miércoles, diciembre 04, 2013

El Gerente del Siglo XXI

A fin de ejercer de mejor manera la dirección de una empresa, es necesario que un jefe desarrolle ciertas habilidades gerenciales y aplique conocimientos modernos que lo conduzcan a la efectividad gerencial. José Leñero (consultor Costarricense), en La Prensa Gráfica del sábado 8 de agosto de 1998, citó los principios de la gerencia de la Fundación Peter Drucker, a fin de que podamos reflexionar respecto a lo que implica dirigir el personal de una empresa. El autor los llama los tres principios esenciales de la gerencia:

1. La gerencia es una ciencia aplicable a los seres humanos. El papel de quien lo ejerce es hacer que éstos trabajen juntos. La afirmación de Drucker que la gerencia se aplica a seres humanos es una excelente razón por la cual la psicología actual dice que el éxito en la vida en general; y en el liderazgo de las empresas en particular, depende más de la inteligencia emocional de quien lo ejerce que de su inteligencia racional.
2. La gerencia está inmersa en la cultura. Comprometer a todos los trabajadores con los valores y objetivos de la empresa, es el fundamento de la cultura organizacional. Al gerente corresponde construir el tipo de comunicación que respalde el desarrollo de la responsabilidad individual de los trabajadores y que le permita a cada uno estar claro de qué es lo que verdaderamente necesitan de él otros compañeros. Este tema es muy bien expuesto por Kenneth Blanchard en su libro titulado “Administración por Valores”.
3. No buscar resultados dentro de la Empresa. Los importantes sólo existen fuera de ella. Se refiere a la satisfacción de los clientes que están en el mercado, mejorar la imagen, ganar mercado, adelantarse a la competencia, etc. Dice que cuando los gerentes o mandos medios ponen la vista únicamente en ganar poder interno, éste es en desmedro de sus colegas o de sus subalternos y, consecuentemente, lo que se consigue son guerras de trincheras, donde las energías y las municiones se gastan en combates fratricidas y los resultados son clientes insatisfechos.

EL GERENTE DEL SIGLO XXI
El referido consultor, dice que el gerente actual está obligando a pensar rápido, afrontar los cambios y evitar la obsolescencia que trae consigo internet, la globalización, tecnología, alianzas estratégicas, apertura de mercado, etc. Esta modificación de la economía mundial ha hecho crecer la competencia que exige al gerente introducir y aprovechar cambios en la forma de administrar las empresas, tales como:

1. Estructuras organizacionales más ágiles.
2. Apalancarse por medio de un excelente servicio.
3. Aprovechar las ventajas competitivas.
4. Madurez del mercado.
5. Diversificación de productos.

Prosigue el referido consultor, diciendo que el nuevo gerente debe poseer nuevos conocimientos y actitudes para afrontar los cambios, con un perfil como el siguiente:

1. Poseer los conocimientos y madurez académica para cumplir a cabalidad con todos los proyectos que se le asignen.
2. Tener habilidades en la conducción de equipos de trabajo y convertirse en un líder.
3. Ser una persona positiva, tener carácter y autoridad con su equipo; pero además, reconocer y felicitar cuando las cosas se hacen bien.
4. Maximizar los valores éticos y morales, promover el respeto por el ser humano, complementar las acciones con el buen ejemplo, tanto en el ambiente laboral, como en el social y familiar (ser siempre la misma persona).

Para cumplir con ese nuevo rol, el nuevo gerente debe romper tres paradigmas de la gerencia basada en las viejas costumbres:

1. La administración de personal basada en el castigo, la persecución, la intolerancia y el regaño constante. Eso lo llevaría a trabajar con un equipo desmotivado que no lo apoyaría. Por el contrario, el gerente actual tiene que contagiar a sus colaboradores de entusiasmo, enseñarles a planificar y organizar eficientemente su trabajo y lograr que cada día lleguen deseosos de enfrentar los nuevos retos.
2. Dedicar demasiado tiempo a pequeños detalles, desconfiando de lo que hacen sus colaboradores. Eso le obliga a hacer el trabajo de otras personas, dejando de lado los aspectos relevantes, creando “estrés” en el equipo, duplicación de funciones y hasta dualidad de mando.
3. Dejar de correr ante lo urgente. La administración fracasa cuando lo urgente no da tiempo a lo realmente importante. 

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