El servicio de música en streaming ha entusiasmado a
inversores, artistas y público. Pero los beneficios brillan por su ausencia y
la competencia va en aumento. ¿Qué hacer ante unos resultados que distan mucho de
sonar a música celestial?
LA HISTORIA
A primera vista, la de Spotify parece una historia
de éxito. El conocido servicio de música en streaming ha convencido
a millones de personas en todo el mundo para que vuelvan a pagar por escuchar
música. Pero, tras cinco años creciendo en popularidad y número de usuarios,
una serie de escollos ponen en cuestión las optimistas previsiones que veían en
Spotify la tabla de salvación del renqueante sector de la música.
Pese a los 50 millones de usuarios, 10 millones de los cuales son de pago, Spotify todavía no ha registrado beneficios. Es más, los últimos datos disponibles indican unas pérdidas de 58,7 millones de euros en 2012, casi 12 millones más que el año anterior.
¿A qué se deben esos resultados negativos? Es cierto que los gastos operativos son elevados, pero el verdadero problema está en los ingresos, procedentes de dos fuentes: la publicidad, que debería compensar el coste derivado de dejar que 40 millones de personas escuchen gratuitamente todas las canciones que quieran, y los usuarios premium, que pagan diez euros, dólares o libras al mes para disfrutar de la música sin anuncios. Como ocurre con otros modelos de negocio freemium, la gran dificultad es conseguir que los usuarios se conviertan en clientes de pago.
A falta de otras fuentes de ingresos, el grueso de la financiación sigue proviniendo del capital riesgo, con 538 millones de dólares invertidos hasta finales de 2013, a los que se han añadido diversas ampliaciones.
Spotify debe mostrar que puede resolver estos problemas o, de lo contrario, perderá la confianza de los inversores. Cuando la supervivencia de las startups depende de frecuentes inyecciones de capital, al final es el dinero el que toma las decisiones, por lo que seguramente los inversores acaben presionando a Daniel Ek, CEO de Spotify, para dar con la tecla de la rentabilidad adecuada.
Talento comprometido
Otro elemento que añade presión son los derechos de autor que paga Spotify, que suponen el 70% de sus ingresos. Aunque la empresa los presenta como la prueba de que su modelo de negocio es positivo para los músicos y una alternativa viable a la piratería, no parece convencer a todos los artistas.
Spotify negocia un canon con las discográficas y después son estas las que reparten el dinero entre sus músicos, pero los artistas se quejan de que los importes son demasiado bajos. Spotify paga unos pocos céntimos cada vez que se reproduce una canción, así que debe escucharse más de cien veces para que el autor o autores ganen el equivalente a una descarga de MP3.
Esto ha provocado la sonora animadversión de algunos músicos. A finales de 2014, por ejemplo, Taylor Swift retiró todo su catálogo de Spotify alegando que el canon le parecía injusto. Y eso que son precisamente los artistas que más venden, como Swift, los que más se benefician del modelo de negocio de Spotify, puesto que los menos conocidos se escuchan menos y, por tanto, tienen menos ingresos.
Spotify quizá debería hacer todo lo posible por encontrar un modelo de negocio que premie el talento para no morder la mano que le da de comer. Pero si no puede soslayar a los intermediarios (discográficas) y se enemista con los artistas de más éxito, las consecuencias a largo plazo podrían ser muy graves.
Lluvia de competidores
A la hora de replantearse el modelo de negocio, Spotify debe tener en cuenta que no está sola. No es la primera empresa que ofrece música digital de pago y, dada la popularidad de este tipo de servicio, la competencia ha aumentado.
Beats Music, adquirida por Apple, tiene todos los visos de convertirse en el mayor rival de Spotify. Pero la competencia no acaba ahí: iTunes Radio, Google Music Play, Rhapsody (que compró Napster), Deezer y YouTube son otras de las alternativas. ¿Cómo puede centrarse Spotify en resolver sus problemas estructurales con tantos competidores pisándole los talones?
