Lo recomendable es apostar por alguien que conozca la casa y que elabore su propio equipo.
Las tormentas dentro de las empresas suelen acabar con alguna salida más o menos forzada. Es el momento en el que el CEO o el presidente de la compañía deben plantearse cómo sustituir ese perfil por otro que ponga paz en las aguas revueltas.
"Es clave buscar a alguien que no eche más leña al fuego ya que su primera labor será pacificar la empresa", afirma Diego Vicente, profesor de Comportamiento Organizacional de IE Business School. "En estas situaciones, se necesitan personas que cumplan con tres características: unas competencias profesionales adecuadas, un control de sus emociones y unos valores sociales acordes a la empresa", dice Ceferí Soler, profesor del Departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade.
Ambos expertos creen que una buena elección puede ser alguien que conozca la casa. "No tiene que ser alguien de dentro, pero sí que conozca la empresa. Uno de los principales problemas de algunos directivos es que intentan replicar en una compañía lo que ha funcionado en otra y eso no siempre tiene éxito", sostiene Vicente.
"Los relevos internos siempre son más sencillos porque esa persona ya conocerá la cultura y al equipo. El coste del aprendizaje del directivo que llega de fuera tiene un valor contable", asegura Soler.
Los primeros pasos Hasta aquí la óptica de la compañía, pero ¿cómo debe actuar el elegido cuando llegue a la empresa? "Lo primero es conocer la cultura del grupo y a la gente; lo segundo que debería hacer es construir su propio equipo de confianza sin prisas, y en tercer lugar, se deberá centrar en conseguir objetivos, porque por muy bien que haya pacificado la empresa, si estos no llegan, acabará en la calle. Hay poca paciencia en las compañías y los resultados se exigen desde el principio", apunta el profesor de Esade.
"Yo le encomendaría que se reúna con la gente relevante e influyente dentro de la organización para conocer su estado de ánimo y su nivel de compromiso. Evidentemente, también tiene que configurar un equipo propio, poniendo límites tanto a los superiores como a la gente que está a su cargo. Eso no significa estar siempre encima de ellos porque cuando se trabaja con personas con talento, a veces basta con generar el ambiente adecuado para que cada persona dé lo mejor de sí. Margaret Thatcher decía: Un jefe es como una señora, si tienes que recordar que lo eres, malo. Y lo cierto es que el aquí mando yo no suele funcionar en las empresas", opina Vicente. Otros de los consejos de estos expertos son implantar un modelo flexible que permita correcciones, no optar nunca por la inacción y convencer al equipo de que hay que pulsar el botón de reset. El futuro de la empresa puede depender muchas veces del éxito del recién llegado a la misma.
¿Qué aporta un líder...?
Con talante. Los trabajadores agradecen que se valore su opinión y que se les dé confianza para desarrollar su labor sin necesidad de que el superior esté constantemente encima de ellos. Lo que no hay que equivocar nunca es el diálogo con la incapacidad para tomar decisiones del directivo.
Joven. El problema de este perfil es que en este tipo de situaciones suele ser más recomendable buscar una persona más asentada, que no tenga la necesidad de demostrar nada a nadie. El punto fuerte de un directivo joven suele ser su capacidad para innovar y querer mejorar profesionalmente.
De la casa. Conocen la cultura de la organización por lo que no corren el riesgo de buscar un modelo que choque con las peculiaridades que tienen todas las empresas. El buscar a alguien de dentro hace también más sencillo el relevo, eliminando el tiempo de aprendizaje que necesita el que llega de fuera.
Con experiencia. Aportan más tranquilidad y serenidad a la hora de tomar decisiones, algo clave cuando se ha vivido un momento tenso dentro de la empresa. Una persona madura y que haya pasado antes por situaciones similares puede hacer además que los trabajadores se sientan más seguros.
Víctor M. Osorio
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