sábado, julio 28, 2012

Reflexiones por un nuevo liderazgo

Existen personas que en la actualidad no creen en los líderes, sosteniendo que en ellos existe demasiada arrogancia, que se consideran los únicos capaces para dirigir a otros que deben seguirlos cual ovejas al ovejero. Opinan que los dirigentes son vanidosos, orgullosos y que sólo se concentran en el poder, por el cual están dispuestos a todo, incluso emplean sus habilidades para manipular a grupos enteros. Además agregan que en la actualidad no se necesita de líderes, que los grupos por sí solos, sin la necesidad de tener dirección, pueden avanzar y conquistar sus metas.

Si prestamos atención a la realidad, es posible que coincidamos en una parte de esta apreciación, cuando se habla de dirigentes arrogantes y vanidosos, que se autocalifican como iluminados e imposibles de superar, y por estos equivocados criterios se sienten poderosos, aprovechándose de las dignidades y de sus habilidades para hacer de las suyas, sin importar el bien de los demás; dirigentes cegados por la fama y por el culto a la personalidad, gustan ser admirados y homenajeados. Con sus actos ilícitos, y con menosprecio a los principios de la ética, han recurrido a diversas formas de corrupción para enriquecerse, perjudicando a instituciones y conglomerados. Sus inmoralidades los conducen hasta el abuso y el acoso, mancillando así la dignidad humana. ¿Acaso estos hechos los podemos ocultar? Pues de ninguna manera, todo esto constituye una verdad innegable, que está ahí al frente nuestro, y tenemos una serie de ejemplos prácticos para comentarlos. Estas personas lideran para sus iguales, nunca trabajan para todos, son dirigentes para los que comparten sus reducidos intereses, no para los colectivos.
Pero que tratemos de colocar en un sólo costal a todos los líderes, estaríamos cayendo en un graso error. No se puede generalizar en el análisis, cada persona es diferente. Existen líderes (porque tienen capacidad de incidir grupos humanos) que atentan contra la vida, pero hay otros que luchan por entero para defenderla. No todos somos demagogos, aún hay personas que hacen honor a la verdad, no todos son traidores, pues aún existimos gente leal y sincera.
Verdad que el sistema ha intentado atrapar a todos, acosándonos por una variedad de medios, no obstante ha fracasado. Todavía contamos con hombres y mujeres con una calidad humana avanzada, con principios inquebrantables, y dispuestos a todo por sus convicciones. Y de ellos tenemos una larga historia que contar con ejemplos prácticos de vida. En la actualidad también hay personajes nobles y decentes, pues miremos en nuestra familia, en el barrio, en la organización, el problema es que algunos se han mantenido alejados y a otros simplemente les basta la responsabilidad que tienen y no se trazan ambiciones más altas.
Es justamente a esas personas que necesitamos hoy urgentemente, con el objeto que se incorporen a los procesos participativos amplios. Si la gente honesta no se involucra, entonces estamos dejando el espacio que nos corresponde para que lo ocupen los bandidos, para que sean ellos los que terminen dirigiéndonos. Realmente es imperdonable que permitamos aquello, ya hemos visto las consecuencias cuando gente no proba nos dirige. Ahora tomemos la decisión de cumplir un papel preponderante en la sociedad, asumamos el reto y apostemos a un nuevo liderazgo.
Que los adolescentes y los jóvenes también se integren con sus potencialidades a desarrollar un liderazgo diferente, que se esfuercen en fortalecer sus conocimientos, en mejorar sus habilidades. Aquellos que poseen más experiencia, tienen la obligación moral de contribuir a la formación de las actuales juventudes, pues en ellos encontramos el semillero para la construcción de la nueva sociedad.
Como apreciamos, si hay posibilidades de hacer la diferencia, caminemos hacia un nuevo liderazgo.

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