Ahora que Apple garantiza la difusión de Beats Music a través de sus iPhones y iPads, ¿no le interesaría a Spotify tender puentes con los fabricantes de dispositivos rivales? Aunque puede haber otras opciones: líderes globales como Apple o Google parecen dispuestos a incrementar su porción de la tarta de la música digital y Spotify podría resultarles apetecible.
Después de todo, muchos actores de la escena digital han seguido ese camino. ¿Podría ser que Daniel Ek estuviera esperando a vender la empresa por varios miles de millones de dólares, tal y como hicieron Jan Koum y Brian Acton con WhatsApp? A algunos emprendedores lo único que les interesa es vender un proyecto para irse con la música a otra parte.
Lo cierto es que, si Spotify quiere seguir siendo independiente, necesita encontrar nuevas fuentes de ingresos que afinen el modelo de negocio.
Pese a los 50 millones de usuarios, 10 millones de los cuales son de pago, Spotify todavía no ha registrado beneficios. Es más, los últimos datos disponibles indican unas pérdidas de 58,7 millones de euros en 2012, casi 12 millones más que el año anterior.
¿A qué se deben esos resultados negativos? Es cierto que los gastos operativos son elevados, pero el verdadero problema está en los ingresos, procedentes de dos fuentes: la publicidad, que debería compensar el coste derivado de dejar que 40 millones de personas escuchen gratuitamente todas las canciones que quieran, y los usuarios premium, que pagan diez euros, dólares o libras al mes para disfrutar de la música sin anuncios. Como ocurre con otros modelos de negocio freemium, la gran dificultad es conseguir que los usuarios se conviertan en clientes de pago.
A falta de otras fuentes de ingresos, el grueso de la financiación sigue proviniendo del capital riesgo, con 538 millones de dólares invertidos hasta finales de 2013, a los que se han añadido diversas ampliaciones.
Spotify debe mostrar que puede resolver estos problemas o, de lo contrario, perderá la confianza de los inversores. Cuando la supervivencia de las startups depende de frecuentes inyecciones de capital, al final es el dinero el que toma las decisiones, por lo que seguramente los inversores acaben presionando a Daniel Ek, CEO de Spotify, para dar con la tecla de la rentabilidad adecuada.
Talento comprometido
Otro elemento que añade presión son los derechos de autor que paga Spotify, que suponen el 70% de sus ingresos. Aunque la empresa los presenta como la prueba de que su modelo de negocio es positivo para los músicos y una alternativa viable a la piratería, no parece convencer a todos los artistas.
Spotify negocia un canon con las discográficas y después son estas las que reparten el dinero entre sus músicos, pero los artistas se quejan de que los importes son demasiado bajos. Spotify paga unos pocos céntimos cada vez que se reproduce una canción, así que debe escucharse más de cien veces para que el autor o autores ganen el equivalente a una descarga de MP3.
Esto ha provocado la sonora animadversión de algunos músicos. A finales de 2014, por ejemplo, Taylor Swift retiró todo su catálogo de Spotify alegando que el canon le parecía injusto. Y eso que son precisamente los artistas que más venden, como Swift, los que más se benefician del modelo de negocio de Spotify, puesto que los menos conocidos se escuchan menos y, por tanto, tienen menos ingresos.
Spotify quizá debería hacer todo lo posible por encontrar un modelo de negocio que premie el talento para no morder la mano que le da de comer. Pero si no puede soslayar a los intermediarios (discográficas) y se enemista con los artistas de más éxito, las consecuencias a largo plazo podrían ser muy graves.
Lluvia de competidores
A la hora de replantearse el modelo de negocio, Spotify debe tener en cuenta que no está sola. No es la primera empresa que ofrece música digital de pago y, dada la popularidad de este tipo de servicio, la competencia ha aumentado.
Beats Music, adquirida por Apple, tiene todos los visos de convertirse en el mayor rival de Spotify. Pero la competencia no acaba ahí: iTunes Radio, Google Music Play, Rhapsody (que compró Napster), Deezer y YouTube son otras de las alternativas. ¿Cómo puede centrarse Spotify en resolver sus problemas estructurales con tantos competidores pisándole los talones?
