sábado, enero 14, 2012

El mundo que viene


Los niveles de volatilidad e incertidumbre llegan a rangos preocupantes. La situación de Estados Unidos y Europa se desenvuelve no sólo con dificultades económicas de carácter estructural sino también de carácter político.

De hecho, una marcada volatilidad se ha apropiado de las principales plazas bursátiles, con caídas parecidas a las ocurridas en importantes crisis financieras previas.

Otra causa de la volatilidad se relaciona con el mayor estancamiento económico de la zona del euro, inclusive en las economías principales, como las de Alemania y Francia.

La readecuación de China está repercutiendo en los precios internacionales de los productos básicos, los que muestran importantes reducciones en plazos cortos, si bien aún continúan en niveles superiores a su tendencia de largo plazo, particularmente los minerales y metales.

Cómo afecta. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), los indicadores líderes compuestos muestran que la desaceleración en los países industrializados está empezando a afectar a las principales economías emergentes.

Las cifras de mediados de 2011 muestran que la desaceleración de los países industrializados tenderá a afectar a China y particularmente a la India y Brasil.

En la medida en que permanezcan estas tendencias, podría esperarse para 2012 un menor ritmo de incremento de las exportaciones a Europa y a los Estados Unidos, de modo que las economías con una mayor orientación exportadora hacia esos mercados verán afectado el dinamismo de sus ventas externas.

De la misma forma, un menor ritmo de crecimiento en las economías emergentes, sumado al escenario de debilitamiento en las economías centrales, se reflejaría en menores precios internacionales de los productos básicos, lo que afectaría los saldos comerciales y de la cuenta corriente de los países que los exportan.

Peligro de proteccionismo. Los problemas que surgen de la fragmentación del mundo por la diversidad de intereses de los jugadores se manifiestan en la imposibilidad de llegar en 10 años a acuerdos fundamentales dentro de las rondas de comercio (Doha), tampoco el Grupo de los 20 (G-20) ha logrado acordar sobre reformas financieras de fondo.

Estas dificultades para acordar en términos globales pueden terminar en una guerra de todos contra todos o, lo que es más probable, en tentaciones proteccionistas.

La existencia de nuevos jugadores de peso respecto a distintas variables de la economía mundial, los denominados “emergentes”, genera actitudes defensivas y aun de temor en las potencias de mayor peso histórico.

En realidad, el proceso actual al que se incorporan los emergentes, inexistentes en la década de 1960, presenta ciertas particularidades en razón del potencial de crecimiento de los más importantes.

No sólo incluye a China y la India, sino a otros como Rusia, Brasil, Sudáfrica, Irán mismo y otros de menor peso relativo, de cultura industrial y científica importante como es el caso de Argentina y en menor grado de Colombia.

Esto es posible por el desvío de las corrientes de comercio tradicional, norte-sur, norte-norte y oriente-norte, por una fuerte corriente que se viene encauzando entre el Oriente y América latina.

Vale decir, esta nueva corriente permite cambiar los parámetros de un intercambio desigual por otro que pudiera apuntar a un desarrollo más equilibrado.

Factores de cambio. Todo dependerá en sumo grado del nivel de la integración productiva que América latina sea capaz de desarrollar.

Esto será posible si Brasil, como líder de la región, logra articular un proceso que requiere no sólo mirar el corto plazo sino también el mediano y largo plazo.

En esta dirección, el Banco del Sur y la ampliación de facultades de la corporación Andina son buenos antecedentes.

¿Por qué? Porque la capacidad competitiva de la China continental es imposible de superar en términos de país a país de forma individual, y dado que sus demandas de materias primas juega el mismo papel que jugó el comercio con Europa antes de la crisis de 1930, esto podría ocasionar un efecto no deseado de desindustrialización relativa.

De los países de América latina, Brasil es el único jugador, que por dimensión de su PIB y nivel de intercambios comerciales juega en el tablero de intereses del mundo. Eso no quita que, ante las posibles demandas de China, no corra el riesgo de perder su norte.

Nuevos aprendizajes. Estimamos que el acervo tecnológico, científico e industrial de América latina es hoy suficiente para encarar un proyecto de las características que aludimos, quizás utilizando una figura conocida: el Mercosur ampliado podría jugar a estos fines, como lo hizo la Europa de los seis.

El 2012 se presenta como un período de gran incertidumbre y por ello lo que exponíamos sobre la importancia de acrecentar el intercambio dentro de América latina y el propio proceso de integración.

Cabe acotar que la Argentina no ha tomado debida nota del potencial de los países del Pacífico para consolidar este objetivo.

Estamos en la etapa justa. Nunca América latina ha tendido a mirarse a sí misma como lo está haciendo en este período histórico, aun con diferencias de concepción política. Esto habla de experiencias y nuevos aprendizajes.

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