domingo, marzo 16, 2014

Cómo las escuelas de negocios se adaptan a los Millennials

Se trata de un grupo que está demandando contenidos éticos y de desarrollo profesional, así como entrenamiento para emprender. Ellos quieren explorar una mirada distinta a los temas tradicionales.

En la película de Scorsese, El Lobo de Wall Street, Leonardo Di Caprio se pone en la piel del corredor de bolsa Jordan Belfort, quien da el salto de su vida gracias a las estafas millonarias a inversores. Su historia, al menos, en el momento en que fue más exitoso, puede haber sido el sueño de varios de las generaciones anteriores, sin embargo, para los Millennials o también llamados Generación Y, no lo es. Si bien el dinero es importante, no lo es todo. Ellos analizan dos o tres veces más las ofertas de empleo, no quieren estar de por vida en una empresa y tienen otras inquietudes.

Se trata de una generación que significa todo un reto para las empresas, tanto para capturarlos como retenerlos. Un desafío que se está viviendo en las escuelas de negocios. Pero ya se están adaptando: de la digitalización de contenidos hasta nuevos formatos de enseñanza y un amplio portafolio de programas.

Es una generación que nació entre 1980 y 2000 y está cambiando con sus creencias y prácticas varios escenarios, entre estos el de la educación. Así lo afirmaron hace cinco años atrás Morley Winograd y Michael D. Hais, en el libro Millennial Momentum, donde se centraron en el cambio de la sociedad cívica en EE.UU. dada la nueva visión de esta generación. Pero los Millennials no han dejado de ser mencionados ni analizados. En 2013 la revista Time Magazine los estudió a fondo, definiéndolos como la más grande generación luego de los Baby Boomers. Y dejó en claro que más allá de ser considerados egoístas, perezosos y mimados; son optimistas, pragmáticos y se han adaptado a las nuevas tecnologías. La realidad es que 80 millones de estadounidenses son de este grupo.

Los cambios en las b-schools
“Desde la crisis del 2008 las escuelas de negocios se han visto entre la espada y la pared, y además de eso están incorporando a una generación que demanda una forma de llegar pedagógicamente completamente distinta”, asegura Andrés Hatum, director del Centro RHUO del IAE Business School. 

Según los especialistas, el desafío más grande tiene relación con el metodológico. Entonces, ¿cómo mantener a esta generación alerta y concentrada? Para el profesor Hatum, “hace algunos años se daban clases con metodología no tan activa o, incluso, con el método del caso, como lo hace Harvard, lo que requería descripción y análisis, pero ahora la nueva generación es más sensorial, lo que predomina por sobre su capacidad de análisis y concentración. A ellos hay que enseñar con los mismos conceptos quizá, pero de forma más activa y colaborativa”.

Es a raíz de esto que las escuelas deben innovar en cómo enseñar. Hatum dice que las conferencias de más de una hora son nefastas sin apoyo visual y que el método del caso sirve, pero siempre que se utilice como introducción para analizar, con apoyo de juego de roles o de actores. En su caso, dice, “hago cosas para llevarlos a un límite de presión y atención”.

Programas online
Primero se comenzó con el tomar en serio los programas online y blended. Si bien estos últimos siempre han gozado del respeto de los altos directivos y suelen ser cursados para no dejar su empleo, se trata de programas que tienen buena acogida por los Millennials, quienes están expuestos a distintas redes sociales y a la tecnología en general, por lo que son más globales y no temen aprender mediante estas plataformas.

Desde IESE, el director de Educación Ejecutiva en Madrid, José Ramón Pin, explica que “su llegada supone un reto tecnológico, porque ellos acostumbran en sus trabajos a usar la tecnología como instrumento natural para comunicarse con otros”. De ahí que esta escuela española insista en programas que utilicen tecnología, “que lo hacemos porque los estudiantes no se ven sin estas”.

William Dávila, director de Desarrollo Internacional de IE, comenta que además de intentar hacer las clases cada vez más interactivas,“ahora los casos son más multimedia, tenemos una división de casos multimedia, donde mediante videos y simulaciones la experiencia es más amplia que sólo leer”. Y de la misma escuela, el CEO de Educación Ejecutiva, Vandyck Silveira, dice que esta adaptación se debe a que “el mundo es de las nuevas generaciones, de la Y y de la Z, quienes nacieron donde no hay distinción de la vida física y virtual”. Pero Silveira también aclara que no todos los programas que se dicen blended u online, lo son. “Tienen muy poca interacción, se ven películas o se leen PDFs, pero eso no es un modelo pedagógico”, explica. 

