El límite entre la bondad y la aptitud
"Las personas con alto prestigio son a menudo consideradas como santurrones, que poseen una calidad de auto-sacrificio y fuertes valores morales", apuntó Robert Livingston, otro de los autores del estudio, profesor asistente de administración y organizaciones en la Kellogg School of Management, de la Northwestern University.
Los investigadores definen el dominio como un estado alfa, mientras que el prestigio se corresponde con la admiración que alguien llega a despertar en los demás.
Al Capone, por ejemplo, caracteriza a un individuo de alto dominio, mientras que la Madre Teresa de Calcuta representa la imagen de una persona de gran prestigio.
El estudio sostiene que las personas con alto prestigio son percibidas como líderes deseables en un contexto no competitivo. En este último caso, son vistos más bien como sumisos, en comparación con los individuos que se esfuerzan por maximizar sus ganancias personales.
En tiempos de competencia y ascensos, las personas que son menos altruistas son vistas como dominantes y más atractivas para desempeñarse como líderes, aseguran los investigadores.
Admiración y poder
La investigación abre un debate sobre las actitudes que se deben asumir frente a los compañeros de oficina, en el caso de desear obtener un ascenso y encabezar un equipo de trabajo como directivo.
En resumen, ser generosos puede aumentar el prestigio, y a su vez el respeto y la admiración de los demás. Sin embargo, ser egoísta o agresivo disminuye el respeto y la admiración de los demás, pero aumenta la percepción de dominio personal.
La consecuencia es que los individuos dominantes son más propensos, según los investigadores, que las personas de prestigio a ser elegidos como representantes de un grupo de empleados. Por lo tanto, ser demasiado amable puede tener consecuencias negativas para la consecución del liderazgo.
"Ser demasiado generoso a menudo tiene un coste personal para una posición de fuerza o poder", explicó Livingston.
"Esta investigación comienza a explorar en 'chicos buenos' la meta de alcanzar el primer lugar y el desenlace de terminar último, en función del contexto del grupo", señala por su parte Halevy, que concluye: "Los chicos buenos no llegan a la cima cuando su grupo necesita un jefe dominante para guiarlos en un momento de conflicto".
"Las personas con alto prestigio son a menudo consideradas como santurrones, que poseen una calidad de auto-sacrificio y fuertes valores morales", apuntó Robert Livingston, otro de los autores del estudio, profesor asistente de administración y organizaciones en la Kellogg School of Management, de la Northwestern University.
Los investigadores definen el dominio como un estado alfa, mientras que el prestigio se corresponde con la admiración que alguien llega a despertar en los demás.
Al Capone, por ejemplo, caracteriza a un individuo de alto dominio, mientras que la Madre Teresa de Calcuta representa la imagen de una persona de gran prestigio.
El estudio sostiene que las personas con alto prestigio son percibidas como líderes deseables en un contexto no competitivo. En este último caso, son vistos más bien como sumisos, en comparación con los individuos que se esfuerzan por maximizar sus ganancias personales.
En tiempos de competencia y ascensos, las personas que son menos altruistas son vistas como dominantes y más atractivas para desempeñarse como líderes, aseguran los investigadores.
Admiración y poder
La investigación abre un debate sobre las actitudes que se deben asumir frente a los compañeros de oficina, en el caso de desear obtener un ascenso y encabezar un equipo de trabajo como directivo.
En resumen, ser generosos puede aumentar el prestigio, y a su vez el respeto y la admiración de los demás. Sin embargo, ser egoísta o agresivo disminuye el respeto y la admiración de los demás, pero aumenta la percepción de dominio personal.
La consecuencia es que los individuos dominantes son más propensos, según los investigadores, que las personas de prestigio a ser elegidos como representantes de un grupo de empleados. Por lo tanto, ser demasiado amable puede tener consecuencias negativas para la consecución del liderazgo.
"Ser demasiado generoso a menudo tiene un coste personal para una posición de fuerza o poder", explicó Livingston.
"Esta investigación comienza a explorar en 'chicos buenos' la meta de alcanzar el primer lugar y el desenlace de terminar último, en función del contexto del grupo", señala por su parte Halevy, que concluye: "Los chicos buenos no llegan a la cima cuando su grupo necesita un jefe dominante para guiarlos en un momento de conflicto".
Rodolfo
ResponderEliminarConcuerdo un %100, sin ir más lejos mi padre siempre tuvo y tiene generosidad en los negocios, y en sus actividades comerciales, es un fidelizador nato, pero no creo que ello signifique que sea líder.
Creo que el ejemplo de mi padre me hizo entender más el concepto.
Saludos mentor.
Lucia,
ResponderEliminarGracias por tu aporte que es muy valioso por la claridad en tu redacción, por tus valores y por el legado familiar.
Saludos.
He sido excesivamente competitivo y el mas agresivo dentro de una organización multinacional, he sentido el poder y la influencia sobre los demás dentro del habitat laboral en el que me desarrollaba, hasta que alguien con las mismas cualidades me quitó del medio. Que esperaba? Eres alfa hasta que llega otro mas fuerte que tu. Ahora me propongo regalar algo todos los días y os aseguro que soy mucho mas fuerte que antes tanto profesional como en mi vida privada. Mantener una estrategia excesivamente competitiva termina haciendo que estés mas pendientes de “tus rivales” que enfocado en tus verdaderos objetivos y en testar continuamente tu estrategia, por tanto no comparto la teoría expuesta. Para el largo plazo no es valida.
ResponderEliminarJosé Antonio,
ResponderEliminarMe alegra que tu cambio te haya favorecido no solo para tu bien en lo profesional sino también en tu vida privada. Recuerda la famosa frase de Darwin acerca que sobrevivían los que se adaptan al cambio.
Por cierto, tu aporte es muy meritorio porque se origina en una experiencia que has explicado con suma precisión.
Saludos.
En las situaciones más extremas en las que el liderazgo supone la diferencia, no ya entre la victoria o la derrota, sino entre la vida y la muerte (el combate, la guerra), los mandos que no anteponen a sus hombres y la misión a sus propios intereses no tienen las más mínima oportunidad, y, a veces, incluso son eliminados por sus propios equipos (fragging). La mayor y más frecuente crítica que escucho sobre los "líderes" es que sólo les preocupa su propia supervivencia, su carrera profesional y su poder. Para mí, eso es lo contrario del liderazgo, y tiene un efecto devastador en los resultados.
ResponderEliminarInsen,
ResponderEliminarExcelente tu aporte, has dado en la tecla porque diferencias con una gran claridad que la importancia no es ser líder sino de ejercer un verdadero liderazgo.
Saludos.