España (¿solo nuestros gobernantes?),
entre otros países, sigue empeñada en la apuesta “estratégica” de los recortes
desde hace más de tres años. ¿Hemos obtenido resultados distintos? No. Seguimos
haciendo lo de siempre, no solo a nivel económico, sino también en la forma. El
partido de turno, en base a su mayoría absoluta, dirigido por una o pocas
personas, creyendo y defendiendo que “saben” lo que hacen y que van por el
“buen camino”.
Sucede igualmente en muchas empresas,
empeñadas en vender más de lo mismo, en los mercados de siempre, defendiendo
cuotas de mercado, esperando no se sabe bien qué, pero obteniendo los mismos
resultados. Como resultado cada día se anuncian nuevos expedientes de
regulación.
A diferencia de otras crisis, esta es
de gran calado y duración. Ello desconcierta a muchos, pues a “estas horas del
partido” ya deberíamos estar “creciendo” de nuevo. Y como seguimos perdiendo,
más de lo mismo. Esta crisis nos recuerda en voz muy alta, que es tanto o más
importante el “cómo” se crece, que el “cuánto” se crece. Hemos convertido el
“cuánto” en el fin, olvidando aquello del “pan para hoy, hambre para mañana”.
Estamos y somos “gobernados y
dirigidos” por el miedo que emana de un paradigma muy, pero que muy obsoleto.
Se espera que los que “dirigen” tengan la “solución” con tan solo agitar la
varita mágica. Es el miedo al cambio, a lo nuevo. La búsqueda de la falsa
seguridad se ha incrustado tanto en el ADN individual y colectivo que nos
cuesta “escuchar” que ha llegado la hora de hacer algo distinto. Por supuesto,
siempre que lo queramos sean resultados distintos.
Durante muchos años, hemos apostado por
el individualismo, “ande yo caliente, ríase la gente”. En nuestros
comportamientos, en la forma de organizarnos, en la forma de gestionar. En casi
todos los contextos se ha buscado “maximizar” el beneficio individual. La
cultura IN (yo) nos ha llevado a donde estamos, a los resultados que tenemos en
la sociedad, las empresas, las administraciones. Una cultura que no nos va a
dar resultados distintos por mucho que sigamos empeñados en ello. Una cultura
que está agotada.
Por mucho que se empeñen los
“dirigentes y gobernantes”, frente a la complejidad del entorno y su cambio
exponencial, nadie tiene la más remota idea de lo que hay que hacer. Ha sido
siempre así, pero en épocas de bonanza, cuando se crece casi sin quererlo,
podemos presumir de “nuestros” éxitos. Cuando viajamos en bicicleta, y bajamos
una cuesta, no hay que pedalear mucho. Pero cuando estamos en la subida, es
otra cosa. Entonces, si quienes “dirigen o gobiernan”, no tienen ni idea de lo
que hacer, ¿qué hay que cambiar para salir de esta crisis?
En mi opinión, lo que hay que cambiar
es la creencia de que el ser humano “sabe” lo que hay que hacer. Y no es porque
no tengamos inteligencia, sino porque queramos o no, en el presente (a medida
que el futuro se va creando), todo es incierto. Y con el cambio de dicha
creencia, apuntar hacia la diversidad como oportunidad. La vida se basa en la
diversidad y en la colaboración, a través de la auto-organización. Solamente
buscando la integridad que ofrece el que todas las voces sean escuchadas,
podremos crecer y cambiar. Si nos empeñamos en que unas pocas voces “gobiernen
y dirijan”, como hasta ahora, seguiremos regresando a la “casilla de salida”.
Es como si repitiésemos una y otra vez la misma asignatura, que solo
“aprobaremos” cuando aprendamos la lección.
Para ello, todos y cada uno, dirigentes
y gobernantes, dirigidos y gobernados, necesitamos “salir de la caja
individual”, disolver la ilusión de la separación, y mirar en lo colectivo la
oportunidad del cambio necesario. Sentir que todos compartimos una visión como
especie, una misión, a la que alinearse para sostener la vida. Una vez fuera de “la caja”, desapegados
de “siglas”, marcas, empresas, regiones, y cualquier otra expresión egótica
manifestado en forma de “fronteras”, podremos encontrar el espacio para la
colaboración. Efectivamente, debemos pasar del IN al CO, del YO al NOSOTROS si
queremos salir de esta crisis, que no es económica sino vital.
En este espacio de colaboración, todo
es posible, incluso lo imposible. Si abrimos el corazón a la colaboración con
el objetivo del “procomún”, con apreciación del talento individual y de nuestra
naturaleza libre y creativa, podremos encontrar la mejor respuesta adaptativa
para seguir evolucionando.
Podemos elegir. Si insistimos en la
estrategia “IN”, seguiremos teniendo lo mismo. Si abrazamos la estrategia “CO”,
tendremos lo nuevo. La primera nos lleva al miedo, la segunda nos invita al
coraje.
¿Co-creamos cambio?