domingo, julio 20, 2014

¿Quién ganará la guerra de generaciones y tecnología?

Jóvenes mentores que ayudan a profesionales senior a superar el abismo tecnológico... La escena es cada vez más común en las compañías, pero genera conflictos más graves que el problema que pretende solucionar.

¿Qué hacen unos cuantos jóvenes expertos en tecnología y redes sociales enseñando a sus jefes o a otros profesionales senior la importancia y el uso de tales herramientas? Cada vez más empresas confían en esta especie de mentores a la inversa para que los miembros de la generación Baby Boomer y algunos de la Generación X superen el abismo tecnológico.

Sin embargo, este mentoring intergeneracional no siempre funciona: los senior –quizá avergonzados por su falta de cultura tecnológica– intimidan a muchos de estos jóvenes aparentemente inexpertos en cuestiones de empresa que dan clases de tecnología. En este sentido Andrés Pérez Ortega, consultor en posicionamiento personal, explica que "si la relación se reduce a un simple intercambio de conocimientos técnicos y, además, una de las partes se siente amenazada, no sólo no se va a producir una conexión sino que puede acabar en un enfrentamiento. Lo importante no es plantearlo como una relación alumno-profesor sino como colegas o socios, y entender que ambos tienen algo que ganar".

Pérez cree que "cuando dos profesionales se ofrecen apoyo se produce una conexión más fuerte que la que existe habitualmente entre compañeros. Ese vínculo, especialmente cuando se establece con alguien recién incorporado a una empresa, deja una huella profunda. Podría decirse que esas relaciones de dos personas que se apoyan en un entorno hostil quedan para siempre en la memoria".

El experto en posicionamiento personal recuerda que lo habitual hasta ahora era que los más veteranos se encargasen de explicar a los novatos los entresijos y las leyes no escritas de la profesión y de la empresa: "Hoy es más fácil conocer lo que ocurre porque la información fluye más rápidamente y eso ha perdido algo de valor. Sin embargo, ahora parece que son más importantes las técnicas y las herramientas; por eso los mentorizados se convierten en mentores o, algo mejor, se produce un intercambio de información (lo proporcionan los veteranos) por aprendizaje (lo facilitan los jóvenes)".

Pérez considera que "además de la conexión emocional, se produce un efecto de respeto o de posicionamiento de experto. Aunque seguro que hay gente más preparada técnicamente, la persona que te apoya y te enseña deja una huella profunda y se posiciona como el que sabe. Esa reputación puede tener consecuencias positivas a largo plazo porque cuando se necesite a 'un profesional de', la decisión será mucho más fácil y evidente".

Jerarquía
Jorge Cagigas, socio de Epicteles, afirma que en esta guerra de generaciones lo que más cambia es la jerarquía, y cómo las generaciones entienden la autoridad: "Es un modelo en el que ésta se basa en el dominio de algo y no viene impuesta desde arriba. Son los demás los que te reconocen esa autoridad en un determinado aspecto".

Guillem Recolons, socio de Soymimarca, reconoce que "el mentoring de redes sociales en las empresas se está convirtiendo en una práctica común en estos años. Las organizaciones entienden que sus mejores embajadores de marca son sus profesionales, y aquellas compañías que habían censurado la conexión a determinadas redes sociales a sus empleados se dan cuenta de que es peor el remedio que la enfermedad".

Recolons recuerda los datos del Barómetro Edelman Trust de 2013 que asegura que "los profesionales puntúan más alto en confianza pública que el departamento de relaciones públicas, el presidente o el fundador de la compañía". Ese mismo barómetro apunta que un 41% piensa que los empleados son la fuente de información más creíble cuando hablan de su empresa.

En esta situación, Recolons afirma que "se plantea una disyuntiva: o arrancamos un mentoring sobre redes sociales o nos caemos. Pero esto tiene sus riesgos: el primero es la desconfianza por parte de aquellos que no pertenecen a la generación digital y que han sido los últimos en adaptar un smartphone o en utilizar, por ejemplo, Whatsapp. El segundo, más grave, es que la mayor parte del mentoring es táctico, y eso puede llevar a la compañía a sufrir ciertos problemas de reputación".

Cagigas recuerda que "los sistemas tecnológicos cambian las formas de trabajo y de relación. Ha habido grandes fracasos en los procesos de implantación de tecnología en las empresas por la falta de aceptación de la cultura de la compañía. Hay que aprender nuevos mecanismos y es necesario trasladar los nuevos valores". El socio de Epicteles añade que de nada sirve meter con calzador esa cultura, porque nadie la va a aceptar.

Empleados demasiado importantes
Las reticencias de muchas compañías y directivos hacia el uso de las redes sociales tienen que ver en muchos casos con la existencia de profesionales clave que alcanzan un protagonismo superior al de la identidad corporativa.

Son embajadores excepcionales de las empresas, de sus marcas y de sus productos, pero a algunos les asusta su capacidad de comunicación, la cantidad de seguidores que arrastran y su protagonismo.
- Si las compañías no ven a sus plantillas como embajadores de su propia marca corren el riesgo de perderlos para otras compañías.
- Las organizaciones se van dando cuenta de que resulta cada vez más difícil frenar el hecho de que la gente con talento desarrolle una identidad fuerte. Es mejor apoyarlas, porque al final van a favor de la corporación, siempre que esta marca personal esté vinculada a ella.
- Hoy existe una necesidad de distinción de las empresas, y ésta se da más por las personas que por los productos. Hasta ahora las organizaciones daban escasa importancia a esos profesionales.
- Al reclutar a cada profesional hay que estar seguro de que existe una visión y una misión común, y atributos de marca. Si no se contrata talento que se pueda integrar en la cultura de la empresa, éste puede abandonar la compañía en poco tiempo y arruinar así el ambiente corporativo. 

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