viernes, junio 01, 2012

En qué fallaron las agencias de calificación

Las prácticas de las tres todopoderosas agencias de calificación crediticia, Standard & Poor's, Moody's y Fitch, apenas han cambiado desde 2008. Y eso que, según el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, son uno de los "grandes culpables" de la formación de la burbuja de las hipotecas subprime, cuyo estallido sacudió los cimientos financieros del mundo. 

Mucho se ha escrito sobre los conflictos de intereses que, según algunos analistas, llevaron a estas agencias a sobrevalorar los títulos avalados por hipotecas subprime, ya que las entidades evaluadas pagaban por la calificación crediticia que obtenían.

Otros analistas sostienen que la mala calidad de las evaluaciones del riesgo crediticio podría deberse a unos procedimientos inadecuados.

Para ahondar en las causas del problema, es necesario aparcar los prejuicios y ceñirse a los datos. En este sentido, un nuevo estudio publicado en The Accounting Review aporta información reveladora.

En él, Mary E. Barth, de la Universidad de Stanford, Gaizka Ormazabal, del IESE, y Daniel J. Taylor, de la Wharton School, ponen en entredicho el modo en que las tres agencias de rating contabilizan los activos de los bancos y evalúan el riesgo crediticio.

Distintas maneras de evaluar el riesgo
Los autores compararon la evaluación de los grandes bancos realizada por el mercado de bonos con la de Standard & Poor's (S&P). Lo que hallaron fue una diferencia fundamental entre los métodos de uno y otra a la hora de evaluar el riesgo crediticio de la titulización de activos por parte de los bancos.

La escala de calificación crediticia de S&P contempla 21 puntuaciones, siendo "AAA" la máxima y "C" la más baja. El mercado de bonos corporativos distingue entre la rentabilidad anual de los bonos emitidos por los bancos y la de las letras a un mes del Tesoro estadounidense: cuanto mayor es el diferencial, mayor es el riesgo.

Los autores se centraron en los bancos porque son las empresas que más activos titulizan. Además, los datos de sus emisiones están a disposición del público en la Reserva Federal.

¿Cómo funcionan las titulizaciones?
Una titulización de activos típica consiste en la transferencia de parte de los activos de un banco, ya sean hipotecas, deuda de tarjetas de crédito u otro tipo de efectos por cobrar, a una entidad de propósito especial (EPE).

La EPE es un vehículo legal que asume la gestión de los activos, generalmente los de mayor riesgo, para colocarlos entre los inversores. A cambio, transfiere al banco una participación, así como el efectivo que recibe de los inversores.

Estas transacciones reciben el nombre de "titulizaciones" porque los inversores obtienen títulos (bonos) que acreditan su participación en la SPE y, por tanto, en sus activos. También son un medio de diversificar el riesgo, ya que los inversores pueden rentabilizar su inversión en función de sus necesidades y su grado de aversión al riesgo.

Durante el proceso de agrupamiento de los activos a titulizar, la entidad financiera normalmente retiene una parte en su balance para enviar a los inversores la señal de que los títulos merecen su confianza.

Cuestión de grado
La diferencia más importante entre la evaluación del riesgo crediticio realizada por el mercado de bonos y la de S&P es el grado en que ambos evalúan todo el espectro de activos titulizados.

Las agencias de calificación estiman que el riesgo crediticio solo está asociado a la participación en los activos titulizados retenida por el banco y no a la que está en manos de otros inversores. Sin embargo, el mercado de bonos considera que tanto la participación retenida como la no retenida contribuyen al riesgo crediticio de los bancos.

Este hallazgo viene a dar la razón a quienes acusan a las agencias de calificación crediticia de no ser diligentes en su evaluación de los efectos de la titulización.

Según Mary E. Barth, "no es de extrañar que nos encontráramos con dos maneras tan diferentes de evaluar el riesgo, ya que los contables siguen sin ponerse de acuerdo sobre si la titulización de activos es básicamente una venta o un préstamo colateral".

En realidad, la titulización de activos no es ni una venta ni un préstamo, sino algo entre medio. "Hasta que no se resuelva este problema de contabilidad, la ambigüedad dará pie a todo tipo de complejos productos de ingeniería financiera. Y no habrá regulación que pueda con ellos. Después de todo, ¿cómo regular algo que no admite ni siquiera una definición?", explica Barth.

Acabar con la ambigüedad
Las agencias de calificación necesitan apoyo, pero también deben eliminar, y rápido, los conflictos de intereses y los fallos de interpretación que hincharon la burbuja de las hipotecas subprime.

Se podría empezar definiendo qué tipo de institución son las agencias de calificación crediticia, el tipo de relación que deberían tener con sus clientes, es decir, los inversores, y hasta qué punto hay que regular sus prácticas.

Barth concluye que, en resumidas cuentas, se pueden pensar dos cosas de estas agencias: "Que son tan importantes como los bancos y las aseguradoras y, por tanto, su regulación ha de ser igual de estricta, o que merecen la misma libertad que un broker que te aconseja comprar unas acciones determinadas, eso sí, advirtiendo de los riesgos. Ambas son buenas opciones, pero ahora mismo no tenemos ni una ni la otra".


Mary E. Barth, Gaizka Ormazabal Sánchez  y Daniel J. Taylor 

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