viernes, septiembre 30, 2011

¿Nos escuchamos cuando hablamos?

Si pensamos serenamente nos vamos a dar cuenta que, comúnmente, retenemos poco del diálogo que mantuvimos unos minutos antes: es que estamos tan “apurados” que solo prestamos atención parcial a ese diálogo, pues estamos pensando en “todo” lo que debemos hacer en el resto de la jornada.

El uso racional de nuestra capacidad cerebral es mucho más eficiente cuando nos tomamos el tiempo necesario, sin caer en extremos innecesarios, para mantener una comunicación adecuada. Un aliado importante es la escritura: si registramos los datos más significativos no tendremos inconvenientes en recordar todo el diálogo. Traducido: un ayuda memoria.

Seguramente esté pesando que esa ayuda deberá usarla cuando supere, aproximadamente, la quinta década de vida. Sin embargo, si adaptamos esta técnica como habitual en nuestra vida, tanto laboral cuanto social y personal, vamos a dejar espacio libre en el disco rígido de nuestro cerebro que, sin duda, usaremos en otros temas y no le produciremos un agotamiento temporario.

Ejemplo de un caso real: un amigo - con alrededor de 35 años en el momento que tomó la decisión -, del rubro inmobiliario, me comentó que retenía los números de casi todos sus clientes, que no eran pocos en ese momento y hoy son muchos más. Un día, cuando le costó recordar un número, se tomó un momento para pensar y se dijo: “tengo la agenda, porque estoy usando mi memoria en esto”. Desde ese instante cambió sus hábitos, no tuvo inconvenientes en su trabajo y pudo tomarse varios momentos más para pensar.

De ninguna manera intento reducir el ritmo de las tareas de ninguna persona, pero si alertar en la pérdida de tiempo real que representa tratar de acordarse, hasta lograrlo, de algunos aspectos o detalles que, en algunos casos, pueden generar un problema innecesario.

Por supuesto, se trata de una opinión basada en la comunicación, la observación y en la experiencia acumulada.

Permítanme dejarles una sugerencia sobre este tema: tratemos, aunque algunas veces es difícil hacerlo en el momento del diálogo, escribirlo cuando este termina. De esta manera, podremos recordar con más facilidad y fidelidad esos puntos importantes que debería retener nuestro cerebro.

En algunas empresas grandes - y otras no tanto - se usa, especialmente cuando se trata de documentos pero también para temas menores, colocar una nota pequeña, en un papel anexo y si adhesión permanente, con la leyenda: “No lo diga, escríbalo”, con muy buenos resultados prácticos.

Intentemos entonces formarnos un hábito y mejorar así nuestra comunicación y obtener los mejores resultados en todos los ámbitos.

“Porque sabemos que los cambios significativos e importantes no ocurren por casualidad, sino que suceden cuando la gente toma conciencia de la necesidad de un cambio y, por ende, se compromete a propiciar una transformación personal. Esto supone un cambio de hábitos y percepciones”. Alejandro Delobelle.

Si bien Alejandro se refiere a acciones de liderazgo, no deja de ser una referencia importante para el tema abordado en este artículo. Ojalá les sea útil como a mi amigo y a mí.

Fuente: EYN

Omar Lillardo. Comunicador Social, Escritor y Director Asociado de Grupo Co.S.M.O. y Co Editor de Estrategia & Negocios.

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