Ahora que Apple garantiza la difusión de Beats Music a través de sus iPhones y iPads, ¿no le interesaría a Spotify tender puentes con los fabricantes de dispositivos rivales? Aunque puede haber otras opciones: líderes globales como Apple o Google parecen dispuestos a incrementar su porción de la tarta de la música digital y Spotify podría resultarles apetecible.
Después de todo, muchos actores de la escena digital han seguido ese camino. ¿Podría ser que Daniel Ek estuviera esperando a vender la empresa por varios miles de millones de dólares, tal y como hicieron Jan Koum y Brian Acton con WhatsApp? A algunos emprendedores lo único que les interesa es vender un proyecto para irse con la música a otra parte.
Lo cierto es que, si Spotify quiere seguir siendo independiente, necesita encontrar nuevas fuentes de ingresos que afinen el modelo de negocio.
Spotify incluirá vídeos y podcast
ResponderEliminarLa compañía sueca anuncia nuevos contenidos buscando convertirse en una plataforma de entretenimiento transversal.
Spotify añade a su oferta musical vídeo y podcast. Así lo ha dado a conocer hoy el fundador y presidente de la compañía, Daniel Ek, en un evento celebrado en Nueva York.
El contenido audiovisual incluirá noticias y también cortos de ficción gracias a un acuerdo con diferentes medios, cadenas de televisión y portales como la ABC, la BBC, la NBC, la MTV, Slate o ViceNews. Tanto los vídeos como el servicio de podcast, que incluirá contenidos exclusivos, será accesible desde la aplicación para móviles. En palabras de Ek, la apuesta por incluir nuevos formatos era "algo inevitable".
La compañía sueca mira más allá de lo música para completar su oferta de entretenimiento y hacer más atractiva su plataforma, con el objetivo de obtener nuevos ingresos en un mercado con una competencia siempre creciente. Este Spotify no solo para escuchar, sino también para ver, era un movimiento de estrategia empresarial esperado para competir con servicios como Tidal o YouTube.
Sin embargo, el avance de formato presentado hoy fue, de momento, tímido: apenas un servicio informativo de Vice News, un programa cómico de producción propia, titulado "Nerdist", y los sketches de "Comedy Central" fueron los reclamos, aunque se mencionaron sin concretar colaboraciones con las grandes cadenas como BBC o ABC.
Por ello, la empresa sueca, que cuenta actualmente con 60 millones de usuarios activos (de los cuales 15 millones son suscriptores de pago) desvió la mirada hacia su punto fuerte desde los inicios en 2008: la música.
En este campo, habrá un rediseño de la aplicación y también se potenciarán las recomendaciones musicales. Spotify Running reproducirá música que se adapte al ritmo de carrera del usuario, y se podrá integrar con RunKeeper o Nike+.
La empresa tiene actualmente un catálogo de 25.000 millones de horas en música y quiere potenciar el adivinar las apetencias de cada usuario en cada momento: cuando se levanta, se mete en la ducha, va a la cafetería y está en el transporte público. Y en esa línea ha creado la iniciativa "Now".
"Queremos poner banda sonora al día entero del usuario, con toda su complejidad", aseguró el consejero delegado y fundador de Spoty, Daniel Ek.
A través de las escuchas previas, el programa mandará recomendaciones que pretenden adaptarse cada vez con más precisión al gusto y al estado de ánimo del usuario.
"Todo será más accesible y más útil", subrayó Ek, quien define esta nueva época como "revolucionaria pero natural" y que proporciona "una mejor experiencia más allá de los formatos convencionales".
"Spotify Running" empieza a funcionar hoy para los usuarios de iOS en España. La nueva experiencia "Now" lo hace para usuarios de iOS en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Suecia.
Además, Spotify ha diseñado una programación radiofónica presentada por artistas de la talla de Icona Pop, unos breves vídeos con Amy Poehler, programas de entrevistas en los que los artistas confiesan sus gustos musicales o incluso un programa que relaciona la comida con la música.
En el futuro, la plataforma tiene preparado para el lanzamiento varias actuaciones especiales de grupos para Spotify o vídeos sobre el proceso de creación de los trabajos musicales de los artistas.
Fuente:lavanguardia.com/tecnologia