viernes, septiembre 07, 2012

Por qué a los incompetentes les va mejor en el trabajo

“El exceso de confianza en uno mismo ayuda a subir en la escala social. Los individuos que se creen mejores que los demás, aunque objetivamente no lo sean, son los que alcanzan un mayor estatus profesional y social”. Esta es la clave que determina la movilidad social, según se plasma en el estudio A Status-Enhancement Account of Overconfidence dirigido por el profesor de la Haas School of Business de Berkeley Cameron Anderson, en colaboración con investigadores del IESE Business School de la Universidad de Navarra.

Unas conclusiones que valoran el manejo de los recursos emocionales propios y la imagen que cada uno se autoconstruye por encima de la procedencia social, relativizando así el hermetismo de la herencia de clase.

Este exceso de confianza (irreal) estaría motivado, según Anderson, por el propio atractivo del ascenso social, ya que así se conseguiría más fácilmente el respeto y consideración de los demás, a parte de la influencia sobre ellos en los que se basa el estatus.

Los investigadores ponen como ejemplo su propio ámbito de trabajo: “El 94% de los profesores universitarios se creen más talentosos que sus compañeros, lo que estadísticamente es imposible”, pero con esta actitud consiguen, como se ha demostrado en los grupos de discusión, una mayor atención, prestigio y admiración que, a la larga, acaba posicionando a estas personas en un nivel profesional alto.

Los investigadores partieron de la base de que la sobreconfianza puede ser perjudicial y acarrea ciertos riesgos. Sin embargo, concluyeron que se gana más de lo que se pierde. “Los resultados del estudio explican por qué el exceso de seguridad en uno mismo es tan común, y es que proporciona grandes beneficios sociales para el individuo que tiene esta falsa creencia”, apunta Anderson.

Liderazgo e inteligencia

Esta nueva aportación a las teorías de la movilidad social serviría también para explicar el hecho de que no siempre ascienden en el trabajo o en la escala social las personas más competentes, sino las que mejor saben venderse. Una explicación extensiva a cualquier tipo de organización, sobre todo en los partidos políticos, donde sus miembros son más susceptibles a dejarse llevar por las figuras con más reputación y reconocimiento, aunque sea racionalmente injustificado.

"Creer excesivamente en uno mismo es más beneficioso que perjudicial".

En uno de los experimentos del estudio, los investigadores conformaron un grupo de 242 estudiantes de MBA a los que se les entregó una lista de personajes históricos, entre ellos algunos inventados o muy poco conocidos, para que los identificasen. Una vez recogidos los resultados, se dio la situación de que los alumnos que aseguraron haber reconocido a todos los personajes, intentando demostrar falsamente que tenían más conocimientos que los demás, fueron también los que lograron mayor prestigio por parte del resto del grupo. La mayoría de los participantes no identificaron el exceso de ego en sus compañeros y simplemente asociaron sus resultados a sus supuestas capacidades.

Nos engañan y nos dejamos engañar

El simple engaño no es suficiente para ganarse la confianza de los demás. Según se desprende del estudio, este tipo de individuos cuentan con unas desarrolladas habilidades sociales y saben manejar perfectamente la retórica, el lenguaje corporal y otros recursos para ganarse al resto del grupo. Como se reveló en los grupos de discusión, los líderes coparon más minutos hablando que los demás, se explicaron en todo momento con total seguridad y fueron más convincentes que el resto de compañeros cuyos currículos y conocimientos eran mayores.

"Las personas con un gran ego suelen ganarse la simpatía de los demás".

Lo más curioso para Anderson es que estas personas se ganaron la simpatía del resto del grupo a pesar de la prepotencia de la que se les podría acusar. Sin embargo, “su comportamiento fue muy sutil, sintiéndose cómodos y haciendo sentir lo mismo a los demás, en su tarea de convencer sobre sus altas competencias, a pesar no tenerlas siempre”.

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