Del estrés negativo o distrés al estrés saludable o eustrés.
Aprender a hacer de la ansiedad nuestra mejor arma para gestionar puede ser una tarea difícil pero no imposible. Todo debería comenzar con la firme decisión de enfrentar el estrés y convertirlo en una ventaja. Cualquier trabajo tiene su cuota de presión, podemos reconocer, un mayor o menor apoyo por parte del jefe, más o menos flexibilidad en los horarios, pero siempre seremos nosotros los que podemos hacer que al final del día nos sintamos bien, muy bien o no tanto. A diferencia de lo que muchos creen, el estrés no tiene que ser una fuerza que agota el cuerpo y el alma. Pero pocas personas saben cómo transformar su estrés en un fenómeno positivo.
Obtener el mejor control posible sobre las exigencias laborales, hacer un trabajo que tenga verdadero sentido y contar con el aliento de los compañeros son aspectos importantes relacionados con el estrés beneficioso, llamado eustrés.
Un simple cambio de las actitudes y expectativas acerca del trabajo que realizamos a diario, también puede fomentar el estrés constructivo. "El estrés es paradójico", afirma Alia Crum, investigadora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, que estudia la forma en que las actitudes de las personas influyen en sus reacciones al estrés. "Por un lado, puede ser lo que más nos perjudica. Pero por el otro, es fundamental para el crecimiento psicológico y físico. Nuestro sistema de creencias, los propios paradigmas y la óptica a través de la cual elegimos ver y enfrentar el estrés, alterará el desenlace".
Lo que el estrés tiene de paradójico es que por un lado puede ser lo más perjudicial; por otro, es fundamental para el crecimiento psicológico y físico. "El trabajo sigue siendo estresante", observa Crum. En lo que se considera una respuesta saludable al estrés, el corazón bombea más rápido y el cerebro se pone en un alto nivel de alerta a medida que las hormonas de estrés fluyen al torrente sanguíneo y cierran temporalmente los sistemas inmune y digestivo para darle más recursos ante el desafío que enfrenta. El estrés se torna perjudicial cuando esos indicadores se mantienen elevados de forma crónica, lo que sube la presión sanguínea, daña el sistema cardiovascular, compromete la inmunidad y provoca dolores, problemas digestivos e insomnio.
El estrés puede llevarlo a la cima y sacarle el jugo a su rendimiento y bienestar. En exceso, sin embargo, puede debilitar su corazón, memoria y claridad mental. Entonces, ¿cómo puede extraer sus beneficios y evitar los efectos dañinos?
Aprender a identificar y controlar las reacciones al estrés permite vivir de manera más saludable, así como mejorar el desempeño en actividades y pruebas cognitivas, el trabajo y actividades atléticas.
Mejorando el desempeño
El cuerpo tiene una reacción estándar cuando se enfrenta a una tarea en la que el desempeño realmente importa para el bienestar o llegar a una meta: el sistema nervioso simpático y el hipotálamo, las glándulas pituitarias bombean adrenalina con hormonas de estrés y cortisol al flujo sanguíneo. Los latidos del corazón y la respiración se aceleran y todos los músculos se tensionan.
Lo que ocurre después es lo que separa al estrés bueno del malo. La gente que experimenta el estrés beneficioso siente el bombeo. Los vasos sanguíneos se dilatan, el flujo sanguíneo aumenta y ayuda al cerebro, a los músculos y a las extremidades a cumplir el reto al que se enfrentan, parecido a los efectos del ejercicio aeróbico.
El cuerpo tiende a responder de manera distinta al estrés dañino. Los vasos sanguíneos se contraen y se puede experimentar un pequeño mareo a medida que la presión sanguínea se eleva, dice Christopher Edwards, director del programa de Control de dolores crónicos del Centro Médico de la Universidad de Duke. "Los síntomas se parecen a los que se sienten durante un ataque de ira. Puede que hable más alto o experimente lapsus de juicio o lógica", dice. Las manos y los pies se enfrían a medida que la sangre corre al núcleo del cuerpo. Las investigaciones muestran que el corazón usualmente late de manera errática, como un sismógrafo durante un terremoto.
Las personas bajo estrés dañino pierden la habilidad de reconectar el sistema nervioso parasimpático, encargado de las funciones naturales del cuerpo, como la digestión y el sueño. Aunque la tolerancia al estrés varía de una persona a otra, las investigaciones demuestran que aumenta el riesgo a tener insomnio, a padecer enfermedades crónicas y a morir a una edad temprana.
Tener una actitud positiva tiende a producir estrés bueno. En un estudio de 50 alumnos universitarios, a algunos se les hizo creer que sentir nervios en una prueba podía mejorar su rendimiento. A otro grupo le dijeron lo contrario. Cuando se les pidió que dieran un discurso sobre ellos mismos, aquellos que recibieron esta última advertencia mostraron una respuesta fisiológica más saludable, lo que significó un aumento menor en la presión sanguínea que el otro grupo. La gente reacciona distinta al estrés. Para la mayoría de la gente, mantener la calma requiere habilidad. Con la práctica, aprenden a relajarse en segundos.
Ayudan los pensamientos positivos acerca de lo que nos produce estrés, respiraciones abdominales profundas, meditación y regulación de los estados mentales y físicos.
Marcelo Vázquez Ávila
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