sábado, mayo 12, 2012

Vacía la mente y fortalece los huesos

Al salir de mi clase de Pilates, bastante satisfecha con mis pequeños progresos, me encontré con una compañera Juanita, que había cambiado su hora de asistencia. Me saludó con una amplia sonrisa y me dejó ver su belleza rotunda. Inmediatamente conecté  su nombre con el de una veterana actriz de la que me habían hablado por su excelente interpretación de Bernarda Alba. Y también conecté, con la rabia que me dio no haber asistido a la obra. Inmediatamente empecé a pensar en todo lo que tengo que leer, escribir, visitar y me agité un poco. Pero aún así sentí curiosidad por si ella era la actriz. Y ya, unos metros alejadas, elevé mi voz y le pregunté: ¿Juanita, tú eres actriz?
¿Qué? ¿Qué dices? ¿Qué si soy de aquí?, respondió preguntando.
¿No, no, qué si eres actriz?, volví a preguntarle elevando la voz.
¡Qué va, qué va! -Retrocedió sobre sus pasos y se acercó a mí- Soy de Extremadura, lo que pasa es que vine aquí de pequeña con mis padres y ya luego me casé, tuve a mis hijos, vinieron algunos tíos y ya como que todos somos de aquí. Pero también vamos mucho a mi tierra. Me gusta volver, conservo mis amigas de la escuela allí. A mis nietas les encanta pasar unos diítas del verano en el pueblo. Ah! bueno, también vamos en matanzas porque en mi tierra eso es una fiesta. Mira, pues ahora para el Puente de Mayo también…, -Continúaba sin apreciar mi asombro.
Bajé la vista hacía el móvil que llevaba en la mano para ver la hora y con delicadeza dije Llegarás tarde a tu clase.
¡Qué gracia!, -exclamó al darse cuenta de algo.- No serás tú también de Extremadura y me has visto allí alguna vez. Porque ya vés el mundo es un pañuelo. -Se puso a mover sus manos enormes y muy cuidadas-. Un día me pasó lo mismo en el Ambulatorio. Yo esperando mi hora para entrar con mi marido, que sufre bronquitis. Claro, ya le digo que tiene que dejar de fumar, pero no me hace caso. Bueno, a lo que iba, que estaba en la consulta y
Por un momento, tuve un impulso de echarme a correr y dejarle con su monólogo, pero me pudieron los modales, respiré profundamente e insistí ¿Te estarán echando de menos en clase?
¡Qué ilusión me hizo! -Continuó ignorando mis preguntas- Resulta que el médico que estaba esperando en la consulta era la nieta de Francisca, una de mis mejores amigas de la escuela. Luego la vida, que es muy cruel, se la llevó de un cáncer. Bien joven. Dejó familia y ahora la nieta.. ¡Qué alegría! La saqué por los rasgos de la cara. Igual de guapa que su abuela. Ahí, estuvimos hablando y hablando. ¡Qué linda niña y qué trabajadora. -Frunció el ceño y se le puso la voz más grave- Mis nietos nada de estudiar con todo la ayuda qué han tenido…
Me tengo que ir Juanita, le dije mordiéndome los labios.
Es que, ya está visto, que cuando uno no quiere estudiar no estudia por mucho que le pongan y le den los profesores y todo. ¡Y ahí está, la nieta de mi Francisca, médica! -Sacudió los hombros y se le cayó la esterilla de pilates que llevaba debajo del brazo-. Últimamente se me caen todo, afirmó mientras me agaché para recogerle la esterilla.
¿Y cómo es eso?,  me interesé por ella.
Mira que también se lo consulté a la nieta de Francisca. Cómo le dije, teniendo un médico en la familia, porque para mí, su abuela era como una hermana. Me puse muy mala cuando se murió. Una siempre se plantea si no le va a pasar lo mismo porque esto de las enfermedades. Entran y luego salir, ya veremos si salen. -Movía la cabeza de un lado para otro.-
¿Qué le recomendó la nieta de su amiga Francisca?, dijé por decir algo.
Estos médicos hablan raro. De eso que sólo lo entienden los boticarios porque como tienen mucho que escribir pues se les deforma la letra y también el habla. Aunque esta chica es muy maja y bien educada. -Asentía con la cabeza- Mucho tampoco me dijo no te creas, que tampoco tienen tanto tiempo para quedarse con un paciente…
¿Pero entonces, qué te dijo Juanita?, salté intrigada.
Ya le dije que a mí, la verdad. Mejor saberlo que no que te vayas sin más como su pobre abuela. Así de la noche a la mañana. ¡Qué tremendo sin despedirse de nadie! No, no. -Negaba con la cabeza-. Tú dime lo que me tengas que decir que yo soy fuerte. ¡Anda! vi morir a mi madre y a mi padre. Una no se asusta ya de nada…
¡Claro, claro!  Dije en un tono parodiando la valentía humana.
Con todo lo que hemos pasado. Ya se lo dije también para que ella no tuviera reparo. Ya sabes siendo amiga de su abuela pues la pobre igual le daba cosa decirme algo grave. -Sonó mi móvil y aunque continuó hablando contesté.- 
Disculpa, Juanita. Tengo que atender esta llamada, vi mi salvación.
Sí, sí… Tendrán que hacerme pruebas y esas cosas, pero me dijo, ella así muy serena y concienzuda  que Vaciara la mente y fortaleciera los huesos. Y por eso vengo a Pilates. ¿Y tú, por qué vienes?
Por lo mismo Juanita. Por lo mismo.

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