Desde Argentina, Alberto Rubio, decano de la Escuela de Posgrado en Negocios de la U. de Belgrano, afirma que “hay una tendencia clara con los cursos a distancia, pero todavía no es una modalidad afianzada en la Argentina. Se necesita autodisciplina para los cursos a distancia, es una metodología muy fuerte. No es fácil, parece pero no lo es. Hay que tener una autosuficiencia muy grande”.

Ética y desarrollo profesional
Otro de los cambios que se está llevando a cabo son los temas a tratar en los programas. Tiempo atrás y producto de la crisis financiera, se integraron contenidos de ética en los MBAs y en otras maestrías, sin embargo, para los profesores esto también está relacionado con la llegada de estudiantes menores de 30 años, más conscientes y preocupados por temáticas sociales.

A esto se suman contenidos “más orientados al desarrollo laboral, de forma de tener impacto en la sociedad. Se enfocan más en habilidades directivas y en la transformación personal”, dice Dávila. En lo que también concuerda el profesor José Ramón Pin, quien dice que “dan más énfasis a las competencias blandas, sobre todo, a la planificación a medio y largo plazo”.

Otra de las tendencias es tener MBAs y maestrías cada vez más especializados, pues “pese a que los MBA son generalistas, las empresas están comenzando a pedir programas de este estilo, con especialización en Marketing o Finanzas, por ejemplo”, dice Dávila, de IE.
Para Philippe Oster, director de Desarrollo de Comunicación y Admisiones del MBA de HEC Paris, la influencia de la Generación Y es fuerte, porque marca tendencias, pero no lo suficiente. Y en el caso particular de esta escuela francesa, Oster dice que: “Nuestra prerrogativa no es responder a necesidades puntuales de individuos o subgrupos, sino a las tendencias más amplias de mercados, para formar a los futuros líderes de negocios que los reclutadores están buscando”. A raíz de esto se dictan, por ejemplo, programas como el MBA en Big Data y Business Analytics en colaboración con IBM.

A su vez, Oster explica que luego del resideño curricular realizado en 2012, “se hizo evidente una mayor consciencia de las cuestiones éticas”, tanto en los reclutadores como en los estudiantes. En respuesta a esto es que la escuela francesa lanzó un curso de ética como parte del MBA. “Este curso es parte de nuestra oferta de programas fundamentales, obligatorio para todos los estudiantes, lo que subraya la importancia emergente de la ética y la RSE en estudios de gestión”, sigue Oster.

Emprendimiento full time
Como ya es sabido, el interés por crear una empresa propia está aumentando. Fomentado por la crisis económica, pero también por las necesidades de los nuevos estudiantes, las escuelas de negocios intentan atraerlos mediante aceleradoras, incubadoras, clases y centros de investigación dedicados al emprendimiento. Andrés Hatum, de IAE, explica que lo importante es entender por qué se supone que esta generación quiere emprender. 

Principalmente, dice, la razón es que la vida corporativa no les divierte, sin embargo, ser independiente requiere de un esfuerzo enorme. “Hay que ver quienes finalmente emprenden. A esto se agrega que son personas que no temen tomarse un año sabático o trabajar en una ONG, la intención es trabajar en un lugar divertido que les permita ser creativos”, dice Hatum. Esto ya se está evidenciando, según encuestas hechas graduados de universidades estadounidenses y europeas. “Se mostró que ellos cambiaron sus preferencias de lugares para trabajar. Pasaron de querer a estar en grandes consultoras como McKinsey a anhelar trabajar en ONGs y en empresas de entretenimiento y estatales”, dice Hatum.

Pero este entusiasmo por la creación de empresas no es así nada más, dicen los expertos. Ahora a los jóvenes les interesa el emprendimiento social. De acuerdo con José Ramón Pin, el emprendimiento antes en IESE era un curso, ahora se está presente a lo largo del todo el programa, donde el objetivo es desarrollar un proyecto.

Más allá de esto, lo cierto es que lo más probable es que siga creciendo el interés por emprender, y las escuelas deberán responder. Para Alberto Rubio esto será así, porque “el empresario es un tomador de riesgo, que tiene que tener alta capacidad de gestión, independientemente del tamaño de la empresa. Entonces, lo importante es cuál es el ADN de un empresario. A esto tienen que apuntar las escuelas de negocios”. Independiente de dónde se desempeñe, sigue Rubio, “siempre hay componentes básicos que hacen a la toma de riesgo, al criterio de inversión, a la eficiencia productiva, al trabajo en equipo”.

Oster dice que no se puede ignorar la popularidad del emprendimiento entre la Generación Y. Por ello, “nuestra recién lanzada especialización en emprendimiento e innovación sirve para proporcionar a los empresarios todo el entrenamiento y las herramientas necesarias para una exitosa startup”. 

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