares y las jerarquías superiores es porque, precisamente, se trata de una persona mucho más que leal. Es una persona comprometida con la empresa y sus resultados. He aquí la diferencia fundamental entre lealtad y compromiso.

Jorge Mosqueira